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domingo, 31 de agosto de 2025

codornicistas, león y quiroga (y 5)

Que Saturnino Ulargui creía en la viabilidad del proyecto es cosa segura. Teorizó sobre el mismo a tenor de las nuevas perspectivas de consumo cinematográfico en la España de la posguerra [Fernán: “Preguntas cinematográficas”, en Primer Plano, núm. 57, 16 de noviembre de 1941.] y apostó fuerte en su promoción. Carteles con sonoras proclamas que anunciaban la producción en lote, pero individualizada, aparecieron a finales de 1941 y principios de 1942 en Cámara y Primer Plano, las dos revistas especializadas de mayor difusión en ese momento.
 
Además, Ulargui opta por el llamativo formato de los programas de mano troquelados, con los que hemos ido ilustrando estas entradas. En buena lógica, salvo en el caso de Verbena y A la lima y al limón, todos se centran en motivos andaluces: la guitarra, el sombrero calañés o cordobés, la botella de manzanilla... La estrategia de fidelización pasa por entregarle a cada espectador, junto con su entrada, una hoja con la letra de las canciones en cuyo pie se advierte: "Al acabar de proyectarse esta serie de películas habrá usted reunido, si conserva este impreso, las más bellas canciones que canta toda España".

La operación no se detiene aquí. Si Miguel de Molina resulta poco promocionable debido a la caza de brujas a la que ha sido sometido por su notoria homosexualidad, Maruja Tomás y Miguel Ligero como actores y León y Quiroga como compositores siguen siendo valores firmes, así que la editorial Alas, especializada en publicaciones cinematográficas de quiosco, lanza al mercado unos cuadernillos a medio camino entre el cancionero y la novelización entre los que figuran Rosa de África, A la lima y al limón, Verbena y La Parrala. El precio, popular a más no poder: 1,25 pesetas.

Discos Odeón edita varios microsurcos grabados por Maruja Tomás y Miguel de Molina. En la cara A del primero de ellos va el Adiós a Madrid, de Verbena, y en la B el ¿Qué te pasa, Triniá? de La Parrala. En el otro, graba las dos canciones que canta en Rosa de África: Te lo juro yo y ¡Ay, chumbera!. La banda sonora de Manolo Reyes está conformada por La rosa y el viento y la colombiana Maldito sea el dinero, y la de Pregones de embrujo por El avellanero y La vamba (Coplas del columpio), todos por Miguel de Molina. Por su parte, La Voz de su Amo edita un disco con los otros dos temas de Rosa de África: en la cara A figura El viento se lo llevó, interpretada por Rafael Medina y la orquesta Montoliu, en tanto que en esta ocasión el Que Dios te ampare de Maruja Tomás queda relegado a la cara B.

Al tiempo que se estrena La Parrala en Madrid, Concha Piquer está interpretando esta canción y A la lima y al limón en el espectáculo que presenta en el Reina Victoria. Cuando Amalia de Isaura actúa en algún teatro, no duda en incluir la parodia francesa de La Parrala de Verbena, que “cosechó muchos aplausos”. [Hoja del Lunes (Barcelona), 10 de noviembre de 1941, pág. 7.] Ahora sin barba, claro. Ya en la década de los veinte, la Isaura incorporaba a su conjunto de parodias cupletísticas la de la "chanteuse calorri". Gloria G. Durán ha investigado estas parodias y ha puesto de relieve su aproximación burlesca a los fenómenos de la cultura contemporánea, como el ultraísmo. Cantaba entonces ella:

Que soy ultra, ultra, que soy ultraísta, / esto salta, salta, bien salta a la vista. / Pues yo tengo, tengo tal penetración / Que yo no soy de esta ge-ne-ración. [Citado por Gloria G. Durán: "¡Viva el gobierno cupleteril! De cómo la vanguardia se olvidó el cuplé y fracasó", en Mery Cuesta (ed.): Humor absurdo: Una constelación del humor disparatado en España. Bilbao, CA2M / Astiberri, 2020, págs. 234-235.]

Ulargui pone así en juego todas las sinergias que proporciona la industria relacionada con la cultura popular: grabaciones fonográficas, radio, cancioneros, novelizaciones, cartelería, tránsito de los escenarios a la pantalla y vuelta... Pero, pese a sus optimistas previsiones y a la intensa campaña promocional, las películas que componen Canciones conocen un destino adverso.

La serie debería de haberse prolongado más allá de los nueve títulos finalizados. En agosto de 1941, Primer Plano anuncia que, al mismo tiempo que Rosa de África, se está rodando el cortometraje “de ambiente madrileño” Juana y Manuela, y que apenas terminen éstos, comenzará el de La famosa tenora [“Primer Plano presenta su Noticiario Nacional n. 8”, en Primer Plano, núm. 46, 31 de agosto de 1941.]. Este último tiene toda la pinta, por el título y por el protagonismo de Amalia de Isaura, de ser un proyecto de Neville previo o paralelo a Verbena, aunque ninguno de los dos pasó los trámites de censura previa.
 
