Tras su paso por Canarias y Marruecos, Alviani liquida sus negocios en Europa. Todavía llegan a la prensa española noticias pintorescas de sus aventuras. Se supone que en 1961 habría estado en Hollywood. Así lo atestigua la siguiente gacetilla, que figura en un diario zamorano como pie a una fotografía del hijo de Clark Gable:
John Clark Gable, nacido ciento veinticuatro días después de la muerte de su famoso padre, acaba de rechazar una importante oportunidad de incorporarse al cine. Máximo G. Alviani productor de Orfeo negro y de David y Goliat, contaba con el pequeño Gable para su película titulada El mundo de los niños. La viuda del actor estaba dispuesta a ello, porque Clark había dicho muchas veces que su hijo sería, como él, figura del cine. Así las cosas, y en medio de la mayor expectación, John Clark Gable acudió, con su mes recién cumplido, a los estudios en brazos de su madre. Lo curioso fue que en cuanto encendieron los focos empezó a hacer tales carazas que el director hubo de esperar a que se calmara; pasaron los minutos, y el pequeño actor siguió lloriqueando y resistiéndose ferozmente a la menor disciplina. Después de muchos intentos y de toda clase de zalemas, el equipo se dio por vencido y John Clark Gable salió del estudio sin haberse hecho a su costa un solo plano aprovechable. El pequeño parecía contento. No se sabe si porque no le gusta el cine en general o porque no le gustaba la película en particular. [Imperio, diario de Zamora, 13 de junio de 1961]La alusión a Orfeo negro nos proporciona una pista sobre su siguiente escala. Según algunas fuentes [Maximo Barro: Participação italiana no cinema brasileiro. Sesi-SP, 2017.], reaparece en Brasil como técnico de sonido en la coproducción ítalo-franco-brasileña Copacabana Palace (Steno, 1962), aunque en la copia italiana no aparece su nombre en dicho cometido.
El siguiente proyecto de Alviani es Túmulo dos vivos, una película cuyo rodaje en la catinga del Brasil nordestino debería de arrancar el 1 de octubre de 1962. En el reparto se da por segura la presencia del clarinetista Booker Pittman y de su hija Eliana, además de una pin-up llamada simplemente Andrea, que la revista Manchete [núm. 543, 15 de septiembre de 1962.] presenta en bikini a toda plana. Tanto en esta cinta —nunca terminada, si es que alguna vez comenzó a rodarse— como en la de Steno se le ofrecieron sendos papeles a Jaime de Mora y Aragón, de paso entonces por Brasil con la intención declarada de pasear por Copacabana con Margit Ohlson y ver jugar a Pelé.
O diabo chorou es la historia de una monjita asesinada en un pueblecito de pescadores en la costa de Bahía, de cuya financiación debería hacerse cargo Rex Endsleigh Cinematográfica Ltda. [Cinelandia, núm. 248, marzo de 1963.] En el reparto Oswaldo Loureiro, Elezier Gomes y de nuevo Pittman y su hija. En uno de esos golpes de efecto a los que tan aficionado es Alviani, convoca a la prensa en el puerto para recibir a Stephanie Christine, a la que se presenta —no sabemos a qué cuento— como la protagonista de Lolita (Lolita, Stanley Kubrick, 1962). Ella debería de haber sido la monjita a la que asesinan en un pueblo de pescadores de la costa bahiana, aunque, una vez más, el proyecto queda en aguas de borrajas.
El western O sabor da violéncia, que se rueda en los estudios Cinédia de Jacarepaguá, al oeste de la ciudad de Río de Janeiro, cuenta con producción estadounidense y un reparto de esta nacionalidad en el que sobresalen Bruce Cabot —habitual en las películas de John Wayne de estos años—, la exótica Fay Spain y un viejo conocido de la aventura canaria, Tom Hernández. En lo que terminará convirtiéndose en norma de las producciones de Alviani, que a estas alturas se presenta como colaborador de Roberto Rossellini y medio hermano de Yves Montand, los actores denuncian que llevan tres meses y sin cobrar y el equipo se niega a seguir trabajando gratis. Aprovechando las festividades navideñas el realizador-productor ha desparecido y los intérpretes contratan a un abogado para que ponga un pleito a Alviani. Cabot declara que no quieren crear un escándalo y que no desean otra cosa que volver al plató con el año nuevo, pero que no están dispuestos a trabajar gratis. [Ultima Hora, 18 de diciembre de 1963.] Sin embargo, Fay Spain asegura que sólo le pagaron cuarenta y ocho dólares y que tuvo que pagarse el viaje de vuelta a Estados Unidos pidiendo un préstamo.
