Ya hemos hablado por aquí de Niebla y sol (1951), el debut de José María Forqué en el largometraje. La traemos de nuevo a colación para ilustrar la utilización sistemática de las sombras proyectadas o esbatimentadas que el operador Juan Mariné y el realizador utilizan como correlato del ambiente opresivo y los sentimientos turbulentos que afectan a todos los personajes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario