La iniciativa de
Daria Esteva y de Filmoteca de Catalunya ha permitido recuperar casi todo el
legado cinematográfico de Jacinto Esteva Grewe, que es lo que ahora aparece
editado en DVD por Cameo. Se trata de un libreto de 72 páginas en catalán, español,
francés e inglés con textos de Esteve Riambau y Casimiro Torreiro, Manuel
Delgado y Daria Esteva y notas sobre el estado de conservación y el proceso de
reproducción de los materiales, y cuatro discos con los siguientes contenidos:
DVD 1:
Notes sur l’émigration. Espagne
1960 (Paolo Brunatto y Jacinto Esteva, 1960) [18:57]
Extras: entrevista a Ricardo Bofill [6:01]; mesa redonda Daria Esteva, Juan Goytisolo y Luis Parés a propósito de
Notes sur l’émigration [7:30]
Autour
des salines (Jacinto Esteva, 1961) [22:11]
Lejos de los árboles (Jacinto Esteva, 1963-1971) [69:17]
Extras: entrevista a Juan Amorós [3:29]; conferencia de Manuel Delgado
(9:48); entierro de Carmen Amaya (escena descartada) [3:50]; videoclip del tema
Father Electricity por J. Fontana a
partir de imágenes de Lejos de los
árboles [7:54]
DVD 2:
Dante no es únicamente severo (Jacinto Esteva y Joaquín Jordá, 1967) [75:05]
Extras: spots publicitarios realizados Jacinto Esteva [6:54]
El hijo de María / Le fils de Marie (Jacinto Esteva, 1971) [81:50]
DVD 3:
Después del diluvio (Jacinto Esteva, 1968) (75:2]
Extras: entrevista a Juan Amorós [4:57]
Metamorfosis (Jacinto Esteva, 1970) [78:12]
DVD 4:
Mozambique / Del arca de Noé al pirata
Rhodes (1970) [35:37]
Extras: entrevista a Manel Esteban [7:24]
La ruta de los esclavos / La isla de las
lágrimas (1971)
Extras: entrevista a Antonio Cores [16:47]
Ebra Safaris (República Centroafricana) (1973-1974) [Súper-8 de Amado Rodríguez. 19:47]
Extras: Entrevistas a Julio Garriga, Amado Rodríguez, Jorge Benthem y Mário
Lopes [18:19]
El primer disco
reúne los trabajos que podríamos llamar documentales, aunque desde el principio
advertimos que las lindes no están tan claras. Notes sur l’émigration (1960) comienza como una encuesta a propósito de
los españoles que llegan a Ginebra, donde Esteva se encontraba
entonces estudiando arquitectura. Los datos estadísticos indican que hay dos
grandes bolsas de trabajadores que son carne de migrante: los de las zonas rurales
deprimidas del sur y los trabajadores especializados que han realizado en
muchas ocasiones un éxodo previo hacia los suburbios de las ciudades industriales.
De este modo, los breves fragmentos de entrevistas se resuelven en sendos
frescos de la miseria en algunas localidades almerienses y en los poblados
chabolistas de Barcelona. Junto a la denuncia social avalada por el dato frío,
en la banda sonora irrumpen los cantos populares que proporcionan el aire
necesario al estricto comentario social. El delirante robo de la película por
un grupo fascista en la presentación milanesa de una novela de Juan Goitisolo
aparece convenientemente glosado en uno de los extras.
La reconstrucción
de la separación de una familia en el andén de la estación que sirve de desesperanzada
–e irónica- clausura narrativa a Notes
sur l’émigration será el artificio del primer cortometraje en solitario de
Esteva, respaldado por la producción de Pere Portabella. Esteva y el director
de fotografía comparecen en los primeros fotogramas de Autour des salines (1961) para indicar la
posición y el gesto que debe adoptar una muchacha de la localidad ibicenca
donde se desarrolla el rodaje de un reportaje sobre el trabajo en las salinas y
se da cuenta de los antecedentes históricos de esta industria y de las
condiciones laborales de quienes trabajan allí. Sin embargo, mediado el
metraje, la voz que nos guía y que había mantenido cierta apariencia de
documental conforme a las normas del documental, nos proporciona la siguiente
información: uno de los trabajadores va a fingir encontrarse mal, los cineastas
se ofrecerán a acompañarle a un centro sanitario y regresarán con la noticia de
su muerte, para provocar así la reacción de sus compañeros. Si pretendían
suscitar cierto espíritu de rebeldía, el artificio no funcionó. Según nos
informa el locutor, el ochenta por ciento de los compañeros del supuesto
fallecido opinan que uno nunca sabe cuándo va a llegarle la hora. Un nuevo
quiebro estilístico sigue con todo detalle el supuesto entierro, en el primera plasmación
de los rituales funerarios que aparecerán una y otra vez en su obra, hasta en
los materiales no montados rodados en Mozambique una década más tarde. La larga
escena documental de la pelea de gallos culmina con dos chicos celebrando la
victoria del ganador por las calles del pueblo, en una deriva que se antoja un
tanto gratuita.
