domingo, 28 de agosto de 2022

andanzas españolas de niels w. larsen

Cuando uno se tropieza con la primera coproducción hispano-danesa saltan las alarmas. Y más cuando la película no figura en ninguna base de datos de cine danés. Y si, además, buena parte del elenco procede de Argentina y Alemania Occidental, la película se rueda entre España y Portugal y resulta que es la única incursión en la dirección de un tal Niels West-Larsen entenderán que la curiosidad de uno se dispare. La película es El marqués / Der Marquis, der Mann - der sich verkaufen wollte (Niels Larsen, 1965) y a continuación doy cuenta lo que he podido rastrear del paso de su realizador, guionista y productor por España.

Las primeras noticias que tenemos de Niels W. Larsen —o Niels Larsen a secas— proceden del campo de la rumorología. Nacido en Dinamarca en 1926 podría haberse dedicado tanto al negocio de la perfumería como haber sido periodista o campeón de patinaje. Según los biógrafos de la actriz Patricia Knight, ésta conoció a Larsen en Suiza mientras acompañaba a su marido, Cornel Wilde, en el rodaje en localizaciones de Swiss Tour (Cuatro días de permiso, Leopold Lindtberg, 1949). Durante el rodaje en Austria de The Magic Face (Frank Tuttle, 1951) la actriz reestablece la relación con Larsen y contrae matrimonio con él, tras divorciarse de Cornel Wilde, el 28 de octubre de 1954 en Copenhague. Para entonces él ya estaría metido en el negocio del cine, en principio, comprando películas para la televisión danesa. [“Patricia Knight”, en Glamour Girls of the Silver Screen: http://www.glamourgirlsofthesilverscreen.com/show/150/Patricia+Knight/index.html]

Un año después la pareja se pasa por Roma donde Larsen entra en contacto con The Mather Organisation gracias a su amistad con el actor Richard Basehart, casado por entonces con Valentina Cortese. John C. Mather ha establecido esta suerte de agencia en Europa para facilitar el intercambio de actores entre Estados Unidos y otros países. Con base en Roma y en sociedad con Ferruccio Cerio, el trabajo de Mather consiste en montar paquetes de producción a partir de compromisos de actores estadounidenses, financiación local a bajo coste y acuerdos con las principales compañías americanas con sede en Londres: un modelo que Larsen repetirá en sus futuros trabajos en España donde ostenta la representación de la agencia desde 1956, asociado con el representante Fernando Butragueño. Entre los representados españoles se encuentran Fernando Rey, Germán Cobos, José Nieto, Julio Peña, Susana Canales, María Martín. La función de la delegación hispana es...

Facilitar la actuación de actores extranjeros en España y viceversa. Con esto, los artistas representados pueden disfrutar de contratos en exclusiva para el mundo entero dando paso a las coproducciones cinematográficas y el intercambio de figuras estelares que valorizan el nivel de las filmaciones. [...] Cualquier productor puede contratar, en cuarenta y ocho horas, el artista deseado sin moverse de su despacho. [Fernando Montejano: “Una importante organización internacional se ocupa de nuestros primeros actores”, en Hoja del Lunes, 2 de septiembre de 1957, pág. 4.]

Establecido en la Gran Vía —entonces avenida de José Antonio— Niels Larsen promueve algunos proyectos de coproducción o lo que se denominan services, o sea, facilitar el rodaje en España a compañías extranjeras. Uno de los primeros proyectos en los que se habría visto implicado es el rodaje en España de Just Passing By, la historia sobre un cantante de ópera que termina como misionero en california que Ramón Novarro —el protagonista del primer Ben-Hur (Fred Niblo, 1925)— pretende producir y protagonizar. Tras buscar financiación infructuosamente en París y Londres, Novarro recala en Madrid a finales de 1957, desde donde escribe a un amigo en Hollywood que Larsen le ha dado todas las garantías de que la película se rodará en España en mayo del año próximo. El proyecto no cuaja, pero el dinámico danés no ceja en su empeño. A principios de 1960, se encuentra en Hollywood cerrando el reparto y negociando dos proyectos con la modesta productora Rushmore Productions: Evil Sunday y Redhead from Madrid. [Ivan Spear: “Hollywood Report”, en Boxffice, 15 de febrero de 1960, pág. 12]. La primera debería estar protagonizada por Richard Basehart y Eva Bartok. La segunda es, a juzgar por el título, el proyecto que terminaría convertido en producción argentina: Una americana en Buenos Aires (Los asesinos las prefieren rubias, George M. Cahan, 1961). 

La comedia Crimen pluscuamperfecto, de Tono, conoce esta adaptación cinematográfica en 1960, protagonizada por la explosiva rubia Mamie Van Doren. En España se distribuye con el título Los asesinos las prefieren rubias. Pasa por las pantallas sin pena ni gloria, a pesar de que la distribuidora, Mercurio Films, proponía el siguiente reclamo publicitario, impagable se mire por donde se mire:

Mamie Van Doren, el Cadillac de las súper rubias, en un disparate policiaco que le alegrará las pajarillas.
Cuando debutó en la pantalla Mamie Van Doren, M.M. ¡se pasó seis días sin dormir! ¡La chica pensó que se la había acabado el momio!... Porque Mamie es poseedora de uno de los chasis mejor construidos del mundo, un chasis a cuyo lado los que fabrica la General Motors son cestillos de gitana canastera. [Dosier de prensa de Los asesinos las prefieren rubias. Mercurio Films, 1961.]

Quedémonos, por ahora, con que junto a Mamie van Doren encabeza el reparto el argentino Carlos Estrada.

Un nutrido equipo mixto argentino-estadounidense trabaja en la adaptación de la función de Tono respetando el desarrollo de la trama, gran parte de los diálogos del libreto y algunas facetas de los personajes, junto con ideas del humorista español que ayudan a justificar el enredo, como el hecho de que los apartamentos donde se alojan los protagonistas sean idénticos y estén decorados de igual forma. Entre las novedades aportadas por el equipo de libretistas está la conversión de la protagonista en cantante y bailarina para que la protagonista pueda lucir sus habilidades. No obstante, los cambios fundamentales se dan en el último acto. El largometraje suprime todas las infidelidades maritales: a Carolina y al comisario sólo les une un contrato para descubrir la verdad, y Carlos pretende a Margarita pero sin conseguir su propósito. La obra teatral termina con la ruptura de los matrimonios originales y cuatro amantes que inician una nueva vida, en tanto que la película reúne a las parejas de partida manteniendo los formalismos sociales, aunque una de ellas reconozca que entre ellos ya no hay amor. 

La cartela dedicada a la producción refleja lo complejo de la operación internacional. Cuatro productoras se concitan en ella sin que consten sus respectivas nacionalidades: Dan-Fran (Argentina), Cofilms, S.A. (México), The Federico J. Aicardi Organization (Argentina) y Continental Films. Niels Larsen cuenta con una cartela propia como productor ejecutivo por cuenta de esta última empresa.

Contemporáneamente se está rodando en Valencia otro proyecto multinacional: The Boy Who Stole a Million (Charles Crichton, 1960). Aquí, Larsen consta como argumentista y guionista. La producción es estrictamente británica —Fanfare Films— y a saber si por problemas con la censura hispana o porque ni siquiera se presentara a revisión, nunca se estrenó en España hasta su recuperación hace unos años en el ámbito local, ya que la cinta se rueda poco después de la gran riada de 1960 y ofrece abundantísimas vistas de la capital del Turia, como la plaza Redonda, el mercado de flores, la plaza de San Jaime, las torres de Serranos y de Quart, el río, el puerto, la lonja y el Cabanyal. [Eugenio Viñas: “Una proyección histórica: La película que retrató la Valencia oscura de 1960 se estrena medio siglo después”, en Culturplaza, 11 de noviembre de 2016: https://valenciaplaza.com/pelicula-valencia-1960-the-boy-who-stole-a-million] Es más, el argumento criminal es apenas una excusa para que un chaval (Maurice Reyna) distraiga del banco en el que trabaja como botones nada menos que un millón de pesetas y a partir de ahí se vea obligado a rehuir a la policía y a escapar de una pandilla de malhechores que pretenden hacerse con el botín. No olvidemos que Charles Crichton era un auténtico experto en estos asuntos policiaco-infantiles, de Hue and Cry (1947) a Hunted (1952); no alcanza el nivel de ninguna de estas dos cintas excepcionales, pero se deja ver con agrado.

En el reparto aparecen Virgilio Teixeira, como el padre del chaval —un taxista al que se le ha averiado el coche y al que el chico pretende ayudar—, Xan das Bolas, Francisco Bernal haciendo de ciego y Barta Barri haciendo de malísimo, ¡como siempre! Probablemente el perro Pepe, que acompaña al chico en todas su correrías, también fuera levantino. La descripción de ambientes valencianos de toda laya es lo que, al parecer, impidió su estreno en España.

La presencia de Richard Basehart al frente del reparto de Tierra brutal / Savage Guns (Michael Carreras, 1961) nos pone sobre la pista de la razón por la que Niels Larsen aparece como productor asociado de la cinta en muchas bases de datos, aunque en las copias españolas no aparece acreditado.