Verbena obtiene uno de los premios del Sindicato Nacional del Espectáculo al mejor cortometraje en 1941 y La Parrala se proyecta en el Festival de Venecia. Más allá de los intereses de Ulargui en Italia y de la urgencia, no se comprende la selección de esta obrita de circunstancias por parte de las autoridades españolas, teniendo en cuenta que el grueso de la muestra se nutre de la potente producción propagandística de Alemania e Italia y que España ha enviado Marianela (Benito Perojo, 1941), otra producción de Ulargi, y, en el apartado de documentales, Suite granadina (Juan de Orduña, 1940) y Boda en Castilla (Manuel Augusto García Viñolas, 1940). El premio que obtiene éste, opaca un tanto el brillo que pudieran haber tenido los otros dos cortometrajes. En palabras del delegado español, Joaquín Soriano:
Suite granadina llegó a Venecia el día antes del fallo. La curiosidad que en la producción española se había creado hizo, sin embargo, que se exhibiera, y una clamorosa ovación la acogió. La Parrala fue igualmente aplaudida y vista con extraordinario interés, pues constituiría la muestra de un género distinto. Basada en una canción popular, no necesitó para esta acogida que la popularidad de la canción fuera entendida de aquel público, para quien sonaba como cosa nueva. [“El delegado de España en la Bienal de Venecia habla a Primer Plano del certamen internacional”, en Primer Plano, núm. 50, 28 de septiembre de 1941.]
Maruja Tomás, su protagonista, asegura que tuvo más éxito fuera de España que aquí, pues se programó también en uno de los actos organizados por Falange Exterior en la Embajada de Roma apenas un mes después de su proyección en Venecia. [Rafael Martínez Gandía: "Maruja Tomás entrevista a Miguel del Castillo y viceversa", en Primer Plano, núm. 123, 21 de febrero de 1943.]

En Barcelona, el destino natural de las Canciones, de acuerdo con el diseño de Ulargui es el cine Publi del Paseo de Gracia. Inaugurado en 1932, fue el primer local en la península en especializarse en la programación de noticiarios y documentales exclusivamente, y además en sesión continua con un generoso horario que abarcaba de las once de la mañana a la una de la madrugada. Allí recala, por ejemplo La Petenera a primeros de enero de 1942. 

 

Dos meses después, U-Films presenta en el madrileño cine Imperial dos de las realizaciones de López Rubio: A la lima y al limón, con Miguel Ligero, y La Petenera, con Maruja Tomás. Al mismo tiempo se programa en el Calatravas un “extraordinario programa de variedades cinematográficas”, donde amén del noticiario pro-Eje Actualidades UFA y el documental Peñíscola, baluarte del Papa Luna (Salvador Gijón, 1940), constituyen el plato fuerte de la sesión La Parrala, Verbena y Rosa de África, las otras tres Canciones protagonizadas por Maruja Tomás.

El programa con estos cinco títulos iniciales gira por provincias y algunos títulos se presentan como complementos en salas de Barcelona. En La Coruña, por ejemplo, se estrena el lote —del que se ha descolgado Verbena—, apuntalando Rosa de África con evocaciones patrióticas bien cargadas de puntos suspensivos: “Tierras de heroísmo... La legión... Interpretaciones primorosas”. [Hoja del Lunes (La Coruña), 21 de diciembre de 1942, pág. 2.]

La prueba de que la estrategia de Ulargui no es ninguna chaladura es que unas semanas después Cifesa acomete una empresa similar con Gracia de Triana. El resultado serán los modestos sketches musicales dirigidos por Joaquín Cuquerella a partir de argumentos de José Palma Pregones del Albaicín (1941) y Flor de espino (1942). Otros dos más que figuraban en los planes de producción de la casa valenciana para la temporada 1941-42, titulados Andalucía baila y Solera [o acaso Soleá] del Sacro-Monte, nunca se completaron. [“Primer Plano presenta su Noticiario Nacional N.º 24”, en Primer Plano, núm. 62, 21 de diciembre de 1941.]

El proyecto de exhibir los cortos agrupados como un largometraje sólo tiene lugar en provincias y en Latinoamérica gracias a la popularidad que ha alcanzado allí Miguel de Molina. De todas formas, en España la idea no obtiene el beneplácito de la crítica: “U-films ha editado las Canciones, que bien hubieran podido servir de complemento de programa, por separado, pero como base del mismo nos parece un tanto excesivo”. La presentación conjunta no deja de poner en evidencia el carácter de viñetas de españolada de las que echan pestes los ideólogos y voceros del cine del Nuevo Estado:

No hemos de indignarnos demasiado si en coplas andan los dos personajes [La Petenera y la hija de La Parrala]. Pero si estas peliculitas van a servir como propaganda de mujeres que matan y bandoleritos a lo Diego Corrientes, mejor hubiera sido que U-Films dedicara su prestigio a otros menesteres y León y Quiroga siguieran haciendo canciones, que esto sí que está demostrado les produce mucho dinero, ya que no sean capaces de otra cosa mejor. Nuestra cinematografía merece otros horizontes que ya se han abierto y no hay que perder el tiempo en resucitar la “españolada” por “muy típica que sea y por muchas que sean las ganancias de los autores. [Javier de Montillana: “Liceo - Canciones cinematográficas”, en El Adelanto (Salamanca), 28 de enero de 1943.]

Como vimos, Javier de Montillana ya se había sentido exasperado con el estreno de A la lima y al limón. Y en su resumen de la temporada cinematográfica 1942-43 el reseñista salmantino insistirá en tildarlas de “desdichadas películas cortas” y teñirá la formación cosmopolita de Neville y López Rubio y los equipos internacionales conformados por Ulargui —Pahle, Schild, Steiner, Tourjansky...—  de sospechas xenófobas al afirmar que los cortometrajes “tienen aires de fuera”. [Javier de Montillana: “La pantalla: Producción nacional”, en El Adelanto (Salamanca), 27 de agosto de 1943.]

Saturnino Ulargui ha sabido bandearse entre la distribución de las películas de la Hispano Filmproduktion y las coproducciones con Italia durante la Guerra Civil y la II Guerra Mundial. Pero la derrota de las potencias fascistas supone el fin de su carrera como productor. Fiebre / Febbre (Primo Zeglio, 1943) es el último largometraje que produce. Hombre poco proclive a la rendición, maquina una huida hacia adelante. Si no puede realizar películas con Italia ni con Alemania las hará con los mismísimos Estados Unidos. En 1944 sella un acuerdo con el modesto estudio Republic Pictures, y dos años más tarde viaja a Hollywood y se fotografía con James R. Granger y Richard W. Altschuler firmando papeles. [Cámara, núm. 40, 1 de septiembre de 1944, y Radio-Cinema, núm. 128, 1946.] Pero la reorganización de la vida europea va a obstaculizar su futuro porque su nombre aparece en las listas negras estadounidenses que bloquean las relaciones con los antiguos colaboradores de los regímenes fascistas. Ufisa se ve obligada a abandonar la producción y a replegarse en la distribución. En este punto, la explotación de los cortometrajes protagonizados por Miguel de Molina es una cuestión de supervivencia empresarial. En los almacenes de U-Films se conservan catorce copias de cada uno de ellos, tiradas por Cinefoto en noviembre de 1941, cuando su estreno era inminente.

