domingo, 12 de marzo de 2023

007s y medio


publicado previamente en La Abadía de Berzano en mayo de 2021

La parodia se ha cebado con todos los medios, pero en especial con los que requieren un público comunitario, porque la risa es contagiosa. Desde mediados del XIX en el teatro español y desde los años treinta del pasado siglo en aquellos cortometrajes que concibieron Eduardo García Maroto y Miguel Mihura con el título genérico de Una de…, en la parodia se da un doble reconocimiento: el de haber «pillado el chiste» y el derivado de la intertextualidad con respecto a la obra parodiada. De ahí que esta fórmula ponga el espejo deformante del humorismo ante modelos y géneros ampliamente difundidos. Por supuesto, la bonditis no iba a ser menos, aunque Fernando Rey apuntaba en la buena dirección cuando afirmaba que su villano en Operación Relámpago / Due mafiosi contro Goldginger (Giorgio Simonelli, 1965), "que era una caricatura de los malos de James Bond, lo podía haber hecho en un James Bond auténtico; en uno de ellos estuve a punto de hacer el personaje que luego hizo Pedro Armendáriz". [Pascual Cebollada: Fernando Rey. Madrid: Centro de Investigaciones Literarias Españolas e Hispanoamericanas, 1992, pág. 206.]

Como tantos otros de su misma cuerda, Franco Franchi y Ciccio Ingrassia se formaron como pareja en el avanspettacolo, la revista a la italiana. Sicilianos de pura cepa, ingresados en una compañía napolitana, su especialidad son los sketchs dialectales en los que el juego de palabras, la distorsión lingüística juegan un papel fundamental. Este es el caldo de cultivo de un humor muchas veces pueril pero puesto a prueba en los peores escenarios que uno imaginarse pueda. A principios de los años sesenta prueban con el cine. Entre 1963 y 1967, sus años dorados, ruedan una media de ¡10 películas 10! anuales. Lucio Fulci recordaba haber rodado con ellos dos cintas en dos semanas simultáneamente. O sea, que no está el horno para bollos artísticos. Se trata de parodias hechas en serie, aprovechando cualquier motivo de actualidad que se estrenan directamente en cines del extrarradio de las grandes ciudades o en los grandes circuitos de las poblaciones meridionales. Las películas de Franco y Ciccio llegan así muchas veces a las salas al tiempo que el título parodiado. Ahora bien... ¿qué tiene esto que ver con España? Bien poco. Doblada la película y sin el aliciente de la referencia directa la parodia carece de sentido.

En Italia, Due mafiosi contro Goldginger obtiene el visto bueno de la censura el 15 de octubre de 1965, pero en España no se estrena hasta diciembre de 1967. Así, aunque el argumento de esta coproducción bebe directamente de los hallazgos de Goldfinger (James Bond contra Goldfinger, Guy Hamilton, 1964), el título español —Operación Relámpago— remite al de estreno en España de Thunderball (Operación Trueno, Terence Young, 1965). En tanto que el agente 007 surgía del mar en la tercera entrega de la serie con un neopreno y una gaviota en la cabeza, Franco y Ciccio lo hacen con dos flotadores con cabeza de cisne en el estanque de un palacete romano. Como el agente británico, también ellos llevan el esmoquin bajo el traje de buceo y tienen una misión: fotografiar a un misterioso comodoro —Franco lo confunde con un "pomodoro", claro—. Sin embargo, la cámara fotográfica ha sido alterada, de modo que un émulo negro de Oddjob, Molok (el luchador peruano Dakar), pueda secuestrar tranquilamente al comodoro Stevenson . La acción se traslada entonces a la oficia de la CIA en Londres, donde se nos informa de que importantes líderes mundiales están siendo secuestrados y «encapsulados». Se les ha insertado tras la oreja una cápsula magnética mediante la que una organización misteriosa les obliga a obedecer sus órdenes. Por una vez el agente enviado a resolver el asunto a Roma tiene el nombre en clave de 007, como si la Fida Cinematografica no tuviera el más mínimo temor a las posibles demandas legales de Saltzman, Broccoli y los herederos del recién fallecido Ian Fleming. De todos modos, apenas le da tiempo a usarlo pues es asesinado por el encapsulado comodoro apenas iba a entrar en acción. El uruguayo George Hilton, tendrá ocasión de desquitarse en el género con En Ghentar se muere fácil / A Ghentar si muore facile (León Klimovsky, 1967) y Siete minutos para morir / Agente Howard 7 minuti per morire (Tito Fernández, 1966). Franco y Ciccio tendrán que vérselas solos con el malvado Goldginger (Fernando Rey) y el peligro amarillo representado por Culebra de Oro (Julio Peña). Más que cualquier otra consideración argumental, importa la distorsión paródica del referente. Prácticamente todas las escenas de la película matriz son replicadas, incluso, con los mismos encuadres: los gadgets, la pantalla del localizador en el coche, la partida de póquer/ajedrez junto a la piscina, la chica asesinada mediante un baño de oro (Shirley Eaton/Rosalba Neri), el láser/radial a punto de acabar con la vida de los agentes, la mesa que se abre ante los líderes del mundo en el cuartel general del villano... Aunque no aparece acreditada en la copia italiana, Elisa Montés tiene un papel de cierta relevancia como una dinámica Moneypenny y el vestuario de Culebra de Oro (Luis Peña) remite a Dr. No (Agente 007 contra el Dr. No, Terence Young, 1965).