Tierra brutal pasa por ser el primer wéstern europeo. José G. Maesso, su productor español a través de su empresa Tecisa, contó a Jesús García de Dueñas como se gestó el asunto: su interés por rodar una película de este género en Almería, donde contaba con localizaciones y caballistas, el contacto con Michael Carreras, hijo del presidente de Hammer Films y deseoso de despegarse del cine de terror con el que se había forjado una reputación internacional la productora británica, y el contacto con M-G-M, que se comprometió a financiar íntegramente el proyecto ante lo irrisorio de los doscientos cincuenta mil dólares que pedían Maesso y Carreras Jr. Por la película terminada. [Jesús García de Dueñas: José G. Maesso, el número 1. Badajoz: Diputación de Badajoz, 2003, págs. 341 y sigs.]

Recordaba en esta conversación Maesso que sólo hubo dos problemas: la necesidad de replantear la localización de la historia en la frontera con México para excusar las impropiedades que presentara la geografía mediterránea y la elección de Paquita Rico como protagonista femenina, ya que el público español nunca podría tomarla por mexicana. De hecho, Mercurio Films, la distribuidora española tuvo bien cuidado de advertir a los exhibidores que si pretendían hacerla pasar por una producción estadounidense valoraran la presencia que tuvieran en la publicidad nombres como Fernando Rey, José Nieto, Félix Fernández o María Granada. [Ibidem, pág. 367.]

Por lo demás, este “primer wéstern europeo” sigue un poco la línea argumental de Shane (Raíces profundas, George Stevens, 1953), una cinta icónica del género y con una enorme repercusión en España.

En 1961 The Mather Organization es absorbida por la agencia internacional William Morris. No sabemos si Larsen se desvincula entonces de la compañía o ya lo había hecho antes. En cualquier caso, sus energías están concentradas en la escritura de guiones y en la participación en la producción. El siguiente paso en esta línea va a ser una coproducción entre la española Hesperia Films y la francesa Productions Jacques Roitfeld: Tela de araña / Comme s’il en pleuvait (José Luis Monter, 1962).

 

No hay nada más parecido a una película de Eddie Constantine que otra película de Eddie Constantine. La particularidad de Tela de araña es que su acción sucede en Madrid, donde malvive el escritor estadounidense Eddie Ross (Constantine). Sale de la pobreza cuando un tal Martínez lo contrata para llevar a cabo una serie de misiones tan misteriosas como el personaje que se las encomienda. El trabajo le pone de nuevo en contacto con Esperanza (Elisa Montés), una muchacha a la que ha salvado de un facineroso que poco después morirá apuñalado con su propia navaja. Todo obedece a una cadena de chantajes destinada a hacerse, mediante un sofisticado robo, con cincuenta millones de pesetas del Banco de España, denominado en la película Banco Nacional de Reserva.

Peleas de combate de lucha libre de tercera y una intriga con más flecos sueltos que un mantón de Manila quedan compensadas por un ritmo trepidante que acreditarían a José Luis Monter como director solvente en su primera película en solitario de no ser porque Andrés Vicente Gómez asegura que en el rodaje había hasta tres realizadores:

El guión de Tela de araña lo había escrito Niels Larsen con la ayuda de Gudie Lawaetz y en el plató teníamos tres directores: el propio Larsen, José Luis Monter, que lo era a efectos del Sindicato Nacional del Espectáculo, y Guy Lefranc, un director-delegado que había enviado el coproductor francés. Ese tipo de “arreglos” era muy común por aquellos días y la gente se avenía, más o menos bien, a trabajar en aquellas condiciones. [Andrés Vicente Gómez (ed.): El sueño loco de Andrés Vicente Gómez. Festival de Cine Español de Málaga, 2001, pág. 18.]

 

De hecho, los créditos de la versión francesa la presentan como “Un film de Niels Larsen [...] realizado por José Luis Monter”. Gudie Lawaetz, una periodista de origen danés que ejercía en Madrid de corresponsal para el diario británico The Observer, no consta el equipo técnico, pero sí Augusto Boué como jefe de producción, otro de los profesionales que Andrés Vicente Gómez —acreditado como “avisador”— recuerda que trabajaron en la película.

Nuestro guía por esta fase de la historia de Niels Larsen rememora también como conoció a Nico —la del anuncio de Terry, la de la Velvet Underground— durante el rodaje de un reportaje rodado en Ibiza para una empresa textil alemana:

Se rodaba en Ibiza y en ella trabajaban las cinco modelos mejor pagadas de Europa en aquellos momentos. Por unos días conviví en el hotel Corsario con estas cinco bellezas, además de Herbert Vesely, el director, el propio Larsen y un equipo reducido de técnicos. [Ibidem, pág. 18.]

