El desarrollo inicial es bastante similar al de la película acabada: José Luis trabaja en una funeraria y termina acostándose con Carmen, la hija del verdugo Amadeo, que es la única que no se asusta al enterarse de su oficio. Carmen queda embarazada y, a pesar de las intenciones de José Luis de escurrir el bulto, termina casándose con ella. La jubilación de Amadeo y la posibilidad de acceder a un piso, obligan a José Luis a postularse al puesto de ejecutor. Todo va viento en popa, hasta que la administración que le ha concedido el piso y le ha estado pagando religiosamente el sueldo por no hacer nada, lo reclama para una ejecución en Palma de Mallorca.
En esta versión ya se encuentra la escena matriz de la película, que también tiene peso considerable en la breve sinopsis que acompaña el proyecto en el trámite administrativo:
Un grupo de gentes bondadosas animan al desgraciado a ir por su pie hasta el lugar en que va a morir. José Luis, espantado, manifiesta su sorprendente decisión: se niega a actuar. El grupo que acompaña y anima a bien morir al reo se parte en dos y una de estas partes se dedica a animar a bien matar a José Luis. Durante unos instantes, condenado y verdugo caminan sostenidos por sus benefactores, que les prodigan frases de ánimo y de conforte.Sin embargo, el personaje de Carmen carece del desarrollo que tendrá más adelante, aunque desplaza a José Luis del desenlace, toda vez que la pareja viaja sola a Palma, sin la compañía de Amadeo y el niño, que tanto peso tendrán en la versión definitiva. De ahí que en el final de la primera versión sea radicalmente distinto del definitivo:
Carmen espera en el muelle. Y llega José Luis. Sí, lo ha hecho. Le entrega a su mujer el sobre que contiene la prima que ha recibido y Carmen rompe a llorar desconsoladamente, por su marido, por ella, por la Justicia y por todos.La segunda versión se presenta a censura previa el 8 de abril, está ya firmada por los antedichos y Ennio Flaiano y se enmarca en el acuerdo de coproducción —el setenta por ciento es asumido por la empresa española y el treinta por ciento restante por la compañía italiana de Moris Ergas, Zebra Films—. Estos porcentajes deben dotarse de contenido de una manera un tanto esquinada. En el segundo presupuesto se baraja también la figura del ayudante de dirección como parte de la aportación italiana, pero Berlanga terminará optando por confiar este puesto de responsabilidad a Ricardo Muñoz Suay, a la deriva tras el naufragio de Uninci provocado por el affaire Viridiana. Así que terminarán conformando el equipo italiano apenas cuatro personas y deberán cubrir un coste de 6.600.000 pesetas, frente a los 15.400.000 que aporta la compañía española. Se lleva la parte del león Nino Manfredi, que interpreta al protagonista, relegando así a José Luis López Vázquez —la elección inicial de Berlanga y Azcona— al papel de hermano. Manfredi recibe por su trabajo 4.100.000 pesetas que debería pagar semanalmente Zebra Films. Emma Penalla y José Isbert, los protagonistas españolas, cobran la décima parte. El único otro intérprete italiano con un papel de cierto peso es Guido Alberti, que encarna al director de la prisión, así que el resto del coste debe ser asumido por el director de fotografía, Tonino Delli Colli y el guionista Ennio Flaiano, quien ya había colaborado con Berlanga en la versión italiana del guión de Calabuch / Calabuig (Luis G. Berlanga, 1956).
