domingo, 16 de agosto de 2020

josé antonio de la loma (7)


El magnífico Tony Carrera / Il magnifico Tony Carrera / Carrera - Das Geheimnis der blonden Katze (José Antonio de la Loma, 1968) es una coproducción hispano-ítalo-germana, que en su parte española asume Moncayo Films. La productora zaragozana se incorpora al proyecto de manera fortuita, debido a que uno de sus socios, el director de fotografía Víctor Monreal, forma parte del equipo de Internacional Germania Films, la empresa española que había puesto en marcha el proyecto y que quiebra poco antes del comienza del rodaje. [Javier Hernández Ruiz y Pablo Pérez Rubio: Moncayo Films: Una aventura de producción cinematográfica en Zaragoza. Zaragoza, Institución Fernando el Católico / Ayuntamiento de Zaragoza, 1996, pág. 127.]

Tony Carrera (Thomas Hunter) ha rehecho su vida. Ya no es aquel sarcástico ladrón de guante blanco cuya firma era "I am sorry". Sigue amando el riesgo, eso sí. Por eso ahora se dedica a la competición automovilística. Está a punto de casarse con la pelirroja Antonella (Erika Blanc) cuando en el circuito se presenta la rubia Ursula (Gila von Weitershausen), una mujer que parece saberlo todo sobre su pasado. Pronto se verá involucrado en un viaje a Holanda en cuya costa se encuentra la fortaleza de la que debe robar un maletín. Mientras tanto, Antonella encarga a una agencia de detectives que sigan a su prometido a todas partes. Como la fortaleza es inexpugnable, Tony decide cometer el robo desde dentro, introduciéndose subrepticiamente en una de las cajas que se almacenan allí en tránsito hacia Estados Unidos. La investigación de la policía, alertada por Antonella, y las intrigas de la organización criminal comandada por Serge (Gerard Tichy) y el profesor Einstein (Fernando Sancho) para apoderarse del maletín, sirven de soporte externo a la intriga sobre si el protagonista logrará sobrevivir a la falta de oxígeno, desconectar la alarma y salir de la fortaleza con el botín.

El rodaje se desarrolla principalmente en Holanda, pero también en Italia y Barcelona, en los estudios Balcázar. De la Loma tiene que hace auténticos equilibrios financieros porque, aparte de la quiebra de la productora española prevista inicialmente, la Cineproduzioni Associate no pudo asumir su parte a partir de la cuarta semana de rodaje. Aún así la cinta obtiene una buena recaudación en España y en el resto de los países que participan en la producción. Similar en su formulación genérica a las películas de Antonio Isasi, la cinta de De la Loma alcanza sus mejores momentos en las escenas de intriga pura y en las persecuciones automovilísticas por las estrechas calles de Ámsterdam, lo que se convertiría casi en una firma en el ciclo dedicado a los Perros callejeros.
Le tengo mucho aprecio a esa película —afirma De la Loma años después—. Fue la primera que tuvo una distribución y buena acogida internacional. [Entrevistado por Jaime López González de Peredo en Cine y Más, núm. 73, diciembre de 1990, y citado por Hernández Ruiz y Pérez Rubio: Op. cit., pág. 135.]
Aunque, como hemos visto, la productora titular es Moncayo Films, Hernández Ruiz y Pérez Rubio constatan la existencia de un contrato entre la firma zaragozana y Promofilm, la productora de José María Carcasona, por la que éste asume buena parte de los costes y los beneficios, a pesar de no figurar en los créditos. [Esteve Riambau y Casimiro Torreiro: Productores en el cine español: Estado, dependencias y mercado. Madrid, Cátedra / Filmoteca Española, 2008, pág. 236.]

Pues bien, Promofilm va a ser la productora de una serie de documentales turísticos y deportivos que José Antonio de la Loma rueda a continuación y de los que apenas tenemos testimonios. Monza Grand Prix (1968) está rodado en el autódromo de Monza, el 8 de septiembre de 1968, durante la celebración del Gran Premio de Fórmula Uno, así que es seguro que está montado a partir de los descartes de El magnífico Tony Carrera. Sigue su estela Indianapolis (1969). Y si Nueva York insólito (José Antonio de la Loma, 1969) presta atención a los marginados del Bowery —a los que ya se había acercado Lionel Rogosin en 1956—, las restantes entradas de este ciclo parecen tener una intención más próxima al travelogue: Bahamas - Nassau (1969), Islas del Caribe - Barbados (1969), Islas del Caribe - La Martinica (1939), Islas Vírgenes - Santo Tomás (1969) y La ciudad flotante (1969), rodado en el crucero France, en cuyas escalas es probable que se rodaran alguno de los anteriores. En el equipo se repiten los nombres de Marcelino Riba-Abizanda y Enrique Vila como directores de producción, Antonio Millán como director de fotografía en Technicolor y Techniscope, Teresa Alcocer como montadora y los italianos Gianni Marchetti y Riz Ortolani como autores de la música y Rogelio Hernández como locutor a partir de textos escritos por el propio De la Loma. Es más, a partir de este momento, en un rasgo de autoría que tiene tanto que ver con el orgullo del maestro en un oficio como con los resquemores hacia su consideración por parte de Iquino y los Balcázar, a partir de ahora cada una de sus películas llevará una cartela que acredite que está "escrita y dirigida por José Antonio de la Loma".


