domingo, 31 de diciembre de 2017

cine al ciclostil (7)


Los jefes de equipo de M-G-M

Cedric Gibbons concibe unos decorados magníficos. Las imágenes de la penitenciaría con sus colosales muros verticales calan en el ánimo del espectador desde el primer momento. El rastrillo de entrada, la galería con sus escaleras metálicas, el comedor, la iglesia, el corredor de las celdas de castigo o el patio por donde pululan tres mil prisioneros contrastan con la estrechez de las celdas y lo aséptico del despacho del alcalde. El naturalismo de las escenas que suceden fuera de la prisión, durante la fuga de Morgan, confieren una cualidad casi mítica al presidio.

Douglas Shearer obtiene por su trabajo el primer Oscar al Sonido al tiempo que su hermana, Norma, lo gana como protagonista femenina de The Divorcee (La divorciada, Robert Z. Leonard, 1930). Es, por tanto, cuñado del vicepresidente y responsable de producción del estudio, Irving Thalberg.

domingo, 24 de diciembre de 2017

cine al ciclostil (6)


Antes de la entrada en funcionamiento del Código Hays

Estamos ante lo que se suele denominar un pre-code, una película anterior a la entrada en vigencia, en 1934, del código Hays. El principal inconveniente que tendría el guión apenas cuatro años después sería la atracción que exhibe por asesinos y toda clase de delincuentes. Ante lo inhumano del tratamiento que reciben, ante el rigor con que el alcaide y los guardias hacen cumplir un reglamento brutal hasta el sadismo, nuestras simpatías están con ellos.

domingo, 17 de diciembre de 2017

cine al ciclostil (5)


La reforma penal como asunto cinematográfico

La filmación de El presidio (Ward Wing, 1930), bajo la supervisión de Neville, comienza en agosto de 1930, dos meses después de que The Big House se haya estrenado en Estados Unidos con una campaña de lanzamiento en la que Irving Thalberg ha puesto sumo cuidado. Antes de arrancar la producción ha consultado con la oficina de Will H. Hays por si hubiera inconvenientes y, como no ha encontrado grandes objeciones, ha contratado como asesor a un responsable de la política penal estatal. También organiza la visita de la guionista Frances Marion al penal de San Quintín.

domingo, 10 de diciembre de 2017

cine al ciclostil (4)


Un aristócrata español en Hollywood

Edgar Neville, Conde de Berlanga, ha llegado a Los Ángeles en 1928 aprovechando sus vacaciones como secretario en la embajada española en Washington . No tarda mucho en intimar con la creme de Hollywood: Charles Chaplin, Douglas Fairbanks, Mary Pickford… Aún sin contrato, aprende como visitante de los platós de The Iron Mask (La máscara de hierro, Allan Dwan, 1929) y City Lights (Luces de la ciudad, Charles Chaplin, 1931).

En sus crónicas para el diario ABC desmitifica el ambiente de Cinelandia. La excusa: la llegada de un español con ganas de conocer lo que allí se cuece.
Lo llevamos a una party clásica de Holliwood (sic.): buffet, cock-tails, gentes cansadas que hablan de negocios, y de cine, de cinetodo el tiempo.
Cada uno se sirve lo que quiere y se va acomérselo donde no le fastidien. El turistanos dice en secreto:
—Tengo dos botellas de Jerez, que he pasado por la Aduana; supongo que eso seráun argumento infalible con estas chicas.
En este momento aparece una ronda decriados con 18 botellas de jerez, de champagne y de todos los vinos conocidos; nuestro amigo se achica algo. Pero a poco reacciona y, de pronto, se da un golpe en lafrente:
—¡Ah! Ya recuerdo ahora: una de estaschicas se va a bañar en champagne.
—¿Para qué?—se le pregunta—. Aquí el champagne es para beber.
Nuestro amigo está cada vez más desconsolado; después de la comida un grupotoca el gramófono, otros juegan al bridge,algunas parejas charlan en un sofá, cogiéndose la mano como en los pueblecitos de la sierra. La mayor parte van al salón, donde se proyecta una película, que generalmenteno gusta,y todos se duermen.
—Pero, ¿cuándo empiezan a romper muebles y cosas?—gime nuestro turista, desconsolado.
Sería preciso poner las cosas a punto devez en cuando y evitar así grandes desilusiones a los intrépidos viajeros. Hollywood es una tranquila ciudad donde se trabajamucho y donde la orgía es casi desconocida.
Se cuecen habas como en todas partes,pero tranquilamente, sin altavoz.
Poco después regresa a España. En La Gaceta Literaria de Ernesto Giménez Caballero le preguntan por Chaplin, por el cine sonoro y por las versiones españolas:
En Hollywood se están haciendo películas habladas en español. Pero seránde un resultado espantoso, por la incompetencia y por la incultura absoluta quecon respecto al extranjero, tienen los productores de Hollywood, agravada por la carencia de buenos artistas cinematográficos españoles.
Pronto cambiará de opinión. Sus contactos han dado fruto y en junio de 1930 está de nuevo en Los Ángeles con un contrato para realizar la adaptación española de The Big House.

