La acción de Manos sucias (José Antonio de la Loma, 1957) arranca cuando Miguel
(Amedeo Nazzari) decide provocar un accidente del camión refrigerado de la
empresa rival para conseguir el dinero con el que comprar una gasolinera. El
percance resulta más grave de lo previsto y el conductor muere y su compañero
(Francisco Piquer) queda inválido. Mientras Miguel manipulaba la rueda sus ojos
se han encontrado con los de Teresa (Katia Loritz en su incorporación a la
pantalla española), la camarera de un bar de carretera. En la duda, le propone
que se convierta en su mujer, de modo que no pueda declarar contra él. Ella
acepta, pero al poco tiempo empieza a aburrirse de la vida solitaria en la
estación de servicio. Un día se presenta allí un ingeniero (Carlos Lloret) con
el que ella había mantenido una relación. Mientras tanto, Miguel ha ido a
buscar al compañero lisiado y le propone que le eche una mano con el trabajo.
Una gasolinera situada al borde de una carretera en medio
de ninguna parte se convierte en escenario de un juego de pasiones despojadas
de todo adorno, en las que la culpabilidad, la venganza, la soledad y el odio fermentan
hasta la explosión final de violencia. Al contrario que en alguno de sus
guiones anteriores, de la Loma prescinde aquí de los diálogos expositivos y de
las moralejas aleccionadoras para dedicarse a narrar en imágenes. Cuenta para
ello con la valiosa colaboración de Francisco Pérez-Dolz.
Ossessione (Luchino Visconti, 1943) es una referencia, en cuanto que deslocaliza la acción de The Postman Always Rings Twice aislando a los personajes para convertirlos al tiempo en abstracciones y en peones que juegan su función en la trama sin que sus actos parezcan dictados por la misma. La cinematografía estadounidense es ajena a esta clase de simbolismos. Sin embargo, la iconografía remite a la versión de Garnett —The Postman Always Rings Twice (El cartero siempre llama dos veces, Tay Garnett, 1946) y a They Drive by Night (La pasión ciega, Raoul Walsh, 1940), más que Fari nella nebbia (Gianni Franciolini, 1942) o a la misma Ossessione, más próximas a la sensibilidad mediterránea. De la Loma construye de este modo una trama que es al mismo tiempo internacional y profundamente local.
Ossessione (Luchino Visconti, 1943) es una referencia, en cuanto que deslocaliza la acción de The Postman Always Rings Twice aislando a los personajes para convertirlos al tiempo en abstracciones y en peones que juegan su función en la trama sin que sus actos parezcan dictados por la misma. La cinematografía estadounidense es ajena a esta clase de simbolismos. Sin embargo, la iconografía remite a la versión de Garnett —The Postman Always Rings Twice (El cartero siempre llama dos veces, Tay Garnett, 1946) y a They Drive by Night (La pasión ciega, Raoul Walsh, 1940), más que Fari nella nebbia (Gianni Franciolini, 1942) o a la misma Ossessione, más próximas a la sensibilidad mediterránea. De la Loma construye de este modo una trama que es al mismo tiempo internacional y profundamente local.
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