Rodado a salto de mata, bloqueado por la censura, Lejos de los árboles (1963-1971) llega a un
reducido número de pantallas cuando consigue su aprobación con cortes de unos
cuarenta minutos de metraje en 1972. Sus imágenes para entonces parecen
antediluvianas. Muestran una España de tradiciones sangrientas y brutales que
ha sido superada por el boom económico. Y sin embargo, la omnipresencia de la
iglesia católica y de las fuerzas de orden público en el marco de fiestas y
celebraciones, la pervivencia de la mayoría de estos ritos y festividades, nos
hablan de inmanencias que es difícil obviar aún hoy en día, cuando su
contemplación resulta aún más desasogante. La romería del Rocío, la fiesta del
vino en un pueblo de la Rioja, la quema del Judas y las tamborradas turolenses
de Semana Santa, reflejan la convivencia de fiestas paganas y religiosas, en un
sincretismo ajeno a las ordenanzas. Los disciplinantes de San Vicente de
Sonsierra o los entierros que tienen lugar casi al principio y al final de la
película nos aproximan a una concepción de la muerte sobre la que se superponen
las invocaciones místicos de Teresa de Jesús. Pero son, sin duda, los eventos
que tiene como protagonistas a los animales -burros y toros, sobre todo- los
que nos provocan una desazón difícil de mitigar cuando la proyección se acaba y
regresamos a un mundo en el que oficialmente todo esto es cosa del pasado.
El largo proceso de legalización de Lejos de los árboles
lleva a Esteva a constituir la productora Filmscontacto, que, trabajos
publicitarios aparte, constituirá el soporte administrativo para buena parte de
las películas adscritas a la Escuela de Barcelona. Precisamente la piedra angular
de dicho movimiento, Dante no es únicamente severo (1967), nace de la fundición de dos piezas concebidas como cortometrajes o
sketches para otorgar entidad de largometraje a lo que quedaba de un proyecto
colectivo en el que también deberían haber colaborado el productor Pere
Portabella y el arquitecto Ricardo Bofill. Lo curioso es que no se notan las
costuras entre los proyectos de Esteva y Joaquín Jordá, que firmán al alimón la
película. Acaso porque todo en la cinta es costura, inserto, fragmento. Más que
de una historia -Serena Vergano y Enrique Irazoqui podrían ser la parodia de un
matrimonio burgués y antonioniano- deberíamos habla de la influencia filológica
de Jean-Luc Godard, con cita explícita a Pierrot
le fou, y al Buñuel surrealista con una cita no menos explícita al ojo
seccionado de Un chien andalou (Luis Buñuel y Salvador Dalí, 1929), sino con una serie de situaciones que el
calandino traslardará desde L'âge d'or (Luis Buñuel y Salvador Dalí, 1930) a El ángel exterminador (1962). Sin embargo, la secuencia de apertura
nos sitúa un punto más allá: en la intersección entre modernidad y tradición,
mientras el equipo prepara el rodaje con las dos actrices principales, Serena
Vergano y Romy, en una situación hedonista en la que se dan la mano el placer
de filmar y el de saberse hermosos y diferentes.
Con un reparto reducido al mínimo –Paco Rabal, Francisco
Viader y Mijanou Bardot, la hermana de Brigitte-, el argumento de Lejos de los árboles (1968) se
construye a modo de pequeñas improvisaciones, lo que alcanza a los títulos de
crédito, en los que los propios intérpretes aparecen como responsables de los
diálogos. Rabal recita la Elegía a Ramón Sijé,
de Miguel Hernández, y un fragmento de El gran teatro del mundo,
de Calderón de la Barca. La cámara de Juan Amorós, al hombro, busca a los personajes
en el desolado paisaje natural postapocalíptico y en los sofisticados ambientes
de las salas de fiestas de la Costa Brava y el "swinging London". La
contraposición de estos dos ambientes, en los que sólo es viable la lucha
despiadada del hombre contra el hombre, parece el motivo central alrededor del
que se orquestan estas improvisaciones. La desaparición de la mujer permite que
los dos hombres recuperen el equilibrio perdido, eso sí, a costa de travestirse
grotescamente, dejando patente una vez más la condición de puesta en escena que
encierra cualquier relación y, al mismo tiempo, la esterilidad de la misma.
