domingo, 26 de abril de 2020

espías chez balcázar (y 6)

 
Actualizado el 3 de septiembre de 2024

Aunque el goteo de películas de espías chez Balcázar en las pantallas españolas continúa hasta el arranque de la década de los setenta, la veta productiva ha quedado esquilmada a mediados de 1966. Los socios italianos demandan westerns y a su confección se dedicará la productora barcelonesa, explotando al máximo la construcción de los estudios en Esplugas de Llobregat [Rafael de España y Salvador Juan i Babot: Balcázar Producciones Cinematográficas: Más allá de Esplugas City. Barcelona, Universitat de Barcelona, 2005.] A partir de 1967 la facturación de este tipo de productos no decrece, pero ahora los protagonistas son ladrones de joyas o detectives privados, acaso con seudónimo, pero sin siglas ya que los asocien a un servicio secreto, sea éste real o apócrifo. Como apéndice de lo que fue el filón quedan un par de productos espurios, más próximos a los éxitos en el cine de intriga y acción de Antonio Isasi Isasmendi, que al patrón bondiano.

Para confeccionar Con la muerte a la espalda / Con la morte alle spalle / Typhon sur Hambourg (Alfonso Balcázar, 1967) Alfonso Balcázar y José Antonio de la Loma —en la copia italiana aparece también Gianni Simonelli— recosen todos los tópicos del subgénero en un argumento vertiginoso, lo ambientan en escenarios internacionales y ponen al frente del reparto a George Martin, un ex-gimnasta que ya ha trabajado para los hermanos Balcázar en un buen número de westerns. Sin embargo, el gimmick promocional es la utilización de un sistema alemán de objetivos que se sirve de un negativo en 65mm para obtener una imagen duplicada que permite obtener copias de proyección en 3D con gafas polarizadas. El sistema se denomina HI-FI Stereo 70 aunque en la copia española aparece acreditado como Estereovision’70 y, que nos conste, nunca hubo una proyección patria con efecto tridimensional.

Sobre las particularidades de este proceso encontramos esta  nota en la prensa especializada alemana:

Después de años de pruebas, Jan Jacobsen, quien también desarrolló la cámara MCS de 70mm, ha llevado a la madurez de producción una cámara estéreo de dos lentes basada en la cámara MCS. El 10 de julio comienza en España el rodaje del primer largometraje realizado con el nuevo proceso 3D, que ha sido bautizado como Hifi-Stereo-70. La película, una coproducción hispano-francesa-italiana con participación alemana de International Germania, está ambientada en el mundo de los superagentes y lleva por título provisional Elektra 1.
El principal financiador alemán de la nueva tecnología de rodaje y exhibición en 3D es el propietario de un cine en Múnich, Rudolf Englberth. Ya ha preparado su Roxy Theatre para las demostraciones de prueba del Hifi-Stereo-70. Ahora también equipará el Royal para poder presentar allí Elektra 1 en otoño. Inicialmente, la película será exhibida fuera de los canales de distribución habituales.
Para el registro se utiliza una cámara con dos lentes de 70mm (una por cada ojo), que toma dos imágenes CinemaScope una al lado de la otra a partir de un negativo de 65 mm mediante prismas y con ayuda de una lente Ultrascope con una distancia focal de 50mm.
Para la reproducción en cine, basta con un único proyector de 70 mm en el que se coloca una óptica especial de dos lentes que proyecta las dos imágenes a través de filtros polariazados. Para ver la proyección estereoscópica, el espectador recibe gafas polarizadas desechables mediante las cuales puede percibir el efecto espacial. Además de la óptica prestada por el proveedor de la película, el requisito previo para la sala de cine es una pantalla metalizada y una potencia lumínica de proyección entre dos y dos veces y media más brillante que la convencional.
Dado que la proyección de películas tridimensionales como atractivo visual se limitará inicialmente a unas pocas salas, durante el desarrollo del proceso se puso énfasis en que también es posible una proyección bidimensional normal. A partir de la imagen doble del negativo de 65mm se pueden realizar tanto positivos CinemaScope de 35mm con una sola imagen como una copias estándar en 70 mm. ["Neues Projektionsverfahren: Hifi-Stereo-70", en Film-Echo Filmwoche, núm. 47, 1966, pág. 9.]

