Algo muy valioso debe contener el cofre hallado por un submarinista en un pecio en aguas mediterráneas porque su posesión ocasiona tres muertes en los primeros cinco minutos de Zarabanda Bing Bing / Baleari: Operazione Oro / Barbouze cherie (1966). Se trata de un cetro desaparecido durante la II Guerra Mundial y cuyo precio sobrepasa el millón de dólares que valen sólo los cuatro zafiros que lleva incrustados. El alcalde del pueblecito ibicenco donde ha tenido lugar el hallazgo decide exponerlo en el Museo Arqueológico Municipal. Un servicio de inteligencia español en conexión con la Interpol decide enviar a vigilar el tesoro al que suponemos su agente más apto: Fernando Letona (José Luis López Vázquez). Hacia la isla se dirigen también una millonario obsesionada por las joyas (Daniela Bianchi), la pareja de ladrones formada por Sofia y Giuliano (Marilù Tolo y Venantino Venantini) y Polly (Mireille Darc), una turista un poco metomentodo que conoce allí a Pierre (Jacques Sernas), un inventor residente en la isla.
Forqué pone su sensibilidad pop al servicio de este guión de vodevil de
golpes perfectos cuyas tramas se multiplican hasta la extenuación. Como
en Atraco a las tres (1962) acentúa los rasgos burlescos de la trama
criminal, pero donde antes había un sustrato costumbrista en perfecta
sintonía con los actores que encarnaban a los personajes, ahora estamos
ante un elenco internacional propiciado por la coproducción
hispano-ítalo-francesa, terreno en el que José Gutiérrez Maesso, la parte española, es un auténtico experto. La presencia en el reparto de la Daniela Bianchi
de From Russia with Love (Desde Rusia con amor, Terence Young, 1963) y del Harold Sakata de Goldfinder (James Bond contra Goldfinger, Guy Hamilton, 1964)
resultan determinantes a la hora de contar Zarabanda Bing Bing como
parte del filón a pesar de que la cinta bascula entre la parodia del
ciclo Bond y el modelo Topkapi (Topkapi, Jules Dassin, 1964), entre las películas producidas por José Luis Dibildos y las comedias familiares de Disney.
La condición de adaptación Un diablo bajo la almohada / Le diable sous l’oreiller / Calda e... infedele (1968) de los capítulos autónomos del Quijote que constituyen el relato El curioso impertinente suele distorsionar su valoración. También el hecho de que sea una coproducción con un reparto de campanillas, aunque se mueva en registros tan diversos como el de los protagonistas —Ingrid Thulin, Maurice Ronet y Gabriele Ferzetti— y los subalternos españoles —Amparo Soler Leal y Alfredo Landa—. Lo primero que hay que decir es que Forqué lleva formalmente a su terreno —el mismo de Zarabanda Bing Bing o Las que tienen que servir (1967)— esta farsa boccaccesca y conjuga un vodevil sofisticado sin perder nunca de vista las películas contemporáneas de Stanley Donen.
Anselmo (Ferzetti) es un hombre infelizmente casado con Camila (Thulin). Infelizmente porque sufre unos celos patológicos que le obligan a dejar de lado sus investigaciones científicas para seguir a su mujer, dispuesto a descubrir a toda costa sus inexistentes infidelidades. Como el método no funciona, decide recurrir a Lotario (Ronet), amigo de la infancia y playboy internacional. Su idea es alquilar una villa junto al mar y dejarlos allí solos, previo aleccionamiento a Lotario sobre las mil debilidades de la mujer: el champán dulce, Sinatra, que le mordisqueen el pulgar del pie izquierdo... En realidad, Camila odia todo eso y la pareja termina enamorándose.
En el marco de estos trabajos con grandes repartos internacionales, Dibildos prepara en 1967 una película sobre Simón Bolívar en coproducción con Venezuela. Forqué habría tenido a sus órdenes, si el proyecto hubiera llegado a puerto, a Gina Lollobrigida, José Ferrer, Maximilian Schell y Paco Rabal. [Cinéfilo: “El cine y sus noticias”, en Baleares, 29 de noviembre de 1967, pág. 9.]
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