Con motivo de nuestro acercamiento a Visión fantástica (Eugène Deslaw, 1956) ya mencionamos la política de No-Do, atenta no sólo a la elaboración de las dos o tres ediciones semanales del noticiario y los reportajes compilados en la revista Imágenes, sino también a la elaboración de documentales de cierta ambición o conveniencia política en los que la intervención privada no estuviera interesada o no ofreciera suficientes garantías: "Otra de las finalidades para la que ha sido creada la entidad No-Do —afirmaba en 1943 su director, Joaquín Soriano—, es la de producir documentales que reúnan condiciones a la altura de los deseos de una buena parte del público". [Citado por Rafael R. Tranche y Vicente Sánchez Biosca: No-Do, el tiempo y la memoria. Madrid: Cátedra / Filmoteca Española, 2006 (8ª edición), pág. 171.] Y los deseos del público a principios de la década de los cincuenta pasaban por el cromatismo cinematográfico.
Ya hablamos también en aquella ocasión de los intentos primeros de reportajes en color —Así es Madrid (1949) y En Sevilla hay una feria (1949)—, dirigidos ambos por Joaquín Soriano Roesset y fotografiados por Stanley W. Sayer, que había participado en el rodaje en Technicolor de XIV Olympiad: The Glory of Sport (Castleton Knight, 1948), el documental sobre los juegos olímpicos celebrados en Londres en 1948. En el primero de ellos actúa como operador Agustín Macasoli y en el segundo Christian "Cristino" Anwander, responsables de los primeros intentos cromáticos de No-Do, que aún se demorarán cuatro años más. El hecho de que Sayer trabajara para Technicolor invita a pensar que el Tecnichrome que aparece en los créditos de estos dos primeros intentos no fuera otra cosa que el Technicolor procesado en Reino Unido, con el que acaso hubiera algún conflicto industrial para la utilización de dicha marca.
Antes de que la producción de la serie Documentales en Color se normalice con la llegada del Eastmancolor, No-Do produce doce entregas numeradas de No-Do en color o Nodocolor que llegan a la pantalla entre 1954 y 1957. La primera de ellas es Madrid, Valencia fallera y desfile de la victoria (1954). Se rueda en Gevacolor, se procesa en los laboratorios Cinematiraje Riera de Madrid, donde se realizan habitualmente los trabajos de No-Do, y llega a las pantallas en la tercera semana de abril de 1954. [La Vanguardia Española, 18 de abril de 1954, pág. 22.]
La locución da cuenta del carácter del empeño:
Iniciamos con este film una serie de películas complementarias en color en las que recogeremos aquellos temas que más se presten a la nueva técnica. En este recorrido por Madrid podemos apreciar el pulso y ritmo de la capital de España y el relieve de algunos de sus edificios y monumentos característicos. Al pasar a la pantalla de esta manera, los panoramas cobran un nuevo aspecto, muy diferente de la anormal visión que nos ofrece el cine en blanco y negro. El color se adueña más cada día del mundo del séptimo arte. Obedientes a esta exigencia de carácter técnico y estético, incorporamos la información y el reportaje a esta modalidad cinematográfica. Estos rincones y estos aspectos de la ciudad, antiguos y modernos, cobran con el color el sentido y la apariencia más próximos a la realidad.
Madrid se evoca mediante este contraste entre modernidad —la Gran Vía, el edificio España— y tradición —la Plaza Mayor, el museo del Pardo, la calle Sacramento—, pero apenas hay nada en este primer segmento que remita a "aquellos temas que más se presten a la nueva técnica" y sí a "la apariencia de realidad" que menciona el locutor. Más brillantez tendría probablemente el segundo bloque, dedicado a las fallas. Trajes coloridos, ninots, fuegos artificiales e, incluso, un globero, por si la profusión cromática no fuera suficiente. No obstante, la actual degradación del color impide que estas notas brillen en todo su esplendor. Cierra esta primera edición el inevitable desfile de la victoria del primero de abril, que proporciona un carácter emblemático al reportaje y proporciona un vínculo directo con ediciones anteriores en blanco y negro. El Generalísimo apenas sale en un puñado de tomas, pero está omnipresente en las tropas que rinden honores a aquél que conduce firmemente a la nación "por los rectos caminos de la paz armada y vigilante". Y como no sólo de guerras vive el hombre, que también necesita su poquito de propaganda, el ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias Salgado, afirma que la incorporación del cromatismo a la producción del noticiario oficial se debe a una iniciativa personal del Caudillo. [ABC, 18 de julio de 1956, pág. 19.]
El mismo carácter misceláneo tiene la segunda entrega, según se puede deducir de su mismo título: Industria, arte, belleza y danza
(Christian Anwander, 1954).
Una fábrica de rodamientos, el taller de
restauración de la Academia de Bellas Artes San Fernando, los jardines
de La Rosaleda y unas estampas de baile español de inspiración goyesca
constituyen el desglose temático. En esta ocasión, los motivos han sido elegidos sin duda por la ocasión de lucimiento, con especial mención al tercer apartado.