Si Lejos de los
árboles parece referirse a una humanidad abocada a la extinción, Metamorfosis (1970) postula un paso
más en la degradación del ser humano. Una organización fabrica seres humanos
perfectos gracias a la cirugía. Asistimos al caso de un ser al que no vemos
pero al que escuchamos lamentarse -con la voz de Luis Ciges- del dolor que le
han infligido desde el nacimiento para intentar crear un hombre nuevo. A pesar
de que las mutaciones se realizan en la clínica de un personaje extremadamente
frío (Julián Ugarte), su cría se lleva a cabo en una granja de cerdos regentada
por Antonio (Carlos Otero). Las operaciones tienen éxito. El nuevo ser humano
tiene la apariencia de una mujer a la que bautizan como Daisy (Romy). El
aspecto externo está plenamente logrado -podría parecer una modelo de alta
costura- y, sin embargo, un miedo cerval la empuja continuamente a tomar una
decisión irreversible. Esteva lanza sus dardos contra la televisión y los
medios de comunicación de masas, al tiempo que pone en entredicho aquellos
postulados lúdicos y de culto a la frivolidad que parecían impulsar Dante no es únicamente severo.
Voluntaria o involuntariamente el proyecto de Esteva se va
marginalizando a pasos agigantados.
El
hijo de María / Le fils de Maria (1971) se presenta como producción
luxemburguesa a la que Filmscontacto habría servido como organizadora de la producción.
En realidad se trata de una película realizada entre amigos y conocidos en un
plazo muy breve y jugando la carta del prestigio de Nuria Espert casi como
única baza. Rodada en blanco y negro y con un presupuesto mínimo –Teresa Gimpera
asegura que es el único trabajo por el que no le han pagado- en dos únicas
localizaciones,
El hijo de María es
una alegoría, o mejor añun, un misterio, sobre la maternidad, “tantas veces
frustrada”. María (Nuria Espert) regresa a casa de su padre (Ramón Eugenio de
Goicoechea), una masía en la que cohabitan los siete pecados capitales (Serena
Vergano, Romy, Kety Ariel…). Viene a dar a luz, pero el embarazo es pura
superchería. Tras el entierro de un ataúd sin cadáver –como el de
Autour des salines- María mantendrá un diálogo
con la Lujuria en la que ésta argumenta que su esterilidad es consecuencia
lógica de su pereza. Puede que por un chiste privado, puede que por problemas
de metraje, la historia principal se narra entre el paréntesis de una no menos estéril
discusión ideológica en la que toman parte buena parte de los miembros de la
Escuela de Barcelona, entre ellos, José María Nunes, Carlos Durán, Gonzalo
Suárez, Leopoldo Pomés o el periodista Jaume Picas.
Agotado el camino de la ficción, Esteva se vuelve hacia
África. No sólo como organizador de safaris de caza mayor en el Congo –etapa de
su biografía documentada en los contenidos del cuarto disco reunidos bajo el
epígrafe Ebra Safaris (República
Centroafricana) (1973-1974)-,
sino con dos proyectos inacabados de los que podemos ver diversos materiales sin
montar y sin sonido y algunas entrevistas realizadas por Jacinta Esteva a
varios colaboradores de su padre en aquella época. Lo más interesante del bloque
son los materiales rodados en Mozambique para un documental titulado Del arca de Noé al pirata Rhodes que debía
servir de trampolín para un encuentro con el Frente de Liberación de Mozambique
que nunca llegó a producirse. La ambigüedad del planteamiento de Lejos de los árboles, en la que reside
buena parte de su fascinación, se radicaliza hasta extremos insoportables. La
brutalidad del lanceo y descuartizamiento de un búfalo, queda ampliamente superado
por la reconstrucción del ojeo de un leopardo que debería acercarse al puesto
de los cazadores atraído por un cebo, para lo cual Esteva y sus colaboradores
sacrifican a un gran simio al que colocan en la posición de Cristo crucificado.
Una imagen perturbadora hasta el horror, que sirve de resumen a una filmografía
abandonada a la deriva en los últimos años de alcoholismo y autodestrucción.
Por eso se echa
en falta en este homenaje el estremecedor documental de Joaquín Jordá El encargo del cazador (1990), una
producción de TVE que hubiera sido el complemento natural a esta espléndida
labor de recuperación y contextualización.
Las imágenes que ilustran este texto son capturas de los DVDs editados por Cameo.