domingo, 8 de noviembre de 2020

cámaras españolas en guinea (2)


Acaso algo de culpa de la desidia estudiantil de José Neches —a pesar del paréntesis de la Guerra Civil, sus estudios de ingeniería se prolongan desde finales de la década de los veinte hasta 1941— la tuviera su afición por el flamenco. La revuelta militar de julio de 1936 le sorprende en la Ciudad Condal, como representante de un cuadro flamenco que actúa en aquel momento en el Teatro Circo Barcelonés, a espaldas del Paralelo. A finales del mes de junio se presentan en este escenario el guitarrista castellonense Miguel Borrull y el cantaor Antonio Moreno “Niño de Valdepeñas”. Durante dos meses desaparece de las carteleras de espectáculos. El sábado, 15 de agosto, reabren sus puertas todos los coliseos de Barcelona, ahora bajo la tutela del Sindicato Único de Espectáculos Públicos, que dedica el Teatro Circo, como venía siendo tradición, a las variedades. El programa de socialización promovido por la CNT se compromete a la revitalización del teatro:
No se trata solamente de una renovación económica. Él teatro va a renovarse espiritualmente. De divertimiento burgués pasará a ocupar un rango educador. Del teatro va a desaparecer toda obscenidad, vulgaridad y grosería. El teatro siente el orgullo de su deber y arrojará de sí todos los elementos que confundían las tablas de la escena con mostradores de mercader o taquilla de prostíbulo. [La Vanguardia, 14 de agosto de 1936.]
Mientras tanto, los de Neches han decidido pasar a Barcelona huyendo del ambiente revolucionario y de los sueldos igualitarios. El avispado promotor se hace pasar por guitarrista, pero como su habilidad con dicho instrumento es nula, se hace escayolar el brazo derecho. El 16 de febrero de 1937, el gobierno francés le concede permiso para permanecer en Francia durante tres años. Sin embargo y acaso por presiones familiares, regresa a Zamora, su ciudad natal, que está en manos de los sublevados. En diciembre de 1937 es nombrado conductor del Servicio de Automovilismo del ejército sublevado y en junio de 1938 es promovido al empleo de alférez provisional del arma de aviación tras haber realizado el correspondiente curso de capacitación. El apunte biográfico del Ministerio de Agricultura asegura que “fue encarcelado en el Castillo de Montjuich por abandono de su puesto de guardia para cumplir con su afición al flamenco”. [José Neches Nicolás: Obra cinematográfica (1945-1976). Madrid, Ministerio de Agricultura, 2016.] De resultas de esta falta habría sido condenado a muerte e indultado in extremis, a pesar de lo cual termina la guerra con los galones de “teniente de complemento del arma de aviación”.

Como ya vimos, Neches marcha a Guinea en 1941 como responsable del Servicio Agronómico. El 10 de noviembre de 1943, La Guinea Española da noticia de su regreso a la península. Poco después, se publica en el Boletín Oficial del Estado [21 de febrero de 1944] su cese voluntario de dicho cargo. Sus siguientes destinos oficiales son Orense, Murcia y su Zamora natal, al tiempo que se dedica a algunos negocios privados. Entre ellos, al parecer, algunas salas de exhibición en la Gran Vía madrileña. En 1945 Neches regresa a Guinea al frente del equipo que a rodar Afan-Evu y el quincenal La Guinea Española da detalles de sabor local:
El Sr. Neches en su campana de ingeniero agrónomo captó las mil y una cosas de seducción y encanto que tienen las tierras tropicales y en particular la Guinea Española. Ya en la metrópoli, finalizada su campaña, quiso que el público español conociera y sintiera algo de lo que el colonial siente y vive. Al efecto ideó una película que teniendo por protagonista al ilustre explorador Iradier hiciera desfilar por la pantalla todo aquello que fuera necesario para lograr su intento. Cineca le abrió sus puertas. Fernández Flórez cuyo solo nombre es ya garantía de éxito, trazó el guión, teniendo por asesores a personalidades tan destacadas como el Excmo. Sr. D. Juan Bonelli, D. Jaime Nosti y D. Pedro Fúster (q.e.p.d.).
En el reparto, el periódico destaca también la participación de dos personalidades coloniales: Félix Abia y Pepita Cortina de Serra en los papeles del explorador vitoriano Manuel Iradier y de su cuñada. El equipo regresa a España en el Isla de Tenerife el 25 de junio para continuar el rodaje en los estudios Sevilla Films.

En las fotografías superiores, varias escenas de la película en las que intervienen Conchita Tapia,
Raúl Cancio, Alfredo Mayoy y dos figurantes innominados.

El argumento, concebido por el escritor y académico Wenceslao Fernández Flórez, relata la clásica historia del hombre de la metrópoli (Alfredo Mayo) que se ve obligado a marchar al trópico para hacerse cargo de una herencia y poco a poco se va enamorando de aquella vida... y de la hija de un maderero (Conchita Tapia). Cuando ésta desaparezca en la selva con su padre a causa de un accidente aéreo, el abogado organiza una operación de rescate en la que le acompaña el prometido de la muchacha (Raúl Cancio).
Preocupados por la existencia de tribus caníbales, Ruiz y Álvaro comienzan a temer seriamente por las vidas de Marta y su padre. Es Álvaro quien, arriesgando su vida, consigue liberarlos, conquistando así el amor de Marta. Por fin, Álvaro decide fijar su residencia definitivamente en Guinea. [Ángel Luis Hueso: Catálogo del cine español: Películas de ficción 1941-1950. Madrid, Cátedra / Filmoteca Española, 1998.]
Fotografías procedentes de la revista Primer Plano en las que aparece Neches en los estudios Sevilla Films
con todo el equipo, junto a la cámara, con el escritor y argumentista de Afan-Evu Wenceslao Fernández Flórez
e impartiendo instrucciones a Alfredo Mayo y a Conchita Tapia.

El estreno tiene lugar en el cine Gran Vía el 12 de diciembre de 1945 en función de gala. Acuden a la misma el Jalifa y el director general de Marruecos y Colonias, José Díaz de Villegas. La proyección se completa con dos documentales de Hermic Films: Costumbres pamues y Los espejos del bosque. Sin embargo, la película ha obtenido una calificación en Tercera, lo que la invalida para recibir cualquier ayuda oficial. Probablemente con afán de evitar tan espinoso asunto, la crítica de ABC se convierte en ditirambo de los estudios Sevilla Films, propiedad también de la familia Luca de Tena. Y así, no hay párrafo en la que no se mencione la esplendidez de sus instalaciones o la brillantez del sonido allí grabado.

En 1959, tras un viaje a Estados Unidos, José Neches ingresa en el recién creado Servicio de Extensión Agraria como técnico cinematográfico. A pesar de que ya había facturado un par de cortometrajes didácticos a mediados de los años cuarenta —Cortijo andaluz (1945) y Reses bravas (1945)— es a partir de 1959 cuando se dedica intensivamente al cine agrícola, realizando un centenar de documentales hasta 1976. Jubilado desde 1981, fallece en Madrid el 10 de junio de 1994. En la esquela que publica el ABC, su esposa, Juana María de Olaso, y sus once hijos “ruegan una oración por su alma”.

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