Anwander, incorporado a No-Do desde Actualidades Ufa, firma la fotografía de los tres primeros números, filmados todos en Gevacolor y procesados en Riera, como hemos visto.
Las otras dos películas que completan la producción nodística en color para 1954 se ruedan mediante el Ferranicolor italiano y el revelado y el tiraje de copias se realizan en los laboratorios Cinefoto de Barcelona. Se hace cargo de ellas el malogrado Francisco Centol Lahoz, reportero en España hasta 1943 del noticiario Fox Movietone y desplazado a Italia en este punto de su carrera, según algunos testimonios, para recibir formación sobre las particularidades del procedimiento.
En 1955 el organismo anuncia que tiene la intención de "intensificar hasta el máximo posible" la producción de esta suerte de "reportajes de interés permanente concebidos de un modo intermedio entre la técnica del documental y la del noticiario". [Anuario del cine español 1956. Madrid: Sindicato Nacional del Espectáculo, 1956, pág. 16.] Ese mismo año llegan por fin a las pantallas dos de los documentales que antes se rodaron: Tenerife y sus bellezas y En la luz de Gran Canaria. Su pionerismo queda patente porque están rodados en Agfacolor y procesados en los laboratorios Bavaria Filmkunst, en Alemania. Ya sea por esto o por alguna causa que se nos escapa, a pesar de su evidente degradación, son las que mejor ha conservado la colorimetría y el contraste originales.
Pero las analogías no se reducen a la calidad fotográfica. Ambas películas utilizan idéntico artificio narrativo para proponer al público un recorrido por las dos islas. En la primera, se trata del capitán y el grumete de un carguero y en la segunda de una belleza local que, además, conserva el acento isleño en sus invocaciones al espectador.
Una entrevista con Anwander y Agustín Macasoli, el operador de cámara, publicada en la tinerfeña Jornada Deportiva el 27 de octubre de 1953 nos sirve para datar los rodajes.
—Aparte de las bellezas naturales y paisajes, ¿incorporarán a la cinta algunas costumbres típicas?
—Naturalmente. Se recogerán varias escenas de bailes regionales y aparecerá en la misma la elaboración de sombreros típicos en Bajamar.
—Pues nada, les deseo que el tiempo les sea propicio.
—Eso es lo que nos trae preocupados. En más de una ocasión hemos estado por suspender los trabajos y marcharnos a África, donde también tenemos una misión que cumplir.
Los señores Macasoli y Anwander terminan reiterándonos su ruego de que hagamos algunas gestiones a favor del cambio de tiempo.
—Tenga usted en cuenta —nos dicen— que se trata de una película en color y que si seguimos el trabajo así, después la gente va a creer que en vez de Tenerife de lo que se trata es de Inglaterra… [Citado en Rodajes en Canarias (1951-1970). Las Palmas de Gran Canaria, Filmoteca Canaria, 2012, pág. 117.]
Estrenada en febrero de 1955, algunas de las afirmaciones del locutor excitan la rivalidad entre las dos provincias isleñas al parecer de Goriot, el crítico cinematográfico del diario Falange de Las Palmas:
La fotografía y el color están discretos. Los mejores momentos que logra la cámara de Macasoli son los primeros planos de distintas flores.
Un pequeño argumento sirve como vehículo para recorrer a la mayor de las islas de nuestro archipiélago. Lo de la importancia mundial de su puerto —olvidando el de Gran Canaria— es algo que el público no aceptó. [Ibidem.]
Goriot tampoco se muestra del todo satisfecho con el resultado de En la luz de Gran Canaria —"tiene buena transparencia, aunque el ángulo de los encuadres se nos antojan un tanto vulgares" [Ibidem, pág. 128.]—, aunque en esta ocasión deja constancia del avance que supone en comparación con otros trabajos anteriores en blanco y negro de contenido netamente turístico.
Dos ciudades históricas y dos sitios reales (José López Clemente, 1957) es una producción de Studio Films sobre Ávila y Segovia, el Monasterio del Escorial y la Granja de San Ildefonso presentada como parte de la colección No-Do en Color. Sabemos que se procesó en Cinematiraje Riera, aunque desconocemos el procedimiento de color empleado en su filmación. [Véase Addenda del 13 de octubre de 2022 al final del texto] Pero más allá de las viejas glorias imperiales y las grandezas monumentales que el guión de Pancho Cossío se ocupa de subrayar, nos interesa porque la "china girl" de la cola de calibración inicial no es otra que Mary Martin y acompañada nada menos que del enorme Félix Fernández.
Olvidada la numeración correlativa a partir de 1956, el No-Do en Color sigue ofreciendo una media de seis producciones al año hasta 1965. Tras el impasse de 1966, el año siguiente hay una reestructuración del noticiario, aparecen nuevas colecciones, como Imágenes del Deporte, y la fotografía en color se generaliza.