Entretanto, Armando Moreno se reencuentra con Alviani en el Festival de Río de Janeiro a donde ha viajado en compañía de Nuria Espert para presentar María Rosa (Armando Moreno, 1964), adaptación de una obra de Ángel Guimerá que obtiene el premio de la crítica internacional.
Así pues, la única producción de Alviani que se estrenará en Brasil será Choque de sentimentos (Massimo G. Alviani, 1965) y estará protagonizada por su mujer, Helena Alviani junto a Milton Rodrigues. Completan el reparto Elezier Gomes —al que no parece importarle el impago de O diabo chorou—, la prometedora Darlene Glória, popular por su presencia en radio y televisión, y la rumbera Galdys Ibáñez. La ficha del Dicionário de filmes brasileiros [Sao Paulo, IBAC, 2009] dice que el guión se basa en el libro Sabor de violencia —así, en castellano—, lo que remitiría al anterior libreto inacabado de dos años antes. El rodaje tiene lugar en Petrópolis y Copacabana en la primavera de 1965 y en julio se presenta a la prensa en el cine Art-Palácio, que la distribuidora posee en Río de Janeiro. Como es imposible acceder a la película, debemos conformarnos con el resumen argumental publicado en O Jornal:
Es la historia de dos jóvenes estudiantes que, a fin de descansar, van a pasar el Carnaval en una hacienda del interior del Estado del Río, residencia de una prima de una de las chicas. Esta prima, casada con un joven ingeniero, se siente sola e invita a las jóvenes y a algunas amigas a pasar el Carnaval en su casa, con la idea de dar un baile para que los invitados se diviertan. Su marido ha sido novio de la prima y de dos de sus amigas, lo que puede resultar embarazoso y dar lugar a situaciones incómodas, pero la joven sigue adelante con el firme propósito de reunir durante unos días a sus antiguas amistades, incluso contra el parecer de su marido. En la noche del Carnaval, durante la celebración del baile en la hacienda, las dos estudiantes salen a dar una vuelta y son atacadas por sorpresa por un hombre, que viola y asesina a una de ellas. La otra, que ha sido testigo de todo, queda gravemente herida y pierde la memoria. La escena es presenciada por una pareja de novios que se encontraba en el lugar. La policía comienza las pesquisas para resolver el crimen, investiga a todos los involucrados en el caso y, en el curso de la investigación, salen a la luz varios acontecimientos pasados que propician un verdadero “choque de sentimientos”. El marido de la propietaria de la casa es el centro de la trama, pues sus ex novias lo señalan como principal sospechoso del crimen, así como los novios que lo presenciaron. Pero he aquí que, de repente, todo se aclara y el verdadero criminal es descubierto mediante un ardid y la joven pareja puede descansar en paz en su hacienda, lejos de los chismes y los infundios de sus enemigos. [O Jornal, 24 de octubre de 1965.]Una vez más, a juzgar por las recensiones contemporáneas, la cinta fue más motivo de escarnio que de atención crítica cuando se estrenó en Río de Janeiro:
¡Sexo! ¡Violencia! Para aplacar su soledad, un ingeniero da una fiesta en su hacienda (ah, es ingeniero, pero también, antes que nada, hacendado). Allí acuden sus viejas amistades, incluidas tres antiguas amantes (y eso que está casado). La fiesta es un baile carnavalesco. ¡Viva la chanchada! [Correio da Manhã, 6 de febrero de 1966.]Un par de semanas después insiste el historiador y crítico Salvyano Cavalcanti en lo “lamentable” del producto, “se mire como se mire”:
La película es abominable… y estamos siendo generosos. El mayor valor de Massimo Alviani es la belleza serena de Helena Alviani que debe tomar clases de interpretación urgentemente, pues tendrá futuro. [Correio da Manhã, 24 de febrero de 1966.]Y Paulo Perdigão en Diario de Noticias:
Subproducto de aficionados e irresponsables, al margen del verdadero movimiento renovador del cine nacional. Es lamentable que el director Roberto Pires y el músico Remo Usai tengan que ganarse la vida pignorando su prestigio en trapacerías de esta clase. [Diario de Noticias, 7 de febrero de 1966.]Además, el estreno no ha estado exento de escándalo porque Milton Rodrigues, el protagonista, reclama que se le adeudan cuatro millones de cruzeiros por su trabajo en una cinta que aún lleva el título de Carnaval de sangue. El abogado del actor asegura que si el pago no se produce en una semana, impedirán el estreno en São Paulo, donde Rodrigues explotaría la película por sí mismo a fin de recuperar el dinero que se le debe gracias a su distribución. [Diario Carioca, 16 de diciembre de 1965.]
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