5 Films
Enrique Esteban, el propietario de Este Films se asocia con el constructor valenciano Bautista Soler para poner en pie Sensualidad (Germán Lorente, 1975), cinta que marca el inicio de la colaboración de Lorente con el guionista Miguel Rubio y que se prolongará prácticamente hasta el final de la filmografía del realizador. Soler es propietario de varios cines en Alcira y en 1975 crea la productora 5 Films, con la que Germán Lorente comienza una colaboración que se extenderá a lo largo de tres años y tres películas.
Solvencia formal, transcendentalismo temático y erotismo son algunas de las características del cine de Germán Lorente. Las tres se dan cita en Sensualidad, película destinada en primera instancia a explotar la belleza de Amparo Muñoz, Pilar Velázquez, Sandra Mozarowsky y Blanca Estrada. Para ello nada mejor que situarlas en una casa de citas regentada por una madam (Amelia de la Torre) bien conectada con la élite política y financiera. Las cuatro muchachas tienen historias personales que las empujan a la prostitución como un modo fácil de conseguir dinero y de superar algunos traumas, que en el caso de Ana, la protagonista, está causado por la violación por parte de su padrastro cuando era una adolescente, la muerte del mismo y la locura de su madre. Se abre de este modo una segunda línea no sólo dramática, sino genérica, cuando el inspector de policía Carlos Baena (Fernando Fernán-Gómez) reconozca a Ana y empiece a frecuentarla. Su actividad profesional da lugar a un par de persecuciones automovilísticas que poco tienen que ver con el argumento. Las cuatro historias se cierran con finales moralizantes. La independencia de los personajes femeninos —sólo posible gracias a la venta de sus cuerpos— resulta, para colmo, castigada, reforzando una de las líneas por las que transitará el cine erótico español cuando, tras la desaparición de la censura y la regulación del cine clasificado “S”, se vuelva un poco más explícito.
Strip-tease (1976) se construye alrededor del cuerpo de Corinne Cléry —la protagonista de Histoire d'O (Historia de O, Just Jaeckin, 1975)— como reclamo, la isla de Las Palmas como localización, los rostros de Terence Stamp, Fernando Rey o Alberto Mendoza como garantía de la internacionalidad del proyecto, el almíbar musical pegajoso de Francis Lai que proporciona la continuidad de unas escenas a otras... Poco importan en este esquema teórico una realización morosa y unos diálogos imposibles, firmados por el productor Enrique Esteban, porque Striptease es una película conceptual. Así que toda la parafernalia argumental, el final moralista, las idas y venidas de la ex-actriz con tendencias suicidas (Cléry), el egoísmo supino del director en crisis tras el éxito de su primera película (Stamp), el capricho de casarse de su amante (Pilar Velázquez), el intento de su millonario padre (Rey) por dejarle el camino expedito a costa de comprar a la muchacha, la bonhomía del director de la sala de fiestas en la que trabaja ella (Manolo Zarzo) y los epigramas del guionista lúcido y descreído (Mendoza)... el melodrama, en fin, que sirve de andamiaje a un metraje a todas luces excesivo, no es más que la excusa para poner en evidencia el carácter de mercancía del cuerpo de su protagonista femenina. Pura tautología.
Ante La violación (1977) uno se hace dos preguntas. ¿Qué hostias de historia pretendían contar Lorente y Miguel Rubio? ¿Por qué el título, si no hay agresión sexual alguna y todas las relaciones que aparecen en pantalla son entre adultos y consentidas? El proyecto se denominaba inicialmente Las hermanas. ¿Acaso se pensó que el título definitivo sería más comercial aunque no tuviera mucho que ver con la trama? En cuanto a ésta, presenta la historia de dos hermanas enamoradas del mismo hombre. Pilar (Beatriz Rossat), la pequeña, es una estudiante que descubre el amor en brazos de un pianista de éxito (Simón Andreu). Lola (Paca Gabaldón), la mayor, está infelizmente casada con un abogado. Para contraer este matrimonio de interés dejó plantado ¡precisamente! al pianista del que se acaba de enamorar Pilar. El pianista profesa por Lola un odio “de clase”, que no está reñido con la atracción física que aún sienten el uno por el otro. Como los tres tienen dinero y carecen de otras obligaciones pueden pasar el tiempo devanando la madeja y amándose hasta que la historia parece abocada al ménage à trois. Sin embargo, un anómalo moralismo se apodera del relato en este punto y las cosas se complican trágicamente.
Escribe John Hopwell en El cine después de Franco:
La execrable película de Germán Lorente [...] tiene una caracterización que carece de motivos; es una vulgar copia de la genial obra de Truffaut Las dos inglesas y el amor [Les deux anglaises et le continent, 1971] y ni siquiera tiene una violación. No obstante, da a entender que las actitudes sexuales están cambiado y que tal cambio es un signo de los tiempos. [Madrid: Ediciones el Arquero, 1989, pág. 168.]
La ciudad elegida en esta ocasión para ambientar el melodrama es Cádiz. Podría haber sido cualquier otra. La planificación está regida por la alternancia de movimientos de grúa retóricos y funcionales zooms, cuyo encaje resulta, como poco, espinoso. El montaje —firmado por José Antonio Rojo— presenta al menos dos secuencias efectistas: la transición que alterna planos cada vez más cortos de Pilar desnuda en la ducha con los de su frenético baile en la discoteca, y el montaje paralelo de ella gozando con el pianista y de su hermana, atormentada, sola en la cama de la habitación contigua; como se cubre la cabeza con la almohada hemos de inferir que son los gemidos lo que la pone en tal estado, pero como la música de Juan Carlos Calderón lo cubre todo, tampoco podemos asegurarlo.
En cualquier caso, las tres cintas que Lorente realizó para 5 Films superaron el millón de espectadores. Se lleva la palma Sensualidad, con 1.673.126. Fue, con mucho, su película más taquillera.

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