En septiembre de 1944 el representante de la distribuidora en Madrid solicita a la Dirección General de Cinematografía que las películas sean censuradas de nuevo. Para la sinopsis, remite a los informes de censura primigenios y añade la siguiente observación:

Esta película fue presentada a la Censura con fecha 5 de noviembre de 1941, quedando paralizados tales trámites a consecuencia de una orden de suspensión dictada en aquel interregno por la Dirección General de propaganda contra el actor Miguel de Molina, intérprete principal de la misma. [AGA, caja 36/03181.]

Esta vez, la comisión de Censura Cinematográfica de la Vicesecretaría de Educación Popular no pone inconvenientes a la presencia del cantante y bailarín exiliado, pero eleva la edad mínima de los espectadores a dieciséis años.

 

Es posible que la cartelería de estos cortometrajes estuviera preparada desde 1941. También que se realizara ex profeso en 1944 para apoyar el estreno, dado que no hemos conseguido localizar ningún cartel de las cintas protagonizadas por Maruja Tomás. Los nombres del director y del productor figuran en lugar prominente, pero también el de Miguel de Molina. Una silueta estilizada del cancionista y bailarín domina los tres carteles. En todos ellos va tocado con sombrero de ala ancha. En los dos en los que aparece la figura completa, marcan su vestuario los pantalones y los botines, aunque no sus célebres camisas de fantasía, que él mismo confeccionaba. Por lo demás, la imaginería no puede ser más propia de la españolada: rejas, mocitas juncales, chumberas, baile flamenco a la luz de la luna... El de Luna de sangre carece de firma, pero los otros dos van firmados por Vicent. La similitud de estilos permite atribuirle la paternidad de los tres.

En marzo de 1945 se estrenan, en lote, en el Bellas Artes de Madrid. Si la crítica se había mostrado, casi siempre, inclemente con su tema, en esta ocasión se suma además lo que ya se considera ranciedad de la propuesta:

Realizadas hace mucho tiempo, pensando sin duda en la popularidad de Miguel de Molina como cantante y artista del baile, este grupo de cuatro películas cortas —Luna de sangre, dirigida por López Rubio, y Pregones de embrujo, Manolo Reyes y Chuflillas, debidas a Claudio de la Torre— no creemos que hayan ganado nada con la resurrección, ni contribuyen en lo más mínimo al prestigio del cine español, significado por haber eludido precisamente estos temas de fácil pandereta. Felizmente López Rubio y Claudio de la Torre han realizado desde entonces otras magníficas cintas. Y el valor de un director se mide siempre por su última película. [José Luis Gómez Tello: “Crítica de estrenos”, en Primer Plano, núm. 233, 1 de abril de 1945.]

Hoy en día, en cambio, resultan reivindicables desde una perspectiva queer:

Miguel de Molina nunca pudo ver sus películas españolas, a pesar de que esos largometrajes aparecieron cuando aún vivía. Ahora pueden verse y reflejan la originalidad de un artista en la cumbre de su carrera. Sus vistosos y característicos trajes, junto con su apropiación de la copla desde la pluma más exagerada, son parte del legado de un creador absoluto con una carrera constantemente frustrada, desarrollada en su mayor parte en el exilio. [Alejandro Melero: Violetas de España: Gays y lesbianas en el cine de Franco. Madrid: Notorius Ediciones, 2017, pág. 30.]

La operación Canciones se salda para Ulargui con un resultado agridulce. Otras empresas replicarán el modelo. Ya vimos el intento de Cifesa con Gracia de Triana. Jesús Rey, que había estado en la Paramount parisina de las versiones hispanas junto a Imperio Argentina y Claudio de la Torre, rueda en 1942 y 1943, los cortometrajes Tú llegarás, Otoño, Buenas noches y Alegrías, este último con la participación de la mismísima Lola Flores.

De los nueve títulos que componen el ciclo Canciones se conservan seis. No hay noticia de que hayan pervivido materiales de A la lima y al limón, La Petenera y Pregones de embrujo.

domingo, 24 de agosto de 2025

codornicistas, león y quiroga (4)

 

Claudio de la Torre, responsable de la producción en español de Paramount en Joinville-le-Pont entre 1931 y 1933, pasa la Guerra Civil entre la embajada de México, Francia, Lisboa y Las Palmas. Le acompañan su hermana —Josefina de la Torre— y su mujer —Mercedes Ballesteros, la “Baronesa Alberta” de La Codorniz—. Entre los tres y con seudónimos compartidos —Rocq Morris, Sylvia Visconti, Laura de Cominges— se dedican a escribir novelitas románticas situadas en lujosos ambientes internacionales que colmen los anhelos de amor y aventura de tanta mujer sola debido a la guerra y otras de intriga policiaca o levemente fantástica. Dos de las firmadas por Josefina como Laura de Cominges tienen como marco la Guerra Civil: una sobre madrinas de guerra y otra sobre los refugiados en las embajadas.

Al finalizar la contienda, Claudio de la Torre retoma una intensa actividad cinematográfica que le lleva a concluir tres largometrajes en tres años, además de participar en los guiones de Rápteme usted (Julio Flechner, 1940) —debut cinematográfico de Celia Gámez en España— y de la coproducción Dora, la espía / Dora o le spie (Raffaello Matarazzo, 1943), en la que adapta un argumento original de Victorien Sardou. Al mismo tiempo, se incorpora a los planes de producción de Saturnino Ulargui, para el que dirigirá tres de los títulos protagonizados por Miguel de Molina.

Como el resto de la serie, Chuflillas (Claudio de la Torre, 1941) cuenta con un libreto basado en las letras de las coplas de Rafael de León que desarrolla una historia de celos en veintiún minutos. Recuerda Miguel de Molina que tuvo por compañeras de reparto a Lolita Benavente, Mary Cruz y a su hermana Anita, “que me dio los acostumbrados dolores de cabeza”. [Miguel de Molina: Botín de guerra. Autobiografía. Barcelona, Planeta, 1998, pág. 185.]

La cinta, con una realización meramente ilustrativa, se desarrolla entre borracheras, patios, cantes, y el inevitable compromiso final. A Fernando (Miguel de Molina) le gusta la juerga y deja a su novia Ana María (Mary Cruz) plantada en la reja. El abuelo de Ana María (Fernando Fresno) sale a buscarlo, pero es un borrachín impenitente y no tarda en estar peor que Fernando. La invención de que su nieta va a casarse con un aviador malagueño tiene un efecto fulminante sobre Fernando.

Los diálogos están más próximos al gracejo andaluz —que su guionista, Francisco Ramos de Castro también prodiga en Pepe Conde (José López Rubio, 1941)— que al codornicismo de primera hora: “¿Qué va a ser, señorito Fernando?”, pregunta el camarero. “Un sarcófago para dos”, le responde Fernando (Miguel de Molina) mientras Puri La Risueña (Lolita Benavente) le pide diez duros para una corona fúnebre porque se le ha muerto el profesor de baile.

El argumento de Manolo Reyes (Claudio de la Torre, 1941) está libremente inspirado en los fandangos homónimos de Rafael de León:

Manoliyo Reyes, cañí y muy cabal, / en su vieja fragua feliz trabajaba / y, siempre cantando, fundía el metal / y de los quereles pá ná se acordaba. / Pero poco tiempo duró su alegría. / Una mala hembra por Graná pasó / y entre los hechizos de su brujería / a Manolo Reyes loquito vorvió. / Y Chorrohúmo, el calé, / el más viejo de toa Graná, / en cuestiones del querer / le quiso así aconsejar... / Manolo, Manolo Reyes, / a esa mujer pronto orvía. / Manolo, Manolo Reyes, / te s’acabó tu alegría, / que el querer no admite leyes / en las cosas de la vida, / Manolo, Manolo Reyes.

La historia comienza con la aproximación al escaparate de una platería. Se trata del plano subjetivo de un ladrón que se ilumina con una linterna y cuya mano entra en cuadro para robar una joya. El delincuente, cuyo rostro se nos sigue ocultando, se pierde por un callejón. Al día siguiente del robo, Manué está en la fragua. El padre de Rosario, de la que Manué está enamorado aunque está comprometida con Pedro, quiere saber de dónde ha sacado los sarsillos que le ha regalado. para cantar un martiente: “Toas las mares de los desgrasiaos / salieron ar tren. / Como yo no tengo ni bata ni a naide, / naide me ha salío a ver”. Pero repentinamente aparece a buscarlo la Guardia Civil, que lo encarcela. Sagrario se casará con Pedro, Manué le perdonará, y la novia regalará los pendientes a Soleá. La moraleja final es muy propia del mundo de Rafael de León: el querer no admite leyes.

Repiten en los papeles principales Miguel de Molina y la “bellísima Mary Cruz, popular como Miss Kolynos, [...] que lo único que tenía que hacer era sonreír y mirarme mimosa». [Miguel de Molina: Op. cit., pág. 185.] La verdad es que Mary Cruz había hecho previamente algo más que ser la imagen de un dentífrico. Esta orensana, alumna de Vicente Escudero en París y compañera de baile en la Scala berlinesa, había tenido varios papeles secundarios en el cine prebélico, tras su debut en El malvado Carabel (Edgar Neville, 1935). Durante la Guerra Civil recorre Europa, con escalas en Italia, Alemania y en la Francia ocupada, donde ha intervenido en Les femmes collantes (Pierre Caron, 1938) y L'or du Cristobal (Jacques Becker, Jean Stelli, 1940) con el nombre de “Marie Cruz”.

Mary Cruz es la figura más representativa de la modernidad en nuestra pantalla. Su belleza, su dinamismo y su inquietud artística, que la llevaron a través de los continentes para dejar jalones de su ritmo en todos los escenarios, hacen de esta figura la actualidad más palpitante. [...] Mary Cruz es políglota, habla tres idiomas y es una enamorada del deporte. Su suprema elegancia entona con el ambiente de modernidad de sus producciones. [Vicente Moro: “Mary Cruz en primer plano”, en La Prensa, 24 de septiembre de 1941, pág. 3.]

En 1947 centrada de nuevo en la danza y en los espectáculos de revista decide regresar al cine con un nuevo nombre: “Linda Tamoa”. [Córdoba: “Díganos la verdad”, en Pueblo, 24 de junio de 1947, pág. 2.] Sin embargo, con esta nueva identidad sólo intervendrá en Botón de ancla (Ramón Torrado, 1948).

Completa el elenco la bailarina catalana Brazalema, a la que ya hemos visto en Luna de sangre. Habitual de los espectáculos de variedades durante la República, los gacetilleros la calificaban de “genial artífice de la danza”, “belleza perfecta”, “subyugante” y demás ditirambos. [“Circo, music-hall, cabaret en Barcelona”, en ¡Tarari!, núm. 143, 11 de octubre de 1934.] Sigue actuando durante la contienda y debuta en la pantalla con el cortometraje El torero herido (Ricardo de Baños, 1938). Tras la entrada de las tropas del general Yagüe en la Ciudad Condal, reaparece en los escenarios secundando a Maruja Tomás en los espectáculos organizados por el maestro Demon, forma parte del reparto de La linda Beatriz (José María Castellví, 1939).