domingo, 3 de diciembre de 2017

cine al ciclostil (3)


Canuto de la Montera se va a la guerra

Doughboys (Edward Sedgwick, 1930) es una comedia cuartelera —tan habituales en el teatro francés— a costa de las penurias de los soldados rasos durante la Gran Guerra. El patrón lo había marcado marcado Chaplin en Shoulder Arms (Armas al hombro, 1918) cuando aún los hechos estaban recientes.

Keaton había bordado su retrato de un pazguato metido por amor en un lío colosal, en The General (El maquinista de la General, Buster Keaton y Clyde Bruckman, 1926). El argumento se combina en esta ocasión con la presentación del petimetre millonario que ya había sido en The Saphead (Ingenuo y afortunado, Herbert Blaché y Winchell Smith, 1920), The Navigator (El navegante, Donald Crisp y Buster Keaton, 1924) o en Battling Butler (El último round, Buster Keaton, 1926), el hombre menos indicado para salir adelante ante cualquier pequeño obstáculo, acostumbrado como está a toda clase de atenciones y a la satisfacción inmediata de cualquier capricho.

Todo arranca cuando Elmer se encuentra con que, en lugar de una oficina de contratación para conseguir un nuevo chófer, se ha alistado en el ejército. El sargento Brophy (Ed Brophy) —gritón, malhablado y cascarrabias, en la mejor tradición de los sargentos de hierro que en la pantalla han sido— es el encargado de domeñar a esta caterva de tipos patibularios en la que Elmer no encuentra su sitio. Su único amigo es un actor de variedades llamado Nescopeck (Cliff “Ukelele Ike” Edwards).
El único motivo de alegría es encontrarse a su adorada Mary (Sally Eilers) en el campamento de entrenamiento. Claro que el sargento también está interesado en ella. Una carrera en pelo de ida y vuelta es el gag típico de esta primera parte de la cinta en la que también destacan una salida de la enfermería con reingreso inmediato y la lipotimia de los novatos cuando el sargento les explica cómo utilizar la bayoneta para sacarle las tripas al enemigo. Es el prólogo al hilarante número de vodevil con el que los soldados pretenden entretener a las tropas. Keaton sale travestido y protagoniza un número de danza apache, que para eso estamos en Francia. Una vez más, demuestra cómo se ganó el apelativo de “la bayeta humana”. Queda, claro, la vida en las trincheras, el heroísmo inesperado y la conquista del corazón de Mary.
 
En la versión española, De frente, marchen (Edward Sedgwick y Salvador de Alberich, 1930), Elmer J. Stuyvesant se convierte en Canuto de la Montera. Algunos actores comparten también versión. En cambio, Mary está encarnada por la donostiarra Conchita Montenegro, el papel de sargento gritón de Ed Brophy recae en el motriquense Juan de Landa y el de Uklele Ike en el toledano Romualdo Tirado. Ambos son habituales en la docena de versiones españolas rodadas por la M-G-M entre 1930 y 1931.

A falta de copia de la versiones española, unas fotos de estudio atestiguan no sólo el trueque de actores sino que el baile apache y la canción de Ukelele Ike con Sally Eilers fueron sustituidos por una coreografía burlesca en que se recreaba una castiza corrida de toros.