A pesar de la localización geográfica e histórica precisa, resulta poco rentable buscar cualquier rasgo de ideología en Golpe de mano (Explosión) / La furia dei giganti (José Antonio de la Loma, 1969). Por el contrario, esta coproducción hispano-italiana se decanta por la mímesis del cine de acción bélica que triunfa en ese momento en todas las pantallas del mundo — The Bridge of Remagen (El puente de Remagen, John Guillermin, 1969) o The Dirty Dozen (Doce del patíbulo, Robert Aldrich, 1967)— o su adaptación a los más modestos presupuestos del cine bis —No importa morir / Quel maledetto ponte sull'Elba (León Klimovsky, 1969)—, aunque la referencia más inmediata esté mucho más cerca: Posición avanzada (Pedro Lazaga, 1966).

Por eso, cuando el alférez Novales (Simón Andreu) se incorpora a la compañía del capitán Andújar (Daniel Martín) éste se encuentra cercado entre dos posiciones republicanas y su llegada, metralleta en ristre, resulta providencial. Tiempo habrá de contar la muerte de su padre en Monteharo, el pueblo donde está instalado el nido de ametralladoras, y sus propósitos de venganza. Lo que ahora cuenta es el tableteo de las armas, las carreras en zigzag para lanzar las granadas, la explosión de los morterazos que obligan a lanzarse cuerpo a tierra. Tras un interludio musical —torpemente resuelto por cuenta de la música enlatada— el alférez expone al capitán su plan para tomar el pueblo esa misma noche, antes de que los republicanos puedan retirarse y volar el único puente que permitiría el avance de las tropas nacionalistas. Han pasado veinte minutos y el doble golpe de mano ya está en marcha. La voladura corre por cuenta de un dinamitero asturiano, Paco El Fulminante (Frank Braña), que intenta convencer al Pernas (Fernando Sancho) de que él también abandone el pueblo, ya que fue él quien asesinó al padre de Novales, que era el cacique. Mientras Paco se despide de Teresa (Patty Shepard), el alférez asalta el nido de ametralladoras y el sargento Casquete (Rafael Hernández) y sus hombres intentan desactivar las cargas de dinamita bajo el puente. Pero el apoyo que esperan de la compañía no llega, porque el coronel (Antonio Casas) ha ordenado a Andújar que no abandone la posición. A pesar de todo, el alférez Novales decide tomar el pueblo por su cuenta a fin de ejecutar su venganza, lo que impedirá "in extremis" el capital, enviándolo a rendir cuentas por su desobediencia en un consejo de guerra.

Aunque Román Gubern ha querido ver en este comportamiento el aislamiento del garbanzo negro "no profesional" en el seno de un ejército formado por rectos militares de carrera, lo cierto es que De la Loma desarrolla la intriga a través de las acciones paralelas convergentes, concentra la acción en veinticuatro horas y apenas deja margen para psicologismos ni ideología. Golpe de mano es, a la postre, una película de acción no sólo sin buenos ni malos, sino también sin tesis a la que ceñirse, lo que lastra sin remedio otras películas contemporáneas como La orilla (Luis Lucia, 1971).


La segunda incursión de De la Loma en el western mediterráneo, bastante más tardía y ajena ya a la disciplina de Balcázar, es El más fabuloso golpe del Far-West / Hold-Up à Sun Valley (José Antonio de la Loma, 1972). El paisaje nevado dota a la película de un fondo escenográfico convenientemente simbólico, pero la acción igual podría haberse ambientado entre el maquis urbano barcelonés que quisieran pasar a Francia por el Pirineo o entre hampones de Chicago dispuestos a cruzar la frontera con Canadá.

Una banda de forajidos ha excavado una galería bajo la calle principal de Sun Valley para robar la cámara acorazada del banco. Cada uno parece haber llegado a la ciudad con un propósito distinto, pero el sábado, cuando cierre el banco, procederán a desvalijar la casa. Uno de ellos, Poldo (Charly Bravo), promete su amor a dos hermanas: Marion (Carmen Sevilla) es la recatada maestra; Sophia (Barbara Carroll), corista y lo que salga en el saloon. Otro, mexicano, Reyes (Fernando Sancho, es encarcelado como sospechoso el mismo día del atraco. Lupe (Patty Shepard), que también es mexicana y siente afecto por él porque ha salvado a su hermano pequeño, paga la fianza. Estos son los principales obstáculos en un plan perfectamente milimetrado que incluye la voladura de la escuela y del depósito de agua como maniobra distractiva que mantenga entretenidos a los del pueblo mientras ellos atracan el banco. La ejecución meticulosa del plan y la fuga de los miembros de la banda se prolonga durante dos tercios de un metraje que apenas desarrolla una caracterización poco más que superficial: el tahúr, el sargento de la Unión, el mexicano... La desaparición del botín lanza la intriga en una nueva dirección durante el último acto, cuando todos se enfrentan con todos para disfrutarlo en solitario.

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