Los temas artísticos y turísticos han ido dejando paso ocasional a tratamientos netamente propagandísticos como los ofrecidos por Mohamed V en España y Viajes del Generalísimo, ambos de 1956, los dedicados a las "naciones hermanas" de Iberoamérica o, a principios de la década de los sesenta, a los enlaces de Fabiola de Mora y Aragón, Juan Carlos de Borbón y Carlos Hugo de Borbón con familias reinantes en Europa. El caso excepcional de Paz y amistad en libertad (1959), crónica cinematográfica del viaje del presidente Ike Eisenhower al área mediterránea a finales de 1959, merece tratamiento aparte y, aunque incluido en la colección, no es una producción de No-Do. Si lo son, en cambio, otras que continúan con la tradición del organismo de realizar películas para entidades oficiales. Buen ejemplo de ello son: Residencias y ambulatorios del Seguro de Enfermedad (1957), documental de veinte minutos fotografiado en Eastmancolor por Anwander para el Instituto Nacional de Previsión; Trigos españoles (1956), para promocionar la red de silos del Servicio Nacional del Trigo; o Los hombres del tráfico (José Rodulfo Boeta, 1961), promovido por la Dirección General de Tráfico para dar a conocer la nueva Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil.
Los cántaros de Platero (Enrique Alfonso, 1958) se lleva la palma en cuanto a entidades implicadas en su realización: produce No-Do para la Dirección de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras Públicas, con la colaboración del Ministerio del Aire, que a buen seguro proporcionó al equipo el helicóptero para las tomas aéreas. Gracias a este recurso nos elevamos sobre las tierras paradójicamente secas de Grazalema y Cádiz para adoptar ese punto de vista omnisciente que conviene a la propaganda institucional. Amalgamado por una omnipresente partitura de acompañamiento firmada por Emilio Lehmberg, el documental encadena las alusiones literarias a la obra de Juan Ramón Jiménez y el montaje propio del cine industrial con sus obras de ingeniería que parecen haberse construido por arte de birlibirloque, con gráficos didácticos y fragmentos formalistas organizados como pequeñas piezas autónomas: la sinfonía del agua, las estudiadas composiciones formales de la secuencia de la depuradora... En fin, una suerte de compendio de recursos heterogéneos a los que proporciona continuidad una banda sonora en la que uno, en su ignorancia musical, cree advertir la huella de Falla.
También figuran en este lote tres de los títulos que el especialista Fernando López Heptener realiza para Iberduero para documentar la construcción de las presas de Saucelle, el Cinca y Aldeadávila: Energía y fuerza (1956), Por la cuenca del Cinca (1960) —remontaje de Del Pirineo al Duero (1956)— y Salto de Aldeadávila (1960).
En ocasiones, No-Do se limitará a distribuir documentales ajenos, aunque de carácter más o menos oficial, como Spain, Castles and Fiestas (Jesús Fernández Santos, 1959), una producción de Guión P.C. para promocionar España como destino turístico y que, amén de su locución en inglés, parece haber sido financiada total o parcialmente por la petrolera estadounidense Caltex para desbloquear fondos. Con sus naves en la refinería de Escombreras da fin un documental que ha explorado catedrales y castillos, bailes y procesiones, ciudades y paisajes agrestes.
En julio de 1956, por intercesión de Eugène Deslaw, Gracia y tradición andaluzas (Francisco Centol, 1954), en Ferraniacolor, y Por tierras catalanas (Christian Anwander, 1955), ambas en Gevacolor, se presentan en el festival de Locarno. De todos modos, la producción de No-Do en Color copa la representación española en las primeras ediciones del Festival de San Sebastián y en ocasiones obtiene el premio al mejor cortometraje, como La capra hispánica (Alberto Carles Blat, 1957), en Ferraniacolor. Entre el agua y el barro: Estampas de la albufera (Christian Anwander, 1957) obtiene el premio al mejor cortometraje didáctico en la VIII Semana Internacional de Cine de Turismo y Folklore de Amberes y Las pinturas negras de Goya (Christian Anwander, 1959) logra varios galardones en certámenes internacionales.
Aunque el Agfacolor pervive en 1957 y 1958, más allá de los periclitados Gevacolor y Ferraniacolor, llegará un momento en el que el Eastmancolor está tan implantado en la producción de estos documentales que el procedimiento cromático ni siquiera se menciona en los créditos.
Todos los documentales están disponibles en el repositorio de No-Do que mantienen Filmoteca Española y RTVE. De ahí proceden las capturas que ilustran este texto, salvo la última, que proviene de uno de los anuarios del Sindicato Nacional del Espectáculo, y el anuncio del cine Publi, aparecido en la edición de La Vanguardia mencionada al pie.
Addenda 13 de octubre de 2022:
Caigo ahora en la cuenta de que la cola de calibración inicial de Dos ciudades históricas y dos sitios reales pertenece a Viaje de novios (León Klimovsky, 1956), película rodada el mismo año y de la que, en efecto, Mery Martin y Félix Fernández eran una de las parejas protagonistas. De modo que el misterio queda desvelado: el Nodocolor de Centol fue realizado en Agfacolor.
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