Para Cocinex, Filmco y Cine D'Or
La principal característica de las películas realizadas por Germán Lorente entre 1965 y 1967 es que hoy en día resultan inaccesibles. Cocinex era una empresa concebida para la exportación de cine español que participaba ocasionalmente en producción. Ostentaba la titularidad de la misma Ismael González y, aunque su fuerte eran los cortometrajes documentales, no le debió de parecer mala cosa explotar un poco más el filón playero. El resultado es Vivir al sol (1965), una cinta de la que apenas he podido ver un par de fragmentos en los que constatamos que Lorente sigue fiel a los ambientes cosmopolitas de la Costa del Sol, con el hotel Meliá Don Pepe como emblema, y a un cinismo que encuentra su más preclara expresión en las interpretaciones de Alberto Dalbés y Pastor Serrador. Lo mismo ocurre con Cover Girl (Amor en un espejo) (1967): sólo he visto un puñado de escenas; suficientes para hacerse cargo del entorno de alta burguesía internacional en el que se desarrolla la acción: coches deportivos, residencias lujosas, mayordomos de uniforme... y la presencia de Anna (la yugoslava afincada en el cine italiano Beba Loncar), modelo fotográfica, lo que en este mundo fotonovelístico equivale a una falta de prejuicios lindante con la prostitución.
Las gacetillas de Vivir al sol, acaso redactadas por el propio realizador, ponen el acento en el tono actual de la ambientación y en las localizaciones:
Con este título el cine español, de la mano de Cocinex, S.L., entra en el área del cine de hoy, con temas de hoy, con factura y contenido de hoy, desarrollando un argumento actual, en el que campean como apoyaturas básicas la acción y el romance amoroso tratado a la europea, abierta y sinceramente. [...] Desde Málaga a Torremolinos y Marbella, los modernos conjuntos de apartamentos, hoteles, piscinas, playas, lugares de esparcimiento, captados en maravilloso color por la cámara de Manuel Rojas, uno de nuestros directores de fotografía más dotados y flexibles, sirven de fondo a la fábula central, en la que el espectador va de la admiración a la sonrisa, y de ésta al inesperado latigazo dramático.
La misma nota invita a pensar en Lorente como un “realizador moderno, sensible y agilísimo, maestro en la pintura de caracteres y en la percepción y transmisión de las más sutiles sugerencias”, en tanto que algún crítico le reprocha que toque siempre idéntica melodía, tratando una y otra vez “los mismos tipos, los mismos problemas y la misma insustancialidad”. [Castell: “Cine: Novedades de la semana”, en Hoja del Lunes (Barcelona), 5 de julio de 1967, pág. 38.]
Por su parte, Filmco es la compañía de Ernesto Tejedor Chinchilla. Financia las tres películas que Lorente rueda en 1966-1967. La primera de ellas es Su nombre es Daphne, un proyecto sobre cine dentro del cine que Lorente ansiaba realizar desde hacía tiempo.
Creo que una mujer atractiva puede llegar al público y decir algo con mucha más facilidad. Es esta la razón por la que procuro siempre que mis películas tengan unas protagonistas femeninas que respondan plenamente a la moda actual. [“Germán Lorente, el director español de moda en Europa”, en El Adelantado, 28 de junio de 1966, pág. 7.]
Estos ganchos femeninos son la francesa Dominique Boschero en Vivir al sol, la también francesa Geneviève Grad —habitual en la serie del gendarme louisdefunesco— en Su nombre es Daphne (1966), la desconocida Ilia Sushan en Un día después de agosto (1967) y la serbia Beba Loncar en Cover Girl (Amor en un espejo).
Como tampoco he podido ver Un día después de agosto dejo primero la sinopsis —plagada de comas al tresbolillo— que la productora envía a la Dirección General de Cine para solicitar la licencia de exhibición...
Michel Drac, un joven cirujano francés, sufre una grave crisis profesional, en Paris, agravada por la muerte de su esposa, en circunstancias amargas, y abandona su trabajo. Va a habitar a la Costa del Sol, en España, y allí lleva una vida completamente primitiva. Sale de pesca con los amigos, recorre algunos pueblos, es útil a su manera, a desconocidos.
Tres años más tarde, un dial Michel conoce a Jeanne, joven con pasado algo turbio, Jeanne evidentemente no es la mujer que puede ayudar a Michel. Sin embargo, el amor llegará a unirlos, con crueldad.
Sonia, una jovencita, amiga de la familia, a la que Michel conocía en París, llega asimismo a Málaga, y va al encuentro de Michel. En los años transcurridos, Sonia se ha hecho mujer, y sigue enamorada del médico, al que conocía desde muy pequeña. Es su primer amor, sus primeros sueños románticos.