Pero es en el libreto donde el presupuesto queda descompensado. En el proyecto inicial, Azcona y Berlanga asumían al alimón el argumento y el guión y percibían conjuntamente 750.000 por este trabajo. En el nuevo presupuesto Berlanga cobra 250.000 por el argumento en exclusiva, además de su sueldo como director, en tanto que Azcona y Flaiano reciben cantidades equivalentes de medio millón de pesetas cada uno. Éste extremo consta en el acuerdo de coproducción, artículo 3, apartado c:
Escenificación. La escenificación y los diálogos de la película serán redactados por los señores Luis Berlanga y Rafael Azcona en colaboración con el señor Ennio Flaiano.Desde su colaboración en Calabuch, Berlanga había expresado en repetidas ocasiones su deseo de volver a trabajar con Flaiano. Valga como ejemplo una carta del 25 de enero de 1958:
lo primero que les pido [a los de Uninci], que es tu presencia aquí —o la mía en Roma— me lo niegan rotundamente, diciendo que no pueden arriesgarse a pagarnos un guión y unas dietas para que al final lo eche abajo la censura o mi capricho, pues me atribuyen esta facultad de ser un indeciso, facultad terrible para la industria cinematográfica.Manfredi asegura que, apenas recibió el guión de Azcona y Berlanga se puso, con la ayuda de Flaiano, a adaptar el personaje a sus características.
Juntos partimos en un avión a España. La producción nos había dado billetes de segunda clase, no nos consideraban importantes y teníamos bastante miedo. Ninguno de nosotros quería confesarlo, y durante el viaje estuvimos hablando como locos, sin parar un momento. Al llegar a Madrid, bajamos del avión por la escalerilla de cola y vimos a una pequeña multitud esperando alrededor de la escalerilla de primera de clase. Supusimos que sería por la llegada de Sophia Loren, que estaba rodando en España con los estadounidenses, y nos acercamos nosotros también a fisgar. En ese momento, el comandante del avión, que me conocía, hizo un gesto, señalándonos: nos dimos cuenta entonces de que nos estaban esperando a nosotros. En ese momento, Flaiano echó a correr y desapareció. Ya no volvimos a verlo.En sucesivos recuentos, Berlanga recuerda como principal aportación del escritor italiano, la suavización del final. Frente a la frase brutal con la que se cerraba este primer guión —“Me tendré que comprar una muñequera hasta que me acostumbre”— parece que fue Flaiano quien propuso el billywilderiano: “Eso mismo dije yo la primera vez”. Pero en otras ocasiones, se muestra mucho más taxativo:
Era un tipo maravilloso, estupendo, al que adorábamos todos los amigos españoles […] Fue un guionista muy adorado por Federico Fellini y, en concreto, ahora que lo pienso, creo que en El verdugo no hizo nada.
No sería el único problema surgido de la coproducción. El 27 de junio de 1963 Nazario Belmar remite un escrito a la Dirección General de Cinematografía para dar cuenta de que la productora italiana está incumpliendo el contrato de coproducción y que el organismo se interese ante su homólogo italiano —la Direzione Generale dello Spettacolo— por esta anomalía. Entretanto, Nino Manfredi se ha negado a rodar el día 3 de junio y ha sido Naga Films la empresa que ha tenido que cubrir la parte proporcional del pago semanal del actor, del cual se iba a hacer cargo íntegramente Moris Ergas. Dos semanas después un nuevo escrito de Naga Films confirma que Zebra Films ha empezado a hacer efectivos los pagos.
Aunque Manfredi habla de su trabajo con Flaiano para adecuar el personaje de José Luis a sus características como actor, poco podemos deducir del alcance de la intervención del literato italiano en las modificaciones introducidas en el libreto. Buena parte de ellas obedecen a las exigencias de la comisión de censura previa, que, en su informe final de junio de 1963, pone objeciones a quince de las treinta escenas de las que consta el guión original. La mayoría de ellas tienen que ver con las efusiones entre José Luis y Carmen, pero también a la presencia de damas de la buena sociedad en las dos ejecuciones y, sobre todo, al tratamiento que se da a los personajes que representan al funcionariado, a la magistratura, a las instituciones militares y a la iglesia católica. A pesar de estas recomendaciones, Víctor Aúz, uno de los vocales de la comisión, asegura que no encuentra nada especialmente reprobable en el guión, aunque, “conociendo la identidad de sus realizadores, existen en él una serie de insinuaciones que pueden hacer que de él resulte una película con muchos peligros”. De la misma opinión es el jesuita Carlos María Staehlin, quien argumenta que, “aunque abunda en cosas de no muy buen gusto, no atenta gravemente contra las Normas de Censura”.