Miguel de Molina canta también Maldito sea el dinero y La rosa y el viento, composiciones ambas de León y Quiroga, faltaría más. Cuestiones musicales aparte, la primera de ellas es una reelaboración temática de la celebérrima Bien pagá:

Por ti he conocío lo que era un presidio, / por ti yo he sabío lo que era sufrir. / ¡Qué caro he pagao aquellos zarcillos / que un día, serrana, robé yo pa ti! / Tú sigues, en cambio, viviendo tu vía / y sólo el dinero te calma la sed. / Mas nunca con oro tendrás alegría / y nadie de veras te podrá querer.

Los diálogos corren en esta ocasión a cargo de Antonio García Padilla y, pese a la pobreza de medios, la realización de Claudio de la Torre es mucho más elaborada que la de Chuflillas. Hay aquí un auténtico trabajo de planificación y a este resultado coadyuvan dos de los decorados —una fragua y la celda de una prisión—, mucho más sugerentes visualmente. Claudio de la Torre realiza con soltura su trabajo en este decorado carcelario, moviendo la cámara con ligereza e incluso realizando ocasionales juegos simbólicos en los encuadres, como cuando Manué compone una figura crística jugando con la sombra de las rejas.

Pregones de embrujo (Claudio de la Torre, 1941), es la última entrega de Canciones. Ambientada a finales del siglo XIX, acompaña en el reparto a Miguel de Molina —el pregonero del título— Amalia de Isaura, a la que ya hemos tenido oportunidad de ver estelar en Verbena, en el papel de una boticaria enamoradiza. Película perdida a día de hoy, debemos conformarnos con reproducir su sinopsis oficial:

Doña Malva, boticaria de un pequeño pueblo, ve pasar todos los días ante su casa a Manuel, un vendedor que con sus pregones trae locas a todas las mujeres, jóvenes y viejas, del pueblo. Doña Malva, que está perdidamente enamorada de él, sorprende una noche a su sobrina pelando la pava con el pregonero en el jardín junto a un columpio. Decide suplantarla y al día siguiente, vestida y peinada ridículamente, como si fuera una muchachita joven, espera, sentada en el columpio, la llegada de Manuel. Cuando llega el pregonero confunde, por culpa de la oscuridad, a la boticaria por su sobrina y comienza a hacerla el amor cantando una canción. Atraída por la voz de Manuel, baja al jardín la sobrina de doña Malva. Manuel, al darse cuenta del engaño, da un fuerte empujón al columpio lanzando a doña Malva sobre un grupo de curiosas vecinas, que estaban escuchando escondidas detrás de un macizo.
Manuel, en vista del incidente, se va del pueblo, dejando inconsolables a todas las mujeres.
Días después, llega Manuel a la botica haciendo las paces con doña Malva. Ésta le pide que haga caso a su sobrina, pues la joven está inconsolable desde que no le ve. Manuel contesta a doña Malva que no puede permanecer en el pueblo. Está seguro de que la joven le olvidará pronto y él, como pregonero, tiene que seguir solo su camino. Luego, lanzando al aire uno de sus pregones, se aleja despacio por la calle. [AGA, caja, 36/03622.]

Dado el reparto, la sobrina de doña Malva no puede ser otra que la bailarina Pilar Blanco, que por esas fechas forma junto a Brazalema en los espectáculos del maestro Demon.

Un puñado de fotografías nos permiten ver unos decorados teatrales  y un Miguel de Molina que pregona su mercancía acompañado por su burro. Según éste, “no fue la más acertada, a pesar de la gracia de la Isaura”. [Miguel de Molina: Op. cit., pág. 185.] Tampoco los temas que interpreta han pasado a las antologías. En El avellanero pregona:

¡Niñas, salir al balcón, / que traigo los altramuces, / parmitos frescos y durses, / y pepitas de melón! / Yo traigo de todo un poco / en este barco encantao... / Media docena de cocos y corrucos bien tostaos. / Pa’ las mocitas enamorás / yo traigo lazos de to’s colores. / Pa las que viven desengañás / traigo promesas que dan amores. Y pa’ las pobres desesperás / que ya han paso de los cuarenta / traigo un secreto de los doctores / y caramelos que son... de menta.

En fin, un anuncio de lo que Miguel de Molina convertirá en 1951 en uno de sus éxitos más estrepitosos: Don Triquitraque.

Ufisa organiza un estreno de gala en el cine Avenida de la Gran Vía para el 10 de noviembre. Pero antes, el viernes 7, ofrece “síntesis o abreviaturas” de la serie y “para mayor atracción, los mismos actores de estos films se presentarán en el escenario en un fin de fiesta que dará mayor realce a este programa”. [“Una fiesta cinematográfica de Ufilms”, en Pueblo, 7 de noviembre de 1941, pág. 2.]

Recuerda Miguel de Molina:

Con el frente del Avenida iluminado por los focos de colores y el público de gala bajando de los coches ante el cine, cuando ya se había dado la entrada y los periodistas y fotógrafos iban de un lado para otro haciendo notas, tres policías se presentaron directamente en la cabina de proyección y, mostrando un documento que los habilitaba, secuestraron las copias de la película. Un empleado de la productora tuvo que salir al escenario y pedir disculpas al público, informándole de lo sucedido, y la gente se retiró entre una tormenta de comentarios, sorprendidos por este nuevo escándalo. [Miguel de Molina: Op. cit., pág. 186.]

Sin embargo, la Hoja del Lunes no solo habla de un estreno sin mayores contratiempos, sino que menciona el fin de fiesta protagonizado por Maruja Tomás, Miguel Ligero y Blanquita Pozas y del agasajo postinero servido por Perico Chicote [“En el cine Avenida: Triunfo de una nueva modalidad de películas”, en Hoja del Lunes (Madrid), 10 de noviembre de 1941, pag. 2.] ¿Se trata de una gacetilla elaborada en la redacción sin contrastar que la sesión de gala se ha suspendido o de un recuerdo vago del intérprete de la Bien pagá amplificado por el exilio? Lo cierto es que el estreno no se suspendió, pero de la programación desaparecieron los cuatro títulos protagonizados por Miguel de Molina, porque la proscripción que pesa sobre el cancionista hace que el estreno de estas películas se retrase hasta 1944. 

En su biografía de Claudio de la Torre, Juan Manuel Reverón [Vida y obra de Claudio de la Torre. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2007, pág. 224.] señala un cuarto título coescrito con López Rubio y realizado por De la Torre, Volver a soñar. Lo cierto es que es un proyecto totalmente ajeno al ciclo ularguiano, una adaptación de la novela Mi marido es usted de Silvia Visconti; o sea Josefina de la Torre, la hermana del realizador. [AGA, caja 36/04555.]

También Chuflillas y Manolo Reyes serán recuperados por José Miguel Ullán en el programa Tatuaje (TVE, 1985) dedicado a Miguel de Molina: https://www.rtve.es/play/videos/tatuaje/miguel-molina/16511176/.

domingo, 3 de agosto de 2025

codornicistas, león y quiroga (1)

El primer esbozo de esta serie se publicó en mayo de 2020,
durante el confinamiento, en el blog Un bigote para dos

Al filo de 1941 el arquitecto, productor y distribuidor logroñés Saturnino Ulargui retoma un plan de producción muy similar al que manejaba antes de la sublevación militar de 1936. Lo expone en una entrevista concedida a Radio-Cinema en la que plantea la realización de seis o siete películas anuales. Para ello firma un contrato en exclusiva de cinco años con los estudios Orphea Film de Barcelona. Ulargui no deja de lado los mercados foráneos: mantiene abierta la línea de coproducciones con Italia, cubre puestos técnicos y artísticos con figuras de reconocida solvencia procedentes de Centroeuropa y sus títulos, distribuidos por U-Films, buscan abrirse hueco en el mercado sudamericano: “Es el instante oportuno, porque Europa, a excepción de Alemania e Italia, no produce, y tenemos para aquel mercado el señuelo definitivo del idioma”. [Bonifacio Arrabal: “Nuestras charlas: Saturnino Ulargui”, en Radio-Cinema, núm. 56, 30 de septiembre de 1940.]

Entre este aluvión de proyectos no siempre materializados sorprende, por su carácter novedoso, la producción de una serie de cortometrajes bajo el título genérico de Canciones. Surge la oportunidad tras el estreno de María de la O (Francisco Elías, 1936), rodada antes de la contienda pero inmovilizada hasta que ésta termina. La relación de Ulargui con el letrista Rafael de León y el maestro Manuel Quiroga fragua en la creación de una serie de películas cortas que den continuidad durante el verano de 1941 a los recién alquilados estudios Orphea, toda vez que los dos proyectos más ambiciosos del productor —la adaptación de la zarzuela El asombro de Damasco y una Locura de amor que tiene comprometida con Benito Perojo— resultan inabordables con la temporada tan avanzada. Los cortometrajes musicales, protagonizados por Miguel de Molina, Maruja Tomás, Amalia de Isaura y Miguel Ligero, entroncan así con el cine popular de la República, estableciendo una línea de comunicación directa con aquél a pesar de que Miguel de Molina ha sido represaliado y Maruja Tomás —que ha protagonizado un par de cortometrajes cómicos dirigidos por Ángel Villatoro para Ediciones Antifascistas en 1938— ha pasado unos meses en la prisión de Les Corts tras la caída de Barcelona. 

Hasta ahora los papeles oficiales y el testimonio de Fernando Méndez Leite nos habían llevado a pensar que la producción había tenido lugar en dos fases: la primera en 1941 y la segunda tres años después. Sin embargo, el testimonio autobiográfico de Miguel de Molina, protagonista de cuatro de ellos, y la consulta de los expedientes de censura nos obligan a replantear estos datos. Según el cancionista, después de pasar el periodo bélico en Valencia actuando para las tropas republicanas intenta regresar a los escenarios, pero las cosas se complican. Unos falangistas le pegan una paliza y es recluido primero en Cáceres y luego en Buñol (Valencia), donde pasa casi un año leyendo, bordando y organizando procesiones a la Virgen. Cuando regresa a Madrid no consigue permiso de trabajo. Se dedica entonces a organizar fiestas flamencas para particulares. Quiere el destino, siempre juguetón, que la primera sea para el embajador de la Santa Sede. En la segunda, para la embajada de Venezuela, conoce a Ulargui, que le propone incorporarse al proyecto, financiado por el acaudalado amante de Maruja Tomás. Miguel de Molina acepta de mil amores porque las películas, de dos y tres bobinas, se basan en canciones compuestas por el maestro Quiroga y letradas por Rafael de León, autores de cabecera de su repertorio. “Una semana después me llamaron para firmar un fabuloso contrato, por el cual protagonizaría durante algo más de un mes, en Barcelona, los cuatro cortos”. [Miguel de Molina: Botín de guerra. Autobiografía. Barcelona: Planeta, 1998, pág. 184.]

La "joven y bella estrella frívola" Maruja Tomás
en la portada de Tararí, núm. 82, 15 de septiembre de 1932

Sea cierto o no lo del “acaudalado amante”, la alcoyana Maruja Tomás ha sido primera vedette en los teatros de variedades de toda España. Entre 1932 y 1936 se presenta en cabarets de Madrid, Barcelona o Zaragoza como “presidenta  de la frivolidad” gracias a “sus ardientes y sicalípticas canciones [que] trastornan a los espectadores”. [César Abeytua: “Music-hall, circo, cabaret”, en ¡Tararí!, núm. 62, 7 de abril de 1932.] Tras su encarcelamiento, ha  hecho, como buenamente ha podido, la transición a la revista, la nueva encarnación del género frívolo en el pacata España de la posguerra. Ignacio F. Iquino le ha dado el principal papel femenino en ¿Quién me compra un lío? (1940) y Ulargui ha probado sus posibilidades en Pepe Conde (José López Rubio, 1941). Los cortometrajes que protagonizó para Ediciones Antifascistas han quedado sumidos en el olvido público.

Entrevistado en la revista Primer Plano, Ulargui expone un plan trazado con criterios estrictamente industriales que tendrá continuidad si el éxito acompaña a la primera tanda de producciones. Se trataría de...

realizar un tema dramático, cómico o musical en el menor metraje posible y de modo que pueda captar el interés del espectador lo mismo que un film de largometraje mediante un coste de producción que permita ser fácilmente absorbido por la capacidad económica del país con relación a nuestra industria. [...]
En España apenas se han hecho hasta ahora más que ese tipo de documentales para los que basta un operador bien intencionado que toma unos metros de película muda, a la que luego se le pega en el estudio la voz del explicador y un poco de música de fondo; todo ello, a un precio mínimo. Nadie habrá arriesgado en esta prueba el capital que una película corta de nuestro tipo exige y que, proporcionalmente, al emplear en ella estrellas directores y técnicos de primera calidad, es el mismo que el de una película de largo metraje. [Fernán: “Preguntas cinematográficas”, en Primer Plano, núm. 57, 16 de noviembre de 1941.]

Según los planes de Ulargui los cortometrajes son también susceptibles de ser distribuidos en forma de largometraje de episodios, compitiendo de este modo —tanto en temática como en estructura— con los espectáculos “de folklore” que encandilan a las plateas populares. El acuerdo al que se ha llegado con los estudios Orphea Film y los laboratorios Cinefoto —propiedad en ambos casos de Daniel Aragonés y Antonio Pujol— facilita la operación. Con un presupuesto medio de cien mil pesetas y seis días de rodaje por corto, la serie garantiza la ocupación de los estudios en los meses de agosto y septiembre. Las previsiones del productor y distribuidor riojano son inmejorables: al frente de los repartos hay tres figuras popularísimas, se ocupan de ellas directores de relieve y la prensa ayuda en la promoción de los rodajes.

 
 
Cámara, núm. 1, octubre de 1941 

El primer número de la revista Cámara incluye en su sección “Se rueda” fotos de varios de ellos. López Rubio aparece en una con la bailarina Brazalema y Miguel de Molina durante el rodaje de Luna de sangre (1941), y en otra con Miguel Ligero haciendo de zapatero en A la lima y al limón (1942). Claudio de la Torre y Lolita Benavente conversan en el rodaje de Chuflillas (1941). Y Neville, muerto de risa, da indicaciones a Manolo Morán sobre el modo de decir su pregón —”la juerga padre...”— en Verbena (1941).

Componen la serie Canciones estos nueve mediometrajes, a los que dedicaremos nuestra atención durante las próximas semanas:

La Parrala (Edgar Neville, 1941)
Producción: Ufisa. Dirección: Edgar Neville. Guión: Rafael de León y Edgar Neville. Argumento: Xandro Valerio. Manuel Quiroga. Jefe de producción: Willy J. F. Steiner. Fotografía: Ted Pahle. Montaje: Antonio Cánovas. Decorados: Pedro Schild. Maquillaje: Vladimir Tourjansky. Vestuario: Raffran. Sonido: Fermín Rodríguez Mujica.
Intérpretes: Maruja Tomás (Trini, la hija de La Parrala), Ana María Quijada (la tabernera), Antonio L. Estrada (el comisario), Manuel Miranda (Curro, el guitarrista).
Fechas de producción declaradas: del 28 de julio al 3 de agosto de 1941. Estudios: Orphea (Barcelona). Laboratorios: Cine-Foto (Barcelona). Presentada en el Festival de Venecia en septiembre de 1941. Estreno: Imperial (Madrid), 12 de enero de 1942.
18 min. Blanco y negro. Formato Académico (1,37:1).

Luna de sangre (José López Rubio, 1941)
Producción: Ufisa. Guión y Dirección: José López Rubio. Argumento: Rafael de León. Fotografía: Mariano Ruiz Capillas. Música: Manuel Quiroga. Jefe de producción: Willy J. F. Steiner. Montaje: Antonio Cánovas. Decorados: Pedro Schild. Maquillaje: Vladimir Tourjansky. Vestuario: Casa Paquita. Ayudantes de dirección: Enrique Fernández Sagaseta y Ramón Plana. Ingeniero de sonido: Hans Bittman.
Intérpretes: Miguel de Molina (José), Brazalema (Salomé), Julio Sanjuán (Juan, el payo), Juanita Manso (la bruja), Juan Cano.
Fechas de producción declaradas: del 28 de julio al 10 de septiembre de 1941. Estudios: Orphea (Barcelona). Laboratorios: Cine-Foto (Barcelona).
23 min. Blanco y negro. Formato Académico (1,37:1).

Manolo Reyes
(Claudio de la Torre, 1941)
Producción: Ufisa. Guión y Dirección: Claudio de la Torre. Argumento: Rafael de León y Antonio García Padilla. Fotografía: Ted Pahle. Música: Manuel Quiroga. Jefe de producción: Willy J. F. Steiner. Decorados: Pedro Schild. Maquillaje: Vladimir Tourjansky. Ayudantes de dirección: Bernardo de la Torre y José Martín. Ingeniero de sonido: Hans Bittman.
Intérpretes: Miguel de Molina (Manuel), Mary Cruz, Brazalema, Miguel Pozanco (don Pedro).
Fechas de producción declaradas: del 1 de agosto al 2 de septiembre de 1941 Estudios: Orphea (Barcelona). Laboratorios: Cine-Foto (Barcelona).
23 min. : Blanco y negro. Formato Académico (1,37:1).

