domingo, 2 de enero de 2022

británicos en puigcerdá en vísperas de la guerra civil

Había leído en alguna ocasión que en The House of the Spaniard (Reginald Denham, 1936) se aludía vagamente a la Guerra Civil española. Al menos, eso dice la ficha del British Film Institute: https://www2.bfi.org.uk/films-tv-people/4ce2b6acb28de. En obras de referencia se menciona también  un posible rodaje en localizaciones españolas, aunque otros especialistas en cine británico aseguran que se rodó íntegramente en Liverpool y alrededores.

El hecho de que la cinta forme parte de la producción autóctona dedicada a cubrir la cuota de distribución del todopoderoso cine estadounidense —las conocidas como quota quickies, rodadas con un presupuesto de a libra el pie de película, o sea, entre las seis mil y las diez mil libras esterlinas en el mejor de los casos— invitaba a pensar en un rodaje de doce días en estudio, que era como habitualmente se resolvían estas producciones. [Steve Chibnall: Quota Quickies: The Birth of the British B Film. Londres: British Film Institute, 2007, pág. 48.]


Pues bien, tras ver la película y rascar un poco en su producción, todas estas presunciones han resultado erradas. Para empezar, The House of the Spaniard es una producción de la independiente Phoenix Films rodada en los Ealing Studios y distribuida por Associated British Film Distributors. Basil Dean, responsable por entonces de los estudios, había creado esta distribuidora para dar salida a las películas de producción propia y otras rodadas en sus instalaciones tras renunciar a la venta a precio de saldo de sus películas a la filial británica de RKO en el verano de 1932. [Steve Chibnall: “A lad, a lass and the Loch Ness monster: The prehistory of Ealing”, en Mark Duguid et al. (eds.): Ealing Revisited. Londres: British Film Institute / Palmgrave-MacMillan, 2012, pág. 18.]

Por su parte, Phoenix Films era una iniciativa del jovencísimo Hugh Perceval —veinticinco años cuando empieza a destacar en este campo— con la colaboración del empresario teatral Reginald Denham y el guionista Basil Mason. Los tres han arrancado su aventura común cuando ruedan con la marca Venture Films The Jewell (Reginald Denham, 1933), adaptación de una novela de Edgar Wallace. Inmediatamente después se pone en marcha Phoenix Films con la adaptación de otra novela de corte policiaco y susceptible de ser rodada en un escenario prácticamente único: Death at Broadcasting House (Reginald Denham, 1934). Las páginas cinematográficas del diario español La Voz se hacían eco de la propuesta:

Un joven cinematografista de veinticuatro años, Hugo Perceval, ha organizado una compañía productora de películas, llamada Phoenix Films, cuya primera obra, La muerte en la estación radiotransmisora, se está rodando actualmente en las salas londinenses.
Aunque esta cinta ha costado sólo unas 15.000 libras esterlinas —cifra modestísima comparada con las grandes sumas que gasta Hollywood en sus películas— la fotografía es buena, los actores trabajan bien y el argumento es interesante pues traslada por primera vez a la pantalla escenas íntimas de la vida diaria que realmente se lleva en una gran estación transmisora como la de la British Broadcasting Corporation.
Hugo Perceval, a quien secundan en sus actividades el empresario teatral Reginald Denham y el libretista Basil Mason, declara que su intención es “trabajar sin aparatosidades y utilizar buenos actores, aunque no sean estrellas, sin gastar grandes sumas de dinero, y no realizar nunca más de una película a la vez”... [“Un film modesto... allí”, en La Voz, 9 de julio de 1935, pág. 4.]

Sus siguientes intentos son The Silent Passenger (Reginald Denham, 1935) y Calling the Tune (Reginald Denham, 1936). El actor cómico Peter Haddon, presente en casi todas las películas del grupo, asume en la primera de ellas el papel de lord Peter Wimsey, el detective aficionado de un ciclo de novelas de Dorothy L. Sayers. La prevalencia de interiores, la progresiva falta de interés en la intriga y cierta tendencia a no tomarse el argumento demasiado en serio lastran el resultado de The Silent Passenger y, al tiempo, nos preparan y no nos preparan para lo que nos espera en The House of the Spaniard.

El material de partida sobre el que trabaja Basil Mason es una novela de Arthur Behrend publicada en 1935. Antes que novelista, Behrend es directivo de la naviera Bahr, Behrend & Co., que mantiene líneas de transporte marítimo entre Liverpool y Santander y Bilbao desde mediados del siglo XIX. Al parecer, en 1921 pasó un periodo de formación en las oficinas de Bilbao de la naviera y visitó también Cataluña. Su viaje por los Pirineos sirvió sin duda de base a la peripecia del protagonista de su novela, David Gray, empleado de la compañía marítima Armada, de Liverpool. La naviera es propiedad de don Pedro de Guzmán, que al parecer no sólo se dedica a tráficos lícitos con la península ibérica, sino que también envía dinero y armas para financiar la revolución. 

  

Cuál es harina de otro costal. No he podido leer la novela de Behrend y la película resulta tan sumamente ambigua que es imposible saber quién está de qué lado. Además, algunas sinopsis de la obra literaria aluden a la Guerra Civil sin tener en cuenta que se publicó en agosto de 1935, con la CEDA en el gobierno. ¿Se referirá la novela a la revolución de octubre de 1934 y a la proclamación del estado catalán por parte de Lluís Companys?

Tampoco la película es mucho más clara. El argumento de la misma muestra al enamoradizo David Gray (Haddon) rodando Fen Hall —la casa del español del título— porque va tras la bella Margarita de Guzmán (la actriz alemana Brigitte Horney). La mansión está aislada en mitad de las marismas y fuertemente protegida. Cuando un cazador aparece supuestamente ahogado tras salir los vigilantes en su persecución, David decide darse otra vuelta por allí y descubre que don Pedro (Allan Jeayes) y su lugarteniente Ignacio (Jean Galland) se dedican al tráfico de armas. David los sigue hasta el Santa Barbara, fondeado en el puerto de Liverpool, pero allí es secuestrado y trasladado a España. David permanece encerrado en una masía del Pirineo bajo la vigilancia de un tal Orlando (Hay Petrie). Margarita logra liberarlos e Ignacio sale en su persecución.

 

El descarrilamiento del tren en el que viaja David y su supuesto fallecimiento sirven únicamente para que nuestro héroe descubra que Ignacio está traicionando a don Pedro y, una vez resuelto el asunto, contraiga matrimonio con Margarita en el barco de vuelta a Liverpool desde Barcelona.

Tampoco aquí hay manera de desentrañar qué lealtades guardan don Pedro e Ignacio. En febrero de 1936 ha ganado las elecciones municipales el Frente Popular y Manuel Azaña vuelve a formar gobierno, al tiempo que fracasa un golpe militar promovido desde el parlamento por José Calvo Sotelo y José María Gil Robles y desde el ejército por los generales Franco, Sanjurjo y Goded, que encabezarán la sublevación con Mola apenas cinco meses más tarde. Pero en la película, que tuvo que rodarse justo entonces, no aparece ni la Guardia Civil, ni el ejército, ni milicianos de ninguna clase. Por allí pegan tiros unos cuantos paisanos sin que logremos tener ninguna pista de lo que ocurre.

Pero la película debió rodarse en pleno clima prebélico. A finales de marzo de 1936 Variety anuncia que Jean Galland viaja de París a Londres para incorporarse al reparto de la cinta. Y, contra todo pronóstico, aparte de los abundantes exteriores en Liverpool y alrededores, el equipo se desplaza a los Pirineos para rodar buena parte de los exteriores. Es raro no encontrar ninguna mención a la presencia del equipo británico en territorio español, pero el rodaje en Barcelona y en la estación de Puigcerdà resultan incuestionables.

Fuente: La Cerdanya Film Comission

Denham, activísimo en el cine en esta década —una veintena películas en seis años—, lo abandonará poco después. Triunfará en Broadway durante los cuarenta y los cincuenta, generalmente con obras policiacas como Ladies in Retirement, The Two Mrs. Carrolls, Dial M for Murder o Bad Seed, de Maxwell Anderson.

Perceval produce tres títulos más con Phoenix Films que dirige Edmond T. Dréville y luego pasa a asociarse con Carol Reed, de modo que su nombre se relaciona habitualmente con grandes éxitos de público como The Third Man (El tercer hombre, 1949) o The Man Between (Se interpone un hombre, 1953).

El equipo de montaje está encabezado por un fijo de los Ealing Studios: Thorold Dickinson. Éste codirigirá con Sidney Cole para el Progressive Film Institute Behind the Spanish Lines (1938) y Spanish ABC (1938), dos documentales en apoyo de la República. Es lo más cerca que volverá a estar alguno de los implicados de la Guerra Civil.

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