Entre las secuencias que levantan recelos por su asociación entre Tánatos y Eros están las dos en que José Luis y Álvarez acuden a un domicilio particular para trasladar un cadáver y Álvarez se dedica a perseguir a la criadita en tanto que José Luis pretende escaquearse para ir a acostarse con Carmen (secs. 7 y 8 en la primera versión) y una en la playa de Palma de Mallorca (sec. 26) en la que Carmen descubre el mar y José Luis debe irse a ver al reo y que culminaba con un plano en el que “la sombra del maletín se proyecta sobre unos fenomenales cuerpos de mujeres que toman el sol en bikini”.
Las dos primeras escenas serán sustituidas por una en el aeropuerto de Barajas en el que una viuda joven no reconoce a su difunto marido estadounidense y en la que Azcona y Berlanga bromean sobre la presencia de Charlton Heston en España para el rodaje de 55 Days at Pekin (55 días en Pekín, Nicholas Ray, 1963). También se cuela aquí una referencia solapada a la presencia de las fuerzas aéreas estadounidenses en España y a la posibilidad de que transporten armamento atómico.
Otras dos escenas que desaparecen en la redacción del nuevo guión tenían lugar en el interior y el exterior del sotanillo-sastrería de Antonio (secs. 17 y 18), el hermano de José Luis, adonde acuden éste y Amadeo a solicitar una recomendación, toda vez que la petición al académico Corcuera no ha surtido efecto. La anterior (sec. 16), localizada en la Real Academia Española, pervive en la segunda versión del libreto, pero es sustituida en rodaje por otra cuya acción se desarrolla en la Feria del Libro del paseo de Recoletos. Amén de cambiar el sentido de la misma —Corcuera accede a facilitar la sinecura por intercesión de Amadeo, que actuó como consultor en uno de sus libros— Berlanga y Azcona aprovechan para incluir unas cuñas publicitarias por megafonía que, finalmente, no llegan a la pantalla. La caseta en la que firma el académico pertenecería a la Editorial Naga y entre los asistentes de la tarde se encontraría el propio Azcona firmando Los europeos, que “refleja de manera valiente y directa los problemas de la juventud española en la cosmopolita Ibiza de hoy y será llevada muy pronto a la pantalla”.
La última supresión de peso atañe a las dos secuencias de la cafetería en la que inicialmente trabajaba Carmen (secs. 3 y 14). En la segunda de ellas había otra indicación censorial que pedía la supresión del diálogo “¡Dos niños al año vamos a tener con este invento!”, en el que José Luis se refería al nuevo colchón de muelles que van a comprar para el nuevo piso gracias a sus emolumentos como funcionario de Servicios Especiales.
En cambio, Berlanga decide sobre la marcha rodar la escena de la bronca a la salida de la pagaduría, cuando José Luis intenta restablecer la paz entre dos hombres encolerizados (Goyo Lebrero y Agustín González) que discuten violentamente por el modo en que uno de ellos ha mirado a la mujer del otro.
En la entrada a las Cuevas del Drac la primera versión del guión indica genéricamente que “el rodaje se ajustará a las posibilidades del escenario”, mientras que el segundo detalla que Carmen y José Luis entran al espectáculo detrás de
unas chicas suecas estupendas, en short […] CARMEN va mirando el trasero de una de las chicas que le precede, un trasero que es una maravilla, de carne firme y musculosa, perfectamente modelado, a través del cortísimo short. Le dice a JOSÉ LUIS muy seria, si demasiada mala intención, mecánicamente:
CARMEN
No me digas que no es un asco… Estas extranjeras…
JOSÉ LUIS, al cual el trasero le gusta lo suyo, asiente con la cabeza.
CARMEN insiste:
… es que son sucias, mira, mira qué pelos…
JOSÉ LUIS mira el cabello de la chica, limpio, joven, fresco, maravilloso pero… despeinado con la gracia extraordinaria de la naturalidad. Y JOSÉ LUIS, que está enamorado de su mujer a pesar de todo, JOSÉ LUIS, que lleva a CARMEN de la mano, asiente otra vez hipócrita pero consecuente consigo mismo.
Con tomar otro camino en su resolución final, el nuevo desarrollo no resulta en absoluto anecdótico. José Luis coquetea con tres turistas a las que fotografía y que no dejan de apreciar sus cualidades de latin lover. Despierta de este modo los celos de Carmen, que se había despistado comprando unas postales para enviar a Madrid.
Otras secuencias, como la del colchón nuevo, se ruedan tal como fueron escritas, por mucho que la censura previa hubiera advertido sobre la necesidad de aligerarla y de que la censura a posteriori interviniera sobre ellas.
Addenda del 27 de mayo de 2021: La secuencia final de la primera versión tal cual está publicada en el Berlanga Film Museum:
Una mañana maravillosa, todo lo maravillosa que sea posible. El puerto de Palma, desde el ángulo más espectacular, con la ciudad al fondo, dorada por el sol. En un muelle y al pie de la escala de un barco de pasajeros, CARMEN, con una maleta, espera. Por la escala sube al barco gente que ha terminado sus vacaciones. Desde la borda se despiden otras personas, riendo, haciendo chistes y encargos, recibiendo recuerdos. CARMEN está nerviosa, mirando hacia la carretera que desemboca en el muelle. El barco hace sonar su
SIRENAZO
Cuando convenga llega un jeep a toda velocidad, frena, se detiene, y de él se apea JOSÉ LUIS, con su maletín en la mano. JOSÉ LUIS corre hacia CARMEN.
JOSÉ LUIS.- Vamos, vamos…
Suben por la escala corriendo, y ya en el barco buscan dos sillas de cubierta. Estas sillas deben estar situadas de manera que la pareja siga teniendo un fondo de película en tecnicolor. Durante un segundo, JOSÉ LUIS se dedica a recobrar el aliento. CARMEN lo mira, sin atreverse a preguntar nada. Luego, JOSÉ LUIS saca de un bolsillo un sobre y se lo entrega a su mujer. Ella queda sorprendida, con el sobre en la mano, y mira a su marido. Musita
CARMEN.- Entonces…
JOSÉ LUIS se pasa una mano por los ojos. Dice, con la cabeza baja, fastidiado o avergonzado.
JOSÉ LUIS.- Sí, sí, sí…
CARMEN, siempre con el sobre en la mano, aparta la mirada de JOSÉ LUIS y la fija en el vacío. Triste, pregunta
CARMEN.- ¿Has… podido…
JOSÉ LUIS se toca la muñeca de la mano derecha, como si le doliera
JOSÉ LUIS.- Me han obligado… No había solución…
Mira a su mujer en busca de su aprobación. Y dice
JOSÉ LUIS.- Tenía que hacerlo…
Mira a su mujer buscando su aprobación y sigue, como disculpándose
JOSÉ LUIS.- Horrible…
Ella lo mira a los ojos, tristísima. JOSÉ LUIS, que sigue tocándose la muñeca, dice
JOSÉ LUIS.- Me tendré que comprar una muñequera hasta que me acostumbre.
Suena la sirena del barco y retiran la escala.
SIRENAZO
CARMEN empieza a llorar silenciosamente, y JOSÉ LUIS la abraza y deja caer la cabeza sobre el pecho de su mujer. Los sollozos empiezan a sacudir a CARMEN, que llora por su marido, por ella misma, por todos… incluso por los turistas que, en una embarcación de recreo, cruzan bajo el barco acompañados por la música que alguien hace en cubierta para que todo sea perfecto.
FIN
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