La Petenera
(José López Rubio, 1941)
Producción: Ufisa. Productor: Saturnino Ulargui. Guión y Dirección: José López Rubio. Argumento: Xandro Valerio y Rafael de León. Fotografía: Mariano Ruiz Capillas. Música: Manuel Quiroga. Montaje: Antonio Cánovas. Decorados: Pedro Schild. Vestuario: Casa Paquita.
Intérpretes: Maruja Tomás (Dolores La Petenera), Juan Monfort (Diego Romero), Miguel Pozanco (Verdejo), Ana María Quijada, Juanita Manso, Francisco de Villagómez (el corregidor).
Fechas de producción declaradas: del 2 de agosto al 11 de septiembre de 1941 Estudios: Orphea (Barcelona). Laboratorios: Cine-Foto (Barcelona). Estreno: Imperial (Madrid), 2 de febrero de 1942.
24 min. Blanco y negro. Formato Académico (1,37:1).

A la lima y al limón (José López Rubio, 1941)
Producción: Ufisa. Guión y Dirección: José López Rubio. Argumento: Rafael de León. Fotografía: Ted Pahle. Música: Manuel Quiroga. Productor: Saturnino Ulargui.
Intérpretes: Miguel Ligero (el zapatero remendón), Blanquita Pozas (la señorita Adelina), Miguel Alcázar, Pilar Blanco.
Fechas de producción declaradas: a partir del 13 de agosto de 1941. Estudios: Orphea (Barcelona). Laboratorios: Cine-Foto (Barcelona). Estreno: Imperial (Madrid), 2 de febrero de 1942.
20 min. Blanco y negro. Formato Académico (1,37:1).

Chuflillas (Claudio de la Torre, 1941)
Producción: Ufisa. Dirección: Claudio de la Torre. Guión: Rafael de León y Francisco Ramos de Castro. Música: Manuel Quiroga. Productor: Saturnino Ulargui. Fotografía: Mariano Ruiz Capillas. Decorados: César Espiga. Maquillaje: Vladimir Tourjansky. Ayudantes de Dirección: Bernardo de la Torre y José Martín. Montaje: Antonio Cánovas. Sonido: Fermín Rodríguez Múgica.
Intérpretes: Miguel de Molina (Fernando), Fernando Fresno (Dalmacio), Mary Cruz (Ana María), Anita de Molina, Lolita Benavente.
Fechas de producción declaradas: del 20 al 29 de agosto de 1941. Estudios: Orphea (Barcelona). Laboratorios: Cine-Foto (Barcelona).
21 min. Blanco y negro. Formato Académico (1,37:1).

Verbena (Edgar Neville, 1941)
Producción: Ufisa. Dirección y Guión: Edgar Neville. Argumento: Rafael de León y Edgar Neville. Música: Manuel Quiroga. Fotografía: Ted Pahle. Segundo operador: Alfonso Nieva. Decorados: Pedro Schild. Vestuario: Casa Paquita. Maquillaje: Vladimir Tourjansky. Sonido: Fermín Rodríguez Múgica. Montaje: Petra de Nieva.
Intérpretes: Maruja Tomás (Stella Matutina, la cabeza parlante), Amalia de Isaura, (Madame Dupont, la mujer barbuda), Juan Monfort (Felipe, el del tiovivo), Miguel Pozanco (don Paco, el dueño de la barraca), José María Lado (Levinsky), José Martín (Rachmaninoff, el tragapeces), Ana María Quijada (la cocinera), Manolo Morán (el del puesto de la fuerza), Manuel Dicenta, (el vendedor de bigotes), Miguel Utrillo (el príncipe Bofarull), Luciano Diaz (el tragafuegos).
Fechas de producción declaradas: del 30 de agosto a mediados de septiembre de 1941. Estudios: Orphea (Barcelona). Laboratorios: Cine-Foto (Barcelona). Estreno: Avenida (Madrid), 10 de noviembre de 1941.
30 min. Blanco y negro. Formato Académico (1,37:1).

Rosa de África (José López Rubio, 1941)
Producción: Ufisa. Guión y Dirección: José López Rubio. Argumento: Rafael de León. Fotografía: Ted Pahle. Segundo operador: Alfonso Nieva. Música: Manuel Quiroga. Decorados: Pierre Schild. Construcción: César Espiga. Mobiliario: Miró. Maquillaje: Vladimir Tourjansky. Montaje: Angelo Comitti. Sonido: Fermín Rodríguez Múgica. Ayudante de dirección: Enrique Fernández Sagaseta. Secretario de rodaje: José María Téllez.
Intérpretes: Maruja Tomás (Rosa Mallen, la cantante), Rafael Medina (Gabriel de la Peña, el legionario), Manolo Morán (el propietario del cabaret), Manuel Dicenta y Miguel Pozanco (dos agentes), Ana María Quijada.
Fechas de producción declaradas: del 11 de septiembre al 8 de octubre de 1941. Estudios: Orphea (Barcelona). Laboratorios: Cine-Foto (Barcelona). Estreno: Avenida (Madrid), 10 de noviembre de 1941.
38 min. Blanco y negro. Formato Académico (1,37:1).

Pregones de embrujo (Claudio de la Torre, 1941)
Producción: Ufisa. Guión y Dirección: Claudio de la Torre. Argumento: Rafael de León. Fotografía: Mariano Ruiz Capillas. Música: Manuel Quiroga. Montaje: Angelo Comitti. Decorados: Pedro Schild. Vestuario: Casa Paquita.
Intérpretes: Miguel de Molina (Manuel), Amalia de Isaura (doña Malva), Ana María Quijada, Miguel Pozanco, Pilar Blanco (la sobrina), Encarnita Sánchez.
Fechas de producción declaradas: del 13 al 29 de septiembre de 1941 Estudios: Orphea (Barcelona). Laboratorios: Cine-Foto (Barcelona).
26 min. Blanco y negro. Formato Académico (1,37:1).