domingo, 31 de marzo de 2019

ocurrió a la luz del día (2)


Vajda, versiones múltiples y coproducciones

Cineasta itinerante por antonomasia, su obra cinematográfica fue producida en ocho países tan distintos como Gran Bretaña, Hungría, Francia, Italia, España, Portugal, Alemania y Suiza. Desde que tuvo que abandonar Italia por las leyes antisemitas del fascismo, desarrolló en España una carrera en la que se dieron cita el homenaje a la Sección Femenina que supone Ronda española (1952); una muy imaginativa versión de la zarzuela Doña Prancisquita (1952) rodada en el procedimiento de color autóctono Cinefotocolor; una sobria visión del bandolerismo andaluz, Carne de horca / II terrore dell Andalusia (1953); Marcelino pan y vino (1955), con la que obtiene un insospechado éxito internacional y lanza al estrellato al actor infantil Pablito Calvo; la fábula moral de Un ángel pasó por Brooklyn / Un angelo è sceso a Brooklyn (1957); o el haz y el envés del microcosmos taurino, o, Tarde de toros (1956) y la excepcional Mi tío Jacinto / Pepote (1956).

Culmina este ciclo con un policial tan perturbador como seco. Una vez más el director trashumante factura un producto férreamente localizado y, a la vez, universal, un cuento de hadas siniestro como sólo los cuentos de hadas pueden serlo. De las tres cintas protagonizadas por Pablito Calvo que Vajda ha realizado en rápida sucesión, la compañía zuriquesa Praesens-Film ha distribuido en Suiza las dos primeras eras —Marcelino pan y vino y Mi tío Jacinto—. Santos Zunzunegui vincula ambas temáticamente con El cebo, a modo de una «trilogía inconfesa» articulada «en torno a la asunción de la paternidad que harán de este tema uno de los mayores rasgos de su cine  en los años cincuenta». [Santos Zunzunegui, 1996: 454]  El cebo supone un punto de inflexión en su filmografía, su regreso al cine alemán donde había comenzado su carrera.

Hijo del dramaturgo y guionista Laszlo Vajda, que cuenta en su currículo el haber sido colaborador de George W. Pabst tras su llegada a Berlín en 1927, Ladislao entrará muy joven a trabajar en los estudios de la Tobis, donde aprenderá el oficio desde abajo para ir escalando posiciones antes de alcanzar el grado de director. No es extraño, pues, que en una primera pirueta geográfica se produjese su debut como director en Gran Bretaña con Where is this Lady? (1932) y Love on Skis (1933), a las que seguirían una película en Francia Haut comme trois pommes (1935-36), dos en Hungría (Három sárkány y Ember a híd alatt, 1936) y otras dos películas, una de aventuras coloniales africanas y otra de exóticas intrigas chinescas (Wings over Africa, 1936 y Wife of General Ling, 1937).

En su Hungría natal rueda desde comedias sofisticadas hasta duros melodramas, pasando por farsas tragicómicas. Dos de ellas, Péntek Rézi (1938) y Magdát Kcsapják (1938), realizadas al servicio de la estrella de la opereta Ida Turay, son objeto de nuevas versiones dirigidas por Vittorio De Sica, aprovechando el auge de la comedia húngara en Italia como veta secundaria del cine de teléfonos blancos. Teresa Venerdì (1941) y Maddalena, zero in condotta (1940), ésta ante la imposibilidad de ver Magdát Kcsapják, que el Magyar Nemzeti Filmarchivum da a día de hoy por perdida, ha llevado a algunos a defender la autonomía absoluta de la versión de De Sica, aunque la realidad es otra, al menos a juzgar por el argumento de ésta y la lectura paralela de Péntek Rézi, que el italiano ve en la Mostra de Venecia de ese mismo año. Frente al sentimentalismo chapliniano de De Sica, Vajda impone a los mismos asuntos una alegría ligeramente artificiosa y un ritmo frenético, haciendo gala de buen oficio en la realización de los gags visuales y en la resolución de las transiciones.

Con el auge de Cinecittà Vajda parte hacia Roma para trabajar en el pujante cine italiano, pero las leyes raciales que el régimen importa de Alemania y el escándalo que supone el estreno de su Giuliano de’ Medici / La congiura dei Pazzi (Conjura en Florencia, 1941), censurada y eliminado el nombre del realizador de los títulos de crédito al ver Mussolini un trasunto suyo en el personaje principal y una exhortación a la sublevación en la reacción violenta del pueblo de Florencia, obligarán a Vajda a partir hacia el exilio. Llega así a España, donde realizará el grueso de su filmografía y gran parte de sus mejores obras. Su ingreso en esta industria cinematográfica, que padece los efectos de la difícil posguerra, se produce a través de una serie de comedias de argumento inverosímil y diversión asegurada.

Gracias a la política de colaboración con Portugal emprendida por la productora madrileña Faro, Vajda, todo un especialista en multiversiones, rueda con repar-tos dobles o compartidos el whodunit Tres espejos / Tres espelhos (1947) y Barrio / Vida, rua sem sol (1947). Esta última proviene de Les fianfailles de Monsieur Hire, una novela de Simenon adaptada contemporáneamente por Julien Duvivier en Panique (1946). Mientras la acción de la cinta francesa tiene lugar en París, la de Vajda se abre con unos exteriores de Oporto, para ceñirse luego a un laberinto de callejuelas recreadas en estudio, de una topografía tan abstracta como claustrofóbica. La ausencia, la sospecha, la soledad y el odio dominan a la comunidad, que procederá a tomarse la (in)justicia. por su mano, como en El cebo.

Tras un breve paréntesis británico, Vajda regresa a España para dirigir Séptima  página (1950), crónica criminal de historias entrelazadas. Es entonces cuando, en compañía de Santugini como guionista, Vicente Sempere en la producción y Enrique Guerner tras la cámara, dará lo mejor de sí mismo. La última parte de su carrera se desarrolla a caballo entre Suiza, España y Alemania.

La colaboración con el actor Heinz Rhümann y el guionista Hans Jacoby, fraguada durante el rodaje de El cebo, da lugar a dos comedias ligeras en las que sendas niñas faltas de uno de sus progenitores sirven en de motor a la acción. La otra vertiente son las historias de adolescentes que siguen ocupando el centro de sus preocupaciones en María, matrícula de Bilbao (1960), en Die Schatten werden langer (Cerco de sombras, 1961) y, en menor medida, en la coproducción hispano-germana Una chica casi formal / Ein fast anstündiges Mickhen (1963). Incluso el policial Das Feuerschdf (Atraco, 1963) pivota tanto alrededor de los asaltantes del buque-faro, como de la relación entre el capitán de la nave y su hijo

Apenas iniciado en Barcelona el rodaje de La dama de Beirut (1965), un extravagante musical internacional sobre la trata de blancas al servicio de Sara Montiel, fallece repentinamente. Concluye el trabajo su ayudante Luis María Delgado.

El cebo se convierte así en una película «bisagra» en la obra de Vajda, que, al tiempo que le permite reorientar uno de los motivos fundamentales de su filmografía, le libera de los rigurosos márgenes marcados por la censura española. Sin embargo, su inscripción en la filmo-grafía española resulta, cuando menos, problemática. La participación de Chamartín en esta operación inter-nacional a tres bandas —pilotada por Praesens-Film de Zúrich y cofinanciada por la berlinesa CCC-Film—, sirve al estudio donde Vajda ha desarrollado la mayor parte de su obra en la década de los cincuenta para conseguir la nacionalidad española y los consiguientes beneficios económicos.

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