No tengo mucho que decir de La batalla del domingo (1963), más allá de su intención decididamente humorística, al contrario que otras cintas que Di Stéfano ha protagonizado tanto en su Argentina natal —Con los mismos colores (Carlos Torres Ríos, 1949)— como en España —La saeta rubia (Javier Setó, 1956)—. Marquina escribe el guión con José López Rubio y José Vicente Puente.
El productor míster Thompson (Antonio Garisa) —un remedo paródico de Samuel Bronston— está dispuesto a producir la película definitiva sobre el fútbol. Para este fin, una guionista americana (Mary Santpere) ha escrito una absurda biografía del jugador del Real Madrid Alfredo Di Stéfano: Semana Santa en Sevilla, secuestro del futbolista vestido de gaucho, gánsteres disfrazados de rumberos... Cuando éste niega a participar en semejante disparate, ella tiene que convertirse en su sombra para conocer la auténtica y sencilla vida del ídolo del balompié, hecha de retazos de partidos extraídos del archivo del noticiario oficial No-Do.
Si en 1963 Marquina se acerca como director a la pasión balompédica, en 1964 le toca el turno al mundo de los toros. Ambos se encuentran en su momento álgido de popularidad gracias a las retransmisiones televisivas, que amplían lo que antes difundían la radio, el No-Do y la prensa. Pero la emoción del directo, la posibilidad de “ver” lo que está sucediendo en el estadio o en el ruedo en tiempo real, confiere a futbolistas y toreros una notoriedad impensable hasta ese momento. Y la industria cinematográfica aprovecha la ola y parece que no hubiera torero que no tenga su película en la década del desarrollismo: El Cordobés, Luis Miguel Dominguín, Palomo Linares, Miguel Mateo “Miguelín”, El Pireo, Pedrín Benjumea... Valiente (1964) es la película de Jaime Ostos.
Como en otros casos, la historia de ficción se superpone con la biografía del matador, al que un doblador profesional (Simón Ramírez) coadyuva a convertirlo en personaje de ficción. Desde la confirmación de la alternativa en Madrid en 1958 hasta una cogida gravísima en Tarazona en 1963, las tardes de gloria y cornadas se van insertando en el metraje a partir —de nuevo— del material del noticiario oficial No-Do. Esta decisión narrativa condiciona tanto la elección del blanco y negro en un momento en que el color ya se ha generalizado como la estructura, que es lo más llamativo de la cinta. Otras películas del ciclo cuentan las ansias de gloria y el ascenso a la cumbre y/o la tragedia del fracaso o la muerte. Valiente, en cambio, opta por mostrar los pros y los contras de una decisión inquebrantable: la fama, el dinero, las mujeres, el cansancio... Y lo hace al modo brechtiano, insertando rótulos al principio de cada viñeta, que puede ser un breve sketch dramático, pero también una figura retórica. El episodio del “miedo” se resuelve al modo documental, con una serie de planos de toros en la dehesa que miran fijamente al objetivo; no hay más. El “cansancio” alterna faenas en la plaza con planos de “la rubia” —el haiga— recorriendo la geografía española: se trata de un montaje sincopado en el que la banda sonora de los planos de la plaza está ocupada por pasodobles y el ambiente de los tendidos, en tanto que los de las carreteras van acompañados por el ruido del motor coche al pasar: cortes abruptos de imagen y sonido que nos recuerdan que la primera ocupación de Marquina en el cine fue precisamente esa, la de ingeniero de sonido.
De cualquier modo, seguro que no era ésta la gran película taurina que Marquina llevaba anunciando desde la época del proyecto abortado sobre Manolete. En 1949 decía: “Las corridas de toros son fiestas de colorido, de luz y de pasión; tres cosas que el gris, el blanco y negro atenúan de tal manera que les quitan lo que tienen de emocionantes”. [Citado en Julio Pérez Perucha: El cinema de Luis Marquina. Valladolid: Semana Internacional de Cine, 1983, pág. 123.]
Entretanto, Marquina sigue participando en guiones para películas ajenas como Maribel y la extraña familia (José María Forqué, 1960), adaptación de una comedia de Miguel Mihura con varios puntos de contacto con la coetánea ¡Adiós, Mimí Pompón! (1961); Navidades en junio (Tulio Demicheli, 1960), adaptación de otra comedia de Alfonso Paso protagonizada por Alberto Closas; Crucero de verano (Luis Lucia, 1963), de la que ya hablamos aquí: https://documentitosdeunindocumentado.blogspot.com/2021/10/la-amargura-de-luis-lucia-8.html; y ha firmado las versiones españolas de los diálogos de A escape libre / Échappement libre (Jean Becker, 1964) y Atraco al hampa / Le Vicomte règle ses comptes / The Viscount - Furto alla Banca Mondiale (Maurice Cloche, 1967), una de las coproducciones de Miguel Tudela con la marca Producciones DIA adscritas al pseudobondismo.
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