De esta misma época es el proyecto de adaptación de la novela de Harry Keeler Las gafas del señor Cagliostro. Keeler había tenido bastante éxito como prolífico escritor de novelitas pulp a finales de la década de los veinte en Chicago. Al parecer, después de la II Guerra Mundial se dedicó a vender toda su producción a la editorial Reus, que las traducía y giraba a Keeler la modesta suma de cincuenta dólares por volumen en concepto de derechos de autor. Larsen habría pagado casi mil por los derechos de adaptación cinematográfica de The Spectacles of Mr. Cagliostro aunque luego dejo vencer la opción. Entre los correspondencia de Keeler se encuentran dos ítems en los que se menciona a Larsen y su productora Continental Films. En uno de ellos se especifica, además, que tiene la oficina en el número 98 de la madrileña calle Zurbano y que “la mayor parte de su financiación procede de Alemania Occidental”. [Francis M. Nervis (ed.): The Keeler Keyhole Collection. Ramble House, 2009, pág. 62.]

De Alemania Occidental parece provenir precisamente la financiación de El marqués / Der Marquis, der Mann - der sich verkaufen wollte (1965), la única película dirigida oficialmente por Larsen, aunque las productoras que constan en los títulos de crédito sean una española, la Cooperativa Cinematográfica Continental Films, y una danesa, Hermes Filmproduction. Pero la incorporación del papel titular por el galán austriaco O.W. Fischer —ya en horas bajas—, el papel minúsuclo de la alemana Christiane Maybach y el hecho de que la película no se estrenara en Dinamarca pero sí en Austria y Alemania el 12 de noviembre de 1965 nos inducen a pensar que estamos ante una falsa coproducción: una de esas operaciones financieras destinadas a desbloquear fondos inmovilizados por la política económica franquista.

Al potaje internacional contribuyen la presencia al frente del reparto de los argentinos Carlos Estrada y Ana Casares, o el rodaje en Madrid y Estoril. ¿La historia? Tan vieja como Fausto. El excéntrico marqués Antonio de las Águilas (Fischer) se ha arruinado con el juego e intenta mantener las apariencias con su Rolls y su lujoso palacete madrileño. Harto de vivir del sablazo y de no poder pagar siquiera el sueldo a sus criados (Félix Fernández y Josefina Serratosa), decide ponerse en contacto con el misterioso Christopher Kay (Estrada). Este Mefistófeles moderno no quiere su alma, sino una sustanciosa cantidad de dinero para su empresa de asesinos. El marqués suscribirá un seguro de vida a nombre de una editorial que supuestamente va a publicar la historia de su familia, gozará de seis meses de lujo y. al cabo de seis meses, será liquidado de forma que parezca un accidente. Un poco como en Espérame en Siberia, vida mía, de Enrique Jardiel Poncela. Pero una vez suscrito el pacto, se enamora perdidamente de la joven Elisa (Casares) y, además, empieza a ganar fortunas en el casino de Estoril. Lógicamente, el marqués está dispuesto a pagar la cantidad pactada por su cuenta sin necesidad de que la misteriosa empresa criminal cumpla con su parte del trato. Pero no hay marcha atrás. El marqués va capeando los atentados dirigidos contra él, pero a costa de que vayan sucumbiendo todos sus allegados. ¿Cómo terminará la cosa? ¿Triunfará el amor o el destino se mostrará inexorable?

Con un ritmo irregular, un guión un tanto deshilachado y una interpretación totalmente equivocada por parte de su protagonista, si El marqués mantiene en pie es, sobre todo, por la fotografía de Godofredo Pacheco y la dirección artística del veterano Sigfrido Burmann.

La crítica no se muestra demasiado benevolente con el resultado. En Austria, el boletín Paimann’s Filmlisten [17 de noviembre de 1965, pág. 1] encuentra la trama demasiado derivativa y la puesta en imágenes carente de vigor. En España, cuando se estrena dos años después de su realización, el reseñista del diario ABC escribe: 

El comienzo interesa, pero luego la trama toma aire de comedia desenfadada y se despega del planteamiento básico, desorientando bastante al espectador. Hacia el final recupera su pulso, pero la solución al misterio es un tanto precipitada y añade convencionalismo a la ya de por sí convencional historia. [M.R., en ABC, 28 de noviembre de 1967, pág. 93.]

Con esta película se cierra la trayectoria pública de Niels W. Larsen. Según alguna publicación, habría fallecido en Canarias el 12 de agosto de 1970; tendría, por tanto, cuarenta y cuatro años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario