domingo, 30 de enero de 2022

desnudos exigidos por la unidad total del film (pero no tanto)

Ya hemos hablado por aquí con anterioridad de Terapia al desnudo, un acercamiento a la comedia sexy que Pedro Lazaga dirigió en otoño de 1975 y que se estrenó en la primavera de 1976. La fecha no es una cuestión baladí porque en pleno trajín de cambio de régimen el cine español se veía seriamente afectado por la descapitalización del Fondo de Protección a la Cinematografía sobre cuya percepción se había articulado la industria desde los tiempos de José María García Escudero. Su cese como director general en 1967 supuso una serie de vaivenes, tanto en la denominación del departamento ministerial como en sus titulares. El recrudecimiento de la censura en estos años, sobre todo bajo la tutela de Enrique Thomas de Carranza, conoció una tibia atenuación en febrero de 1975, cuando, con Rogelio Díaz Alonso al frente de la nuevamente denominada Dirección General de Cinematografía, se publican unas normas cinematográficas que, en el punto 9 del artículo primero, vienen a proclamar que "se admitirá el desnudo, siempre que esté exigido por la unidad total del film, rechazándose cuando se presente con intención de despertar pasiones en el espectador normal o incida en la pornografía". ["Orden del 19 de febrero de 1975 por la que se establecen normas de clasificación cinematográficas", en el Boletín Oficial del Estado, núm. 52, 1 de marzo de 1975, pág. 4314.]


La coartada de la "exigencia del guión" estaba servida y qué mejor argumento para ponerla en práctica que éste de los poderes hipnóticos del personaje anónimo y amnésico interpretado por José María Íñigo para desnudar a cuanta señorita se le cruzara en el camino. Aunque a lo largo de los diez rollos Carmen Sevilla conservaba siempre la combinación o una púdica sábana, María Salerno, Rosa Valenty y una actriz de raza negra que no aparece acreditada prescinden del sujetador en alguna secuencia. 

La Junta de Calificación Cinematográfica emitió un minucioso informe el 8 de marzo de 1976 pidiendo una serie de cortes sobre estos planos que perviven -los cortes, no el material censurado- en las copias editadas en VHS.

 

En estos fotogramas con tan escasa definición y ruido electrónico han quedado las marcas de cello exactamente en los puntos en los que los censores exigieron la acción de la cuchilla para que la película pudiera ser estrenada "exclusivamente para mayores de 18 años". Son los siguientes...

ROLLO 2º.- Pasará el corte de los ojos de Íñigo a Carmen Sevilla, entrando en la habitación, con la enfermera reflejada desnuda en el espejo.


Las dos veces que M[anolo] Zarzo abre la puerta quedará así: Abrirá y cerrará la puerta sin solución de continuidad, sin que apenas se vea a la enfermera. La entrada de A[lfredo] Mayo deberá arreglarse para suprimir de la enfermera desnuda.

ROLLO 7º.- La negra desnudándose y antes de que se quite el sostén empalmarla con el mismo personaje entrando ya en la cama de Íñigo.

ROLLO 9º.- De la secuencia de Íñigo y la recepcionista, se suprime el plano en que ella se quita el sostén. Cuando la cabeza de Íñigo oculta a la enfermera se pasará [a] planos de piernas de ellos. 

 

 

Cuando uno de los médicos pregunta algo a la recepcionista, ésta tendrá ya los brazos cruzados ocultando el pecho.

El estreno de La trastienda (Jorge Grau, 1975), el 23 de febrero de 1976, ha hecho saltar todas las alarmas. El obispado de Sigüenza-Guadalajara publica un comunicado en el que se afirma que "las nuevas normas de censura cinematográfica, a pesar de su flexibilidad permisiva, no se cumplen por las empresas productoras de películas con la tolerancia del organismo oficial competente, en relación al desnudo". [Citado por Lluís Bonet Mojica: "Cuando nuestro cine se destapó", en La Vanguardia, 25 de enero de 2001.] Entre las películas tildadas de pornográficas en dicho documento, además de esta Terapia al desnudo, se encuentran: Furtivos (José Luis Borau, 1975), Las adolescentes (Pedro Masó, 1975), Pim, pam, pum... ¡Fuego! (Pedro Olea, 1975), Yo soy Fulana de Tal (Lazaga, 1975), Las bodas de Blanca (Francisco Regueiro, 1975) y El Love Feroz o Cuando los hijos juegan al amor (José Luis García Sánchez, 1973), estrenada con dos años de retraso. Nótese que las cuatro últimas están protagonizadas por Concha Velasco, hasta poco antes "chica yeyé" del cine hispano y tormento de Manolo Escobar en los duelos entre lo moderno y lo tradicional en lo que a costumbres se refiere.

Pero volvamos a Terapia al desnudo... Para comprobar los progresos del tratamiento, los médicos dejan salir al amnésico de la clínica. Sin embargo, tendrán que devolverlo allí escoltado por una pareja de grises cuando está a punto de sembrar el germen del nudismo por las calles de Madrid. Bajo el influjo de su poder hipnótico, el mismísimo inspector Sánchez (Zarzo) da vivas a la libertad. Una libertad racionada, claro. Y circunscrita a la exhibición de pechos femeninos aún en pequeñas dosis.

 

Addenda del 09/06/2023:

Afirma Perla Cristal en una entrevista [https://www.aisge.es/perla-cristal] que ella fue la primera en enseñar los pechos en una película española -que no fuera en doble versión, claro- y que ésta fue precisamente El chulo (Pedro Lazaga, 1973). Asegura que llegó a recibir amenazas de muerte por los escasos fotogramas que dura este plano...

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