La copia española tiene cinco minutos menos que la italiana y el acceso a las salas nacionales en que se proyecta queda vetado a los menores de dieciocho años. ¿Desnudos femeninos? ¿Alusiones políticas? Para nada. En todo caso, se podría intuir un atisbo de censura en la escena en la que discuten con un pastor protestante y ellos se proclaman pastores "de los del pasto". Pero los cortes se aplican sistemáticamente a los intraducibles trabalenguas de la pareja protagónica. Es más, cuando se conserva el diálogo, tampoco se encuentran soluciones imaginativas. El nombre oriental de Culebra de Oro es Tu-Ke-Wuo —o sea, "Tu che vuo’?"—, que en la versión española se traduce literalmente como "Tú-Qué-Quieres", cuya homofonía con el cantonés es absolutamente nula. En cambio, los nombres de los cómicos se truecan por Carlo y Paquito, no vaya a ser, según dicen algunos mal pensados, que el comportamiento de Franchi se asocie al del general que detenta la jefatura del estado en España.

Dos cosmonautas a la fuerza / 00-2 Operazione Luna (Lucio Fulci, 1965), en la órbita española de Ágata Films, se apunta en el título italiano a los buenos resultados de la película anterior, pero está más centrada en la carrera espacial que a la guerra fría, tema que los cómicos sicilianos parodiarán una vez más en la producción cien por cien italiana Le spie vengono dal semifreddo (Mario Bava, 1966).

La otra parodia italiana precursora es James Tont Operazione U.N.O. (James Tont Operación U.N.O., Bruno Corbucci y Gianni Grimaldi, 1965), con Lando Buzzanca en el papel del agente 007 y medio y la falsilla de Goldfinger a pleno rendimiento: el villano es el empresario musical Goldsinger y su superior el doctor Sí. En España la distribuye IFISA, la empresa del ramo de Iquino, quien emprenderá de inmediato su propia incursión en la vertiente parodística del filón con Cassen.

07 con el 2 delante - Agente Jaime Bonet (Ignacio F. Iquino, 1966) es una parodia bondiana al estilo Iquino, que igual enjareta una actuación humorística a cargo de Cassen, que una canción yeyé por cuenta de Encarnita Polo. El jefe de la inteligencia británica (Gustavo Re) ve impotente como sus mejores agentes van cayendo a manos del enemigo en sus intentos por recuperar un balón de fútbol que contiene un microfilm vital para la seguridad de Occidente. Por ello encarga el caso al hombre del que menos se pueda sospechar, Jaime «James» Bonet (Cassen), un camarero deseoso de regresar a su Barcelona natal y que aceptará la misión después de un durísimo entrenamiento físico, que incluye clases de tiro y judo. La presencia en la factoría de Iquino de Fernando Rubio y otros habituales de los espectáculos de lucha libre, propicia un buen número de trompazos y peleas, cuya coreografía constituye el meollo cómico de la cinta. [...]

