domingo, 3 de octubre de 2021

la amargura de luis lucia (5)

Primera etapa en Guión P.C.

Aunque la celebridad del último tramo de la carrera de Lucia va a estar ligada a sus películas con Marisol en el seno de Guión P.C., la productora de Manuel Goyanes, ambas partes ya han tanteado el terreno tras la finalización de la relación del director con Ariel P.C. Fruto de esta nueva relación laboral son dos comedias de ambientación contemporánea y urbana, dos adaptaciones teatrales coescritas con José María Palacio y distribuidas por Suevia Films-Cesáreo González, que en la primera de ellas