La publicación de una monografía sobre José Germán Huici a cargo de Miguel Zozaya para la colección que Filmoteca de Navarra viene dedicando a cineastas e intérpretes de su competencia destaca por ser la primera entrega dedicada a un guionista de obra relativamente corta y no a intérpretes de largo recorrido, como Camino Garrigó o Joaquín Roa. Antes que anecdótica, esta circunstancia le permite obviar el perfil cronológico con una mera mención de hitos en el repertorio del biografiado y profundizar en la gestación, proceso administrativo y fortuna crítica de cada uno de los títulos de la filmografía de Huici.
Fue éste un guionista atípico. Trasladado a Barcelona por motivos laborales, el interés paterno por el cine le llevó a colaborar en la revista Cinema —los tres textos publicados se reproducen oportunamente en un apéndice de la monografía [págs. 133-139]— y a vincularse con el grupo del semanario Destino. Se encuentran entre ellos Ángel Zúñiga y Julio Coll. A la obra de este último —del que algo hemos hablado por aquí— estará vinculada la mayor parte de la trayectoria profesional de José Germán Huici, alcanzando tal simbiosis que en los primeros momentos de su andadura conjunta llegarán a firmar algunos libretos con el seudónimo conjunto Julio Huiman.
Zozaya va desentrañando no sólo la vinculación de la pareja con el ciclo criminal catalán, sino algunos patrones que conforman sus guiones, como son la presencia de la mujer legítima del protagonista y, como contrapunto, otra de las que convencionalmente se denominan “de moral dudosa” y que le acompaña abnegadamente en su camino hacia la redención. Porque los guiones de Huici tienen también esta estructura de cuentos morales que les permiten salir indemnes del ominoso entramado censorial y sirven como un traje a medida al virtuosismo formal —no pocos lo tildaron de manierista— de la puesta en escena según Julio Coll.
Para los interesados en las dobles versiones tiene especial interés la polémica que tuvo lugar en Fotogramas a raíz del pase de Un vaso de whisky (Julio Coll, 1958) con el título de Desirs de femmes en un "Festival Internacional de Cine Pornográfico" celebrado en París. El asunto era doblemente grave porque las nuevas secuencias se habrían rodado al sur de los Pirineos y no en Francia, como aducía el productor Enrique Esteban. Coll atribuyó los insertos a la mala praxis del productor con la complicidad "de colegas sin escrúpulos tal como Jesús Franco". [pág. 84]
Cuando Coll se traslada a Madrid, a principios de los años sesenta, Huici no se desinteresa del cine. Hay varios guiones que por una causa u otra quedan irrealizados. De todos ellos da cuenta el autor. También de La montaña sin ley (Ignacio F. Iquino, 1953), único libreto que Huici firma en solitario y que resulta ser un proyecto que Iquino llevaba arrastrando desde su etapa en Emisora Films. El otro guión ajeno a la órbita de Coll que llega a la pantalla es el de Las piernas de la serpiente (Juan Xiol Marchal, 1971), vehículo al servicio de la comicidad de Cassen, que firma Xiol Marchal para Teide P. C., pero que el autor revela que habría sido dirigido en realidad por el titular de esta empresa, José María Forn.
No es el único dato inédito que el autor rescata de los archivos o del testimonio de Fernando Huici, el hijo del biografiado. En un panorama bibliográfico tan cicatero con los guionistas cuando no vienen avalados por otros cometidos de más relumbrón, el acercamiento a José Germán Huici se le antoja a uno una iniciativa feliz sostenida con firme pulso investigador por Miguel Zozaya.
Miguel Zozaya
José Germán Huici
Pamplona: Filmoteca de Navarra, 2021.
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