Edgar Neville, Conde de Berlanga, ha llegado a Los Ángeles en 1928 aprovechando sus vacaciones como secretario en la embajada española en Washington . No tarda mucho en intimar con la creme de Hollywood: Charles Chaplin, Douglas Fairbanks, Mary Pickford… Aún sin contrato, aprende como visitante de los platós de The Iron Mask (La máscara de hierro, Allan Dwan, 1929) y City Lights (Luces de la ciudad, Charles Chaplin, 1931).
En sus crónicas para el diario ABC desmitifica el ambiente de Cinelandia. La excusa: la llegada de un español con ganas de conocer lo que allí se cuece.
Lo llevamos a una party clásica de Holliwood (sic.): buffet, cock-tails, gentes cansadas que hablan de negocios, y de cine, de cinetodo el tiempo.Poco después regresa a España. En La Gaceta Literaria de Ernesto Giménez Caballero le preguntan por Chaplin, por el cine sonoro y por las versiones españolas:
Cada uno se sirve lo que quiere y se va acomérselo donde no le fastidien. El turistanos dice en secreto:
—Tengo dos botellas de Jerez, que he pasado por la Aduana; supongo que eso seráun argumento infalible con estas chicas.
En este momento aparece una ronda decriados con 18 botellas de jerez, de champagne y de todos los vinos conocidos; nuestro amigo se achica algo. Pero a poco reacciona y, de pronto, se da un golpe en lafrente:
—¡Ah! Ya recuerdo ahora: una de estaschicas se va a bañar en champagne.
—¿Para qué?—se le pregunta—. Aquí el champagne es para beber.
Nuestro amigo está cada vez más desconsolado; después de la comida un grupotoca el gramófono, otros juegan al bridge,algunas parejas charlan en un sofá, cogiéndose la mano como en los pueblecitos de la sierra. La mayor parte van al salón, donde se proyecta una película, que generalmenteno gusta,y todos se duermen.
—Pero, ¿cuándo empiezan a romper muebles y cosas?—gime nuestro turista, desconsolado.
Sería preciso poner las cosas a punto devez en cuando y evitar así grandes desilusiones a los intrépidos viajeros. Hollywood es una tranquila ciudad donde se trabajamucho y donde la orgía es casi desconocida.
Se cuecen habas como en todas partes,pero tranquilamente, sin altavoz.
En Hollywood se están haciendo películas habladas en español. Pero seránde un resultado espantoso, por la incompetencia y por la incultura absoluta quecon respecto al extranjero, tienen los productores de Hollywood, agravada por la carencia de buenos artistas cinematográficos españoles.Pronto cambiará de opinión. Sus contactos han dado fruto y en junio de 1930 está de nuevo en Los Ángeles con un contrato para realizar la adaptación española de The Big House.
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