Alfonso Balcázar, con la colaboración del prematuramente desaparecido director de fotografía Víctor Monreal, le saca buen partido al relieve, planificando en profundidad las secuencias de acción y, en especial, las peleas, con abundantes puñetazos al objetivo. Este tipo de juegos con el espectador alcanzan también al sonido estereofónico, alabado por el propio protagonista cuando el misterioso jefe de de la organización criminal Elektra (Daniele Vargas) le encierra en una habitación donde todo está controlado. Los agentes secretos de Estados Unidos (Michel Monfort) y la Unión Soviética (Ignazio Leone) se encuentran en la exhibición de joyas de madame Van Hallen (Maria Badmajew) en Hamburgo a fin de hacerse con una misteriosa droga desarrollada por el cerebro de Elektra, que permite dominar la voluntad de quienes tienen en sus manos lanzar la bomba atómica. Menos mal que el profesor Rowland (Georges Chamarat) ha dado con un antídoto y lo va a negociar con los agentes en la recepción de madame Van Hallen. Quiere la casualidad que esté allí también un ladrón conocido como "El Lince" (George Martin). Mientras roba las joyas asiste al asesinato del profesor por parte de Silvana (Rosalba Neri), una agente de Elektra. "El Lince" escapa con Monica (Vivi Bach), la hija del profesor y la fórmula del antídoto.

Con la muerte a la espalda es una coproducción hispano-ítalo-francesa cuyo permiso de rodaje se solicita con el título de Electra Uno. Una vez realizada, Balcázar cede los derechos de distribución a Bengala Films que en 1969 la venderá para territorios tan exóticos como Austria y Líbano. Caso inaudito, la comisión censora rechaza el tráiler el 7 de diciembre de 1967: "Prohibido, con la advertencia a la casa distribuidora de que a Jorge Martín lo anuncien como Jorge y no como George, ya que se trata de un actor español". [Expediente de censura, en AGA 36/04405.] Poco parece importar que el nombre auténtico de George Martin no sea ni Jorge ni Martín, sino Francisco Martínez Celeiro.

Sobre las aventuras del periodista Jeff Gordon (Jack Stuart) en Destino: Estambul 68 / Occhio per occhio, dente per dente (Miguel Iglesias, 1967) y su rodaje back to back en Estambul con El hombre del puño de oro / L’uomo dal pugno d’oro (Jaime Jesús Balcázar, 1967), ya dijimos cuando repasamos la filmografía de Miguel Iglesias que era un “tebeo de acción, resuelto de oficio, en el que si algo destaca es la crueldad de algunas palizas rodadas con cámara subjetiva que toma la posición de la víctima”.


También hemos ido apuntando algo sobre la rentabilidad del ciclo en España. En el puesto más alto del podio taquillero se encuentra El Tigre se perfuma con dinamita con algo más de ochocientos mil espectadores; en el más bajo, Totò de Arabia con apenas un cuarto de millón. Siete de las diez cintas canónicas superaron el medio millón de entradas. No obstante, como explicaba Francisco Balcázar, el negocio no estaba ahí. Aunque el coste final de una coproducción no debía estar por debajo de los quince millones de pesetas y la participación mínima española tenía que ser de cuatro y medio, José Antonio de la Loma le confiesa a Riambau y Torreiro que la aportación de los Balcázar en estudios, laboratorio, material de iluminación y maquinaria de rodaje, figuración y ayudantes de los equipos técnicos, solía estar en torno al millón de pesetas “a cambio de que una producción italiana fuera considerada como española a efectos de protección oficial”. [Esteve Riambau y Casimiro Torreiro: Productores en el cine español: Estado, dependencias y mercado. Madrid, Cátedra / Filmoteca Española, 2008, pág. 870.] Y remata Jaime Jesús Balcázar: “Nosotros poníamos los estudios, el material eléctrico, la figuración, la cámara, los laboratorios y algunos técnicos. Con todo eso, ¿cómo podían negar la nacionalidad española de una película?”. La justificación para las alteraciones en la acreditación literaria es que había que “arreglar” algunos libretos traídos de Italia, “bien porque eran malos, bien para adaptarlos a las necesidades de producción y decorados. En la casa que teníamos en la Costa Brava se hacían reuniones con los italianos de las cuales salían tres o cuatro guiones”. [Esteve Riambau y Casimiro Torreiro: Guionistas en el cine español: Quimeras, picarescas y pluriempleo. Madrid, Cátedra / Filmoteca Española, 1998, pág. 71.] O sea, producción en serie realizada para exprimir al máximo los beneficios oficiales, que, no obstante, encontró un público ávido de escenarios exóticos, mujeres hermosas y hombres musculosos —con las consiguientes dosis de erotismo y acción—, y un deje de autoironía por el quiero y no puedo bondiano compartido con alborozo cómplice por cineastas y espectadores.

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