domingo, 22 de junio de 2025

una españolada pasada por méxico, hollywood y parís

El león de Sierra Morena (Miguel Contreras Torres, 1928) se sitúa en pleno centro del debate sobre la españolada. El mismísimo ayuntamiento de Córdoba, donde se ruedan los exteriores, se revuelve contras las posibles mistificaciones que pudieran surgir de un asunto “a base de bandidos y flamencos” pergeñado, dirigido y protagonizado por un mexicano afincado en Hollywood que ha recurrido a los estudios Natan de París para construir los decorados y al mismísimo Fantomas de Feuillade para que encarne a José María “El Tempranillo”. Tanto es así que la cinta se estrenará en Francia como producción propia con el título de L’Aigle de la Sierra y la realización acreditada a Louis de Carbonnat.

Como el actor-realizador Contreras Torres cuenta ya en su filmografía con otra película de similares características, la coproducción hispano-mexicana El relicario (1928), los diarios se lanzan a una campaña de descrédito. El cineasta se excusa también por anticipado:

No sé cómo será juzgada mi película por la crítica. Está hecha con la mejor buena fe, sin intento alguno de molestar a nadie y con todo el cuidado y tacto imaginable. Si a mi cinta hubiera alguien que se atreviese a tildarla de “españolada”, no habría nada más injusto y sin razón. Yo podría señalar entonces más de una docena de películas españolas cuyo espíritu y tema se juzgarían con más motivo una “españolada”. Conste, pues, que he hecho una película altamente española y espero tranquilo la opinión del público sensato y la crítica consciente con derecho a decidir. [R. Puente: “Hablando con Contreras Torres”, en El Cine, núm. 869, 29 de noviembre de 1928.]

La campaña continúa ante el inminente estreno con el marchamo de “producción nacional” en enero de 1929, alentada ahora por el semanario Popular Film: "No creemos que tal cinta se proyecte en nuestros cines, pero si así fuera, el público verá si se merece España que se la pinte con trabuco y calañés para asombro de los extranjeros que acudirán a las Exposiciones de Sevilla y Barcelona". [“Planos”, en Popular Film, núm. 130, 24 de enero de 1929.] El caso es que el estreno en las salas Madrid y Argüelles de la capital estaba anunciado para el 21 de enero y el 27 una nota de la distribuidora Imperial Films [El Debate, 27 de enero de 1929] habla de "dificultades recogidas [sic] a última hora" para justificar la demora, que se prolongará nada menos que hasta febrero de 1931. El león de Sierra Morena y como complemento de Die Dollarprinzessin und ihre sechs Freier (Princesas del dólar, Felix Balz, 1927). La "producción nacional con las hazañas de José María el Tempranillo" continuará circulando hasta 1934 por salas provinciales, no acondicionadas aún para las proyecciones sonoras.

Además, la censura primorriverista, en manos de los responsables provinciales de la Dirección General de Seguridad, ordena suprimir “la última escena de la primera parte, en la que aparece que un obrero enfermo es tirado al suelo y maltratado por el dueño del cortijo”. [Boletín Oficial de la provincia de Santander, 13 de marzo de 1929.] Desde luego, la escena no aparece en la copia que nos ha llegado, pero tampoco el final parece que esté completo. Es dudoso que en una producción de este tipo dejaran al espectador sin saber si va a llegar o no el indulto. Cuestiones nacionalistas y de continuidad aparte, el principal problema de El león de Sierra Morena es su estatismo. La sombra de Douglas Fairbanks y su The Mark of Zorro (La marca del Zorro, Fred Niblo, 1920) planea sobre toda la producción y no para bien. El diálogo suple a la acción en muchos momentos y las largas didascalias de Josep Amich i Bert “Amichatis” no favorecen la continuidad y el dinamismo que las esperadas cabalgadas, asaltos a diligencias y enfrentamientos entre las propias partidas de bandoleros y de éstos con el ejército, hacían prever. Unos bellos paisajes de Córdoba y la serranía o algún decorado son lo más aprovechable de este primitivo intento de encauzar un cine de aventuras de raíz hispana.

La polémica se reavivará cuando algunos medios españoles se hagan eco de la producción en Hollywood, en versión directa en español y con exteriores en Sevilla y Marruecos, de Soñadores de la gloria (Miguel Contreras Torres, 1931), una historia de amistad y celos entre un novelista y un torero que acaban marchando juntos a la guerra del Rif. En España no se estrenará hasta 6 de noviembre de 1933. [Juan B. Heinink y Robert G. Dickson: Cita en Hollywood. Bilbao: Mensajero, 1990, pág. 191.]

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