Ante la pregunta de quién asesinó al espía chino del que creían haberse librado, Hipólita (Gracita Morales) exclama: "¡Ay, si yo lo supiera! James Bond a mi lado iba a ser un abrecoches". La alusión no es ociosa: en Operación Cabaretera (Mariano Ozores, 1967) hay, un cadáver revoltoso y dos grupos enfrentados que han despachado a éste y están dispuestos a pagar lo que sea por hacerse con un microfilm escondido en un tubo de dentífrico explosivo. Todo ocurre en el hotel Skol de Marbella y dos espías femeninas (Elisabetta Wu y Marisol Ayuso) asedian al escuchimizado representante de productos de broma La Chufla (José Luis López Vázquez) porque creen que está en su poder. La cosa culmina en un tiroteo con todos los interesados haciendo esquí acuático. Tras el paréntesis histórico de Operación Mata-Hari (Mariano Ozores, 1967) y otras comedias costumbristas, el mismo equipo repite en Objetivo: Bi-ki-ni (Mariano Ozores, 1968). Estamos de nuevo en la Costa del Sol con una pareja de carteristas-timadores (López Vázquez y Gracita) perseguidos por todos los servicios secretos del mundo cuando el ingiere un microfilm con los planos del "proyectil-cohete electromagnético inhibidor de la red rusa de satélites" creyendo que es una pastilla para la acidez de estómago. Y no es sólo el macguffin... Los títulos son de lo más bondiano que se haya rodado en España y Antonio Ozores, teñido de rubio, encarna a un Blofeld celtibérico con un ejército de amazonas uniformadas con bikinis rojos y armadas con ametralladoras y fusiles de pesca submarina con los que disparan contra la efigie de Sean Connery en la publicidad de Thunderball. A pesar de todo ello, ambas cintas no son tanto una parodia del subgénero como comedias cómicas urdidas por Ozores en su mejor momento de conexión con el público: más de cuatro millones de espectadores pasaron por taquilla. Según Mariano Ozores, los retrasos causados durante el rodaje por Gracita Morales dieron fin a la serie que con tanto éxito de público estaban facturando. [Mariano Ozores: Respetable público. Barcelona: Planeta, 2002, págs. 155-156.]

Mucha menos fortuna tuvo otra farsa realizada en pleno auge del landismo. Si estás muerto, ¿por qué bailas? (Pedro Mario Herrero, 1970) se organiza en torno al mundo del contraespionaje con un inspector británico (Alfredo Landa), émulo del francés Clouseau por su incompetencia. Él es el encargado de recuperar un maletín con unos documentos secretos soviéticos en el club The Merry Fox. La cosa no va a ser fácil porque todas las atracciones del local están formadas por espías internacionales: el lanzador de cuchillos (Barta Barri) es un espía ruso y la pareja de baile (Paco de Alba) de la española Carmen (La Polaca) tiene un clon robótico que se dedica a destruir lo que se le ponga por delante. Los chascarrillos sobre asesinatos múltiples e indiscriminados se mezclan con los estereotipos nacionales en un producto de modestísima factura y eficacia cómica.

Zarabanda Bing Bing / Baleari: Operazione Oro / Barbouze cherie (José María Forqué, 1966) invertía la polaridad. José Luis López Vázquez ya no era un pícaro o un pusilánime españolito perseguido por peligrosas redes internacionales de criminales y agentes secretos, sino que asumía él mismo la identidad de Fernando Letona, agente de lo que parece ser un servicio de inteligencia español en conexión con la Interpol. Todavía secundará López Vázquez a Paul Naschy en "el gran error" de su carrera: Operación Mantis (El exterminio del macho) (Jacinto Molina, 1985), aunque aquí nos encontramos ya en un cruce entre la parodia del cine de comandos y la distopía. 

Protagonizada por las gemelas Pili y Mili, Agáchate, que disparan (Manuel Esteba, 1969) no pretende ser una farsa pero tampoco llega a ser una parodia. Los elementos genéricos —el consabido microfilm, un par de bellas espías no menos consabidas, un laboratorio secreto y un taller de ninots propicio al crimen— no parecen tener la más mínima función en un relato regido por la agrafía audiovisual. A pesar del carácter chapucero de la realización, Agáchate, que disparan destaca al menos en un punto por su pionerismo: la ambientación en las fallas tres décadas antes de que el superagente Ethan Hunt confundiera Sevilla con Valencia en Mission: Impossible 2 (Misión: Imposible 2, John Woo, 2000).

2 comentarios:

  1. Zarabanda Bing Bing es una maravilla muy poco considerada, a la altura de los mejores "spoofs" bondianos que se produjeron en nuestro continente.

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  2. No la desarrollé más porque tampoco termina de encajar del todo en el molde de las parodias bondianas, donde evidentemente busca inscribirse por la presencia en el reparto de Harold Sakata y Daniela Bianchi. Pero también pesan en su configuración las películas internacionales de atracos al estilo de Topkapi o 7 hombres de oro / 7 uomini d'oro, e, incluso, el cine familiar de Disney. A ver si me meto con Forqué, aprovechando el centenario, y le doy otra vuelta a Zarabanda.

    Gracias por el comentario.

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