Michel, torturado por sus problemas y dudas, violentado por sus relaciones con Jeanne, procura no dañar a Sonia, pero la rehúye. Entretanto, el doctor Sanromá, un viejo médico amigo de Michel, procura equilibrar las alteraciones emotivas de éste.
Finalmente, Michel, en medio de la falsa alegría y el continuo ajetreo de la Costa del Sol, toma su decisión: regresará a París. Luchará por recobrar su antiguo puesto en el hospital. Michel y Jeanne, lograrán superar la mediocridad de unos años vacíos.
... y luego el juicio sobre el trabajo de Lorente de quien sí vio la película:
No se le puede negar a Lorente gusto en el encuadre y cierto cuidado especial en la forma de mover a los actores. No es un cine vulgar —eso desde luego— y, plano a plano, la película es realmente bella, tiene su atractivo, cierta calidad y un aire moderno que quizá no sepa dar otro director español a sus relatos. Lo que pasa es que es un cine mucho menos profundo de lo que aparenta y discutible desde diferentes puntos de vista. Los personajes que esta vez reúne Lorente en Torremolinos son el del médico que abandonó su profesión tras un desengaño; el de la muchacha que busca casarse con un hombre rico; la jovencita enamorada del doctor —que es el tipo más convincente— el millonario acostumbrado a obtenerlo todo por dinero y otros tipos más característicos de los lugares de veraneo. [Cinéfilo: “Un día después de agosto: Astoria”, en Baleares, 1 de diciembre de 1967, pág. 26.]
Sharon vestida de rojo (1968) supone un final de ciclo. Para poner en pie la producción, Lorente ha confiado en Jaime J. Puig, cuya marca, Cine D’Or, ha realizado hasta entonces cine publicitario y cortometrajes turísticos. Lorente no pretende ya medirse con el cine de la Nouvelle Vague o con el Antonioni de la incomunicación de la alta burguesía o con el Fellini de la dolce vita romana, sino con los grandes melodramas de Hollywood, empezando por los de Vincente Minnelli sobre el mundo del cine.
No pretendo reflejar problemas españoles. Planteo una variedad de comedia que se desarrolla en España, pero con una línea de evasión. Creo sinceramente que puedo hacer mucho más que un cine sofisticado. Si lo hago es porque me lo piden y yo estoy al servicio de la industria. [Juan Francisco Torres: "Encuesta el cine catalán. Hoy: Germán Lorente", en Fotogramas, núm. 1010, 23 de febrero de 1968.]
Una actriz que otrora fue una gran estrella con una hija díscola, un dramaturgo de éxito en Broadway que quiere convertirse en guionista y Pigmalión de una modelo devenida actriz, un autoritario director de cine, un playboy casado con una psicópata internada en una clínica de Lausana, un periodista neoyorquino que debe poner tierra por medio ante las amenazas de la mafia... El guión multiplica las relaciones sentimentales entre ellas y ellos hasta que resulta inextricable quién no se ha acostado con quién y, sobre todo, porque las mujeres se someten a estos tipos violentos, desagradables, machistas y celosos. Todo ello, en un Madrid indeterminado que el espectador nunca logra reconocer del todo y con unos diálogos propios de un folletín firmados por el equipo habitual: Gauna, Josa y Lorente. La novedad en la trayectoria de este último residiría en la inclusión de algunas escenas de acción, que narrativamente funcionan a modo de pegotes —vamos, que no funcionan— y que técnicamente están resueltas con bastante torpeza.
Las alusiones a la M-G-M, distribuidora de la cinta, aparecen salpicadas a lo largo del metraje. Invocación un poco en vano, porque las horas de gloria de los grandes estudios estadounidenses se están viniendo abajo. George Chakiris, el protagonista de West Side Story (West Side Story (Amor sin barreras), Robert Wise, Jerome Robbins, 1961), y la reincidente Beba Loncar intentan poner un mínimo acento internacional en un reparto completado por Eduardo Fajardo y la pareja Manuel de Blas-Patty Shepard. A Silvia Solar, nacida en 1940, le toca en suerte el papel de madre de Sonia Bruno, de la cosecha de 1943. En el papel de abogado, deambula por algunas escenas Luis G. Berlanga, con cara de no saber qué pinta allí.
En una entrevista en Fotogramas preguntan a Lorente por su imposible vinculación con la Escuela de Barcelona:
Si tuviera diez años menos estaría dentro de la "escuela"; ahora me siento al lado de ella. El cine que hace este grupo es más de autor. Es difícil que podamos conectar la "escuela" y yo. Momentáneamente, la "escuela" ha tenido ya importantes aciertos temáticos e individuales. Estoy convencido de que si esto hubiera ocurrido en Francia o en Inglaterra habría conseguido mucha más repercusión. [Juan Francisco Torres: "Encuesta el cine catalán. Hoy: Germán Lorente", en Fotogramas, núm. 1010, 23 de febrero de 1968.]

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