La esfinge maragata (Antonio de Obregón, 1948) es la adaptación de la novela homónima de Concha Espina, que había conocido numerosas ediciones y traducciones desde su publicación en 1914. Con los mimbres del drama rural, la escritora cántabra proponía una reivindicación del papel de la mujer en la comarca leonesa de la Maragetería, tanto en lo que atañe a las faenas agrícolas como en lo relativo a los matrimonios concertados por interés. A pesar de estos apuntes que entonces se pudieran considerar "feministas", el arraigado catolicismo de Concha Espina convirtió sus novelas en un aval ante la Censura a la hora de abordar determinados temas durante la década de los cuarenta. [https://documentitosdeunindocumentado.blogspot.com/2016/07/notas-sobre-la-filmografia-de-ricardo.html]
En verano de 1948 se anuncia que la adaptación cinematográfica, realizada por José Luis Gamboa y "Selma Barberi" (Matilde Muñoz), va a suponer el debut como director de Gamboa bajo la supervisión de Juan de Orduña. [Pío García: "Moviola", en Primer Plano, núm. 356, 10 de agosto de 1948.] Sin embargo, el proyecto cambia inopinadamente de manos y es el experimentado Antonio de Obregón quien se sienta en la silla de director. Además, asume parte de la producción con su propia marca y en comandita con España Actualidades.
La presencia de Selma Barberi en el apartado literario es una anomalía política, que no cultural. Crítica musical desde muy joven en El Imparcial, a lo largo de los años veinte y treinta cultiva todos los géneros periodísticos y literarios, además de ser una de las periodistas culturales de Unión Radio —en la que también suelen colaborar Concha Espina y Carmen de Burgos “Colombine”—, directora entre 1933 y 1936 del programa Emisión Fémina donde entrevistó a Margarita Nelken o a Clara Campoamor. Su pertenencia a la Unión Republicana Femenina le impidió seguir trabajando después de la guerra, así que decidió exiliarse en Cuba donde participó tanto en prensa y radio como en el teatro. [Ángeles Afuera: Aquí, Unión Radio: Crónica de la primera cadena española (1925-1939). Madrid: Cátedra, 2021, págs. 408-412.]
El otro hecho anómalo es el protagonismo de Paquita de Ronda —exiliada en México— y el cubano afincado en México Juan José Martínez Casado. ¿Tendría algo que ver con una coproducción encubierta al calor del I Certamen Cinematográfico Hispanoamericano celebrado en Madrid en 1948? A saber.
La cinta cuenta la triste historia de Florinda/Mariflor (Paquita de Ronda), a la que la emigración de su padre obliga a regresar al pueblo de Valdecruces donde le espera un matrimonio concertado con su primo Antonio (Martínez Casado). Pero en el tren que las lleva a ella y a su abuela a la Maragatería conocen a Rogelio (Luis Peña), un pintor bohemio que las sigue hasta el pueblo y busca alojamiento en casa del cura (Fernando Fernández de Córdoba) con el propósito de conquistarla. A ella le gusta el descaro de él, pero la ruina económica de la familia la empuja a la boda por interés en tanto que su prima, la enfermiza Marinela (María Paz Molinero), siente una pasión tan insana por el pintor que está dispuesta a asesinarla. La falta de constancia de Rogelio en sus afectos y la nobleza de Antonio conducen a un final feliz que pone en cuestión todo lo que la película ha venido planteando hasta ese momento. Además, la omnipresencia y ambigüedad ética del sacerdote tampoco contribuyen a que el drama fluya libremente.
A caballo entre los Coros y Danzas y el drama rural al modo de La aldea maldita (Florián Rey, 1929) o la posterior La laguna negra (Arturo Ruiz Castillo, 1952), la cinta de Antonio de Obregón tampoco termina de abrazar el melodrama mexicano que, por su reparto, parecía anunciar.
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