domingo, 7 de mayo de 2017

jerónimo mihura (1)


Para la posteridad, Jerónimo Mihura será siempre el hermano de Miguel, el autor de Tres sombreros de copa. Hubo alguno que, incluso, se atrevió a dudar de su existencia y aventuró que Jerónimo no era más que otro seudónimo de Miguel –que se había firmado como Santos, apellido materno de ambos-, que el ocurrente humorista se ponía para dirigir películas. La larga sombra del fundador de La Codorniz se proyecta sobre una carrera en la que ambos coincidieron entre 1935 y 1951 y que, sin duda, supuso la mejor etapa en la filmografía de Jerónimo. Y si bien es cierto que lo más granado de su carrera como director se inscribe en la estrecha colaboración con su hermano, no lo es menos que realiza un buen puñado de películas por su cuenta que también merece la pena recordar. Entre ellas, algunas de las que podemos incluir en una corriente de comedia sofisticada que también tuvo cultores en la España de los años cuarenta, aunque no lo parezca.

Miguel y Jerónimo inician una fraternal colaboración cinematográfica en 1935 que se materializa en ocho largometrajes realizados entre 1942 y 1950. Los títulos de crédito de todas ellas señalan a Jerónimo como director y a Miguel como guionista, aunque en la mayoría de los casos las funciones no están tan compartimentadas en los rodajes. Miguel los frecuenta y, según él mismo confiesa, se encarga de varios cometidos como la dirección de actores e incluso indicaciones sobre el decorado o la posición de la cámara. Al mismo tiempo, Jerónimo aporta a los guiones todo tipo de recursos visuales, pero deja siempre la labor de dialoguista a su hermano. De este modo, no resulta arriesgado suponer que la autoría de todas estas cintas es común, emprendiendo los Mihura una afortunada aventura en la realización cinematográfica de un interés cuanto menos excepcional.

Hijos de un actor y autor teatral fallecido prematuramente, los hermanos Mihura se criaron bastante enmadrados. Miguel, el menor, frecuenta los ambientes teatrales y hace sus primeros pinitos profesionales como dibujante. Jerónimo ha conocido el encanto de la bohemia y, en consecuencia, se ha sacado las oposiciones al cuerpo de Correos al poco de cumplir los veinte años.Desde su puesto de funcionario cultiva su afición al cine —“yo, como todos los de mi generación, nací al cine como espectador”—, llegando a publicar sus críticas en las revistas Crónica GráficaLa Pantalla y en el diario La Nación. Es entonces cuando teoriza, por ejemplo, sobre la incorporación de los comediantes a la pantalla. Para Jerónimo, tanto Buster Keaton como Harold Lloyd no serían auténticos creadores de comedias sino ejecutantes de situaciones cómicas. La santísima trinidad de los cómicos de la pantalla estaría compuesta por Max Linder, Max Sennett y Charles Chaplin. En cualquier caso, el modelo americano, heredero del cómico francés sólo en parte, no precisaría de actores con formación teatral sino de artistas cualesquiera. “Pero un artista ágil, que sepa correr y saltar, caerse y levantarse luego, y hasta dar un salto mortal si es preciso” (Jerónimo Mihura: “El film cómico en España”, en La Pantalla, núm. 58, marzo de 1929).

Teoría y práctica van parejas. Jerónimo trabaja ocasionalmente como ayudante de Benito Perojo, al que le une una buena amistad y al que acompaña a París en 1929 como secretario personal. Conoce allí el cine desde dentro, trabaja como figurante en alguna película y, al regresar a España, este currículo le abre las puertas de CEA. Vicente Salgado le ofrece en un primer momento el puesto de ayudante de dirección del realizador de la casa, Eusebio Fernández Ardavín, y, en breve, el de director de doblaje del estudio. Jerónimo, aburridísimo de su trabajo en Correos, recibe la oferta como agua de mayo. Su hermano Miguel comienza de este modo una andadura completamente inédita en el cine español de momento: la de encargado de redactar los diálogos para el doblaje que Columbia realiza en las instalaciones de CEA. Allí está también, como jefe de montaje, Eduardo García Maroto, con el que Miguel colaborará en tres cortometrajes y un largo entre 1934 y 1936. Armados de esta experiencia los hermanos Mihura deciden realizar su primera obra conjunta en la que Jerónimo debutará como director: Don Viudo de Rodríguez (1935).

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