domingo, 23 de julio de 2017

jerónimo mihura (12)


De las cinco películas que Jerónimo Mihura rueda en el seno de Emisora Films, no se conservan copias ni de En un rincón de España (1948), ni de El señorito Octavio (1950), ni de Me quiero casar contigo (1951).

El señorito Octavio es la adaptación de la novela homónima de Armando Palacio Valdés, la primera dada a la imprenta por el escritor asturiano y con pasiones tan exacerbadas —el amor apasionado de Octavio por la condesa de Trevia y el enfermizo del conde por la institutriz de sus hijos— que encuentran difícil acomodo en el estrecho cauce de la censura. Según Lara y Rodríguez Merchán, Ariza habría recurrido a Miguel Mihura para que suavizase un guión de Antonio Abad Ojuel, que en principio, no parece el material más apropiado Jerónimo. La ambientación se actualiza, a buen seguro para ahorrar costes en vestuario y decorados, y los papeles se amoldan a la personalidad del star system de Emisora Films. Conrado San Martín será Octavio, Elena Espejo, la condesa, Mery Martin —por entonces abriéndose camino en Italia junto a Adriano Rimoldi—, la perversa miss Florencia, y Tomás Blanco, el conde de Trevia. Este último explica el intríngulis de su papel a un periodista de RadioCinema:
Hago en ella un tipo de recia contextura humana, todo un carácter vehemente en sus sentimientos. Es, en fin, un papel que un actor siempre debe agradecer, pues brinda múltiples ocasiones de lucirse. Yo soy hombre de acción directa y eso es lo que exige mi parte. En ésta, como en otras que he interpretado, tampoco me dan tiempo a arrepentirme, me matan —dice sonriendo Tomás Blanco—. ["En Barcelona se rueda...", en RadioCinema, núm. 167, abril de 1950.]

En La literatura española en el cine nacional escribe Luis Quedada que “el conjunto rezuma artificiosidad y antinaturalidad”, algo que hasta ahora nunca se le había achacado a la obra de Jerónimo. En la misma línea, los censores alabarán la realización y la fotografía, pero se quejarán de la vulgaridad del argumento. [AGA, 36/03383] también la crítica contemporánea tildó su labor de "correcta", de "irregular" el guión" y se volcó con el trabajo de Georges Périnal:

Capítulo aparte, por su excepcionalidad, merece la fotografía. Luces, enfoques, todo en ella es realmente magnífico y, aunque parcos por principio en los ditirambos, bien podemos asegurar en el caso concreto que nos ocupa, que es probablemente la mejor fotografía  que hemos visto en películas nacionales, haciéndose acreedores sus artífices al más encendido elogio. Interiores y exteriores captados a la perfección, dan al espectador en todo momento una impresión realista de lo que presencia, prestando fuerza al desarrollo del guión, resaltando la labor interpretativa y ayudando en forma muy eficiente al éxito de la empresa. [J. F. V.: "Fémina: El señorito Octavio"", en La Vanguardia Española, 27 de junio de 1950, pág. 19.]

Los hermanos Mihura buscan un nuevo proyecto para Emisora. Miguel quiere que sea “popular, neorrealista, actual, muy español y que además, por su idea, pueda tener un premio”. Esta idea, que debía desarrollarse sin “mistificaciones, ni adulteraciones de películas americanas”, no cuaja en la forma que esperan y entonces recurren a un enredo amoroso a cuatro bandas con todos los elementos de la comedia screwball de cuyo patrón habían conseguido zafarse en Mi adorado Juan. Me quiero casar contigo escapa por la vía del absurdo al modelo canónico de Emisora Films.Se trata, nuevamente, una película perdida. De la detallada reconstrucción argumental realizada por López Izquierdo apuntamos lo esencial: un enredo de dobles parejas. Laura (Virginia Keiley) piensa que Ramón (Fernando Fernán-Gómez) ha dejado de quererla porque después de ocho años de relaciones le pide que se case con ella. Roberto (Manolo Morán), el amigo de ambos, también está enamorado de Laura. Mientras tanto, Ramón se dedica a decorar el chalecito donde vivirán felizmente casados y así conoce a una dependienta de los almacenes “El Dulce Hogar”, Rosita (Elena Espejo), por la que siente algo más que simpatía. ¿Y si no, a qué viene comprar todas las lámparas de la sección en que ella trabaja? Laura es vedette y frívola; en cambio, Rosita es una muchacha modesta, muy de su casa, en la que hay hasta gato.Los enredos que conducen al final feliz de Ramón y Rosita, tienen su contrapunto en el final de los otros dos lados del cuadrilátero amoroso:

Laura. - Pues bien, Roberto... Estoy decidida a todo... Al fin voy a poder hacerte feliz...
Roberto (off a través del teléfono). - ¡Vida mía! ¡No sabes la alegría que me das!
Laura. - Cuando tú quieras, nos casamos.
Roberto (incorporándose sobresaltado). - ¡¿Cómo que nos casamos!?
Laura (off). - Naturalmente ¿Qué habías pensado entonces?
Roberto. - No, yo no había pensado nada, pero la verdad…
Tranquilizado personalmente por los censores, Francisco Ariza da el visto bueno al inicio del rodaje. La crítica no es buena. Algunos comentaristas le reprochan su frivolidad moral, otros ven codornicismos en cualquier proyecto de los hermanos. Sólo alguno disiente:
Podemos asegurar categóricamente que si en España hay un director con vena del más fino humor, ese es, a no dudarlo, Jerónimo Mihura. [... ] La sencillez de Mihura se complace con las cosas baladíes y sin casi fondo psicológico. Cada cinta de este director es un retazo de la vida misma, una pura anécdota. Diríase que no hace otra cosa que anotar en un block cuanto ocurre a su alrededor... [Sant Duaso: Cort, 9 de junio de 1951.]
Me quiero casar contigo será la última colaboración cinematográfica entre Jerónimo y Miguel. No obstante la relación fraternal no se apaga.

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