domingo, 7 de noviembre de 2021

la amargura de luis lucia (10)

Más películas con Luis Sanz

En 1964 Luis Sanz y Rocío Dúrcal crean la marca Cámara P.C. El argentino afincado en España Luis César Amadori dirigirá las cinco primeras películas de la cantante, actriz y empresaria para esta productora. En 1969 Sanz funda Moviola Films, de la que es administrador único. Con ella produce Pepa Doncel (1969), el regreso de Lucia a la órbita de Rocío Dúrcal. Aunque la cantante no aparece en esta ocasión en la pantalla, sí que lo hace Junior, con el que contraerá matrimonio un año más tarde. Éste está también representado por Luis Sanz y acaba de romper su sociedad musical con Juan Pardo. Encarna Junior a un joven inquieto, que se supone que hace “canción protesta” cuando quiere denunciar algo que no le parece, según le espeta Veva (Maribel Martín) a su madre (Aurora Bautista), ahora honorable viuda de Rodríguez de Medina, pero en tiempos chica de alterne con el nombre de Pepa Doncel. Fue entonces cuando conoció a Gonzalo (Juan Luis Galiardo), un chulo que no se quiso hacer cargo de su hija, pero que reaparece con no se sabe qué intenciones cuando ella regresa a España.

Jacinto Benavente había escrito su obra en 1928 para que Lola Membrives interpretara el desgarrado papel titular. El drama, ambientado en una capital de provincia, no dejaba títere con cabeza y fustigaba por igual a la jerarquía eclesiástica que al caciquismo, poniendo en solfa la hipocresía de la buena sociedad. En la adaptación de Lucia y de Antonio Gala no sólo cambia el final del drama benaventino y la circunstancia histórica. Pepa Doncel no es ya una artista de medio pelo, sino una trotacalles añorante de su pasado. También queda atrás el ambiente provinciano; el escenario es ahora el del Madrid de la especulación inmobiliaria. Y si los zaheridos por la crítica son hombres de negocios y aristócratas, Pepa Doncel tiene su momento de redención cuando decide que no va a construir en uno de sus solares unas instalaciones deportivas para que los acaudalados propietarios de los pisos jueguen al tenis, sino casitas bajas donde realojar a los chabolistas expropiados. Para ello cuenta con la complicidad de un cura postconciliar (Fernando Guillén): un personaje creado ex novo, pero que tendrá recorrido a lo largo de toda la trama. Por el contrario, muchas réplicas y epigramas de Benavente sobreviven a la adaptación e, incluso, Lucia subraya algún mutis de final de acto que es su día arrancaría los aplausos del público, como ese “¡Por mis muertos que hoy me va a oír ese zángano de colmena! ¡Por éstas que me oye! ¡Vaya que si me oye! Ése, hoy, se acuerda de mí”.

La cinta se presenta como la recuperación de Aurora Bautista para el cine español después de su paso por Italia. Lucia se pone a su servicio y soporta —o quién sabe si alienta— los excesos interpretativos de la diva, sobre todo en las dos escenas de las borracheras con sus viejas compañeras del cabaret La Tropical. Mercedes Vecino, Gracita Morales, María Asquerino y la vieja cupletista cómica Amalia de Isaura tienen papeles de cierto peso, pero nunca como para que hagan sombra a Aurora Bautista.

Finalizado este proyecto, Rocío Dúrcal rueda un título más para Cámara P.C. La novicia rebelde (1972) se proclama “versión libre” de La hermana San Sulpicio. En realidad, es una puesta al día del guión que Lucia y Colina habían elaborado para la cinta protagonizada por Carmen Sevilla. Como el cielo y los amorcillos iban a parecer un tanto rancios en 1972, es la propia actriz —aún no se nos ha indicado que esté interpretando ningún personaje, salvo por su impostado acento andaluz— la que se dirige al objetivo para aseverar que los emparejamientos amorosos son cosa del destino y que de nada vale luchar contra él. Cuando el doctor Sanjurjo (el mexicano Guillermo Murray) recibe la oferta de dirigir una clínica en Granada, la protagonista argüirá que la necesidad de ir a buscar un médico a México tiene que ver con que la película sea una coproducción y el galán, por tanto, tiene que venir de América. Aunque luego no quede rastro de este carácter de coproducción transatlántica, los temas de Agustín Lara avanzan la futura evolución de la carrera de su protagonista, que no volvería a rodar otra película de carácter musical. Los números de ésta revisten el carácter de ensoñaciones. Las coreografías de José Granero tienen lugar en decorados altamente estilizados, reforzados por el vestuario de Pertegaz. El engarce entre ambos registros se produce de manera fluida, por lo cual no hay más remedio que felicitar a Lucia, aunque hoy en día los arreglos musicales de Gregorio García Segura resulten tan empalagosos como el argumento de la novicia enamorada. Disiente de esta opinión López Sancho:

Espectáculo limpio, decididamente apartado de tanta rijosidad como ahora se comercializa en la producción cinematográfica nacional, que se queja de la censura pero explota hasta el límite las libertades que en cuanto a suberotismo se lo otorgan. Buen ejemplo de lo que debe ser una comedia musical a la española, es decir, con valores originales que no excluyen la incorporación de la música más en boga. [...] buen trabajo de Luis Lucia, que ha logrado un relato bien ligado, muy atractivo por la luminosidad de los escenarios y de la fotografía. [Lorenzo López Sancho: “Informaciones cinematográficas: La novicia rebelde, buen camino para la comedia musical cinematográfica española”, en ABC, 16 de marzo de 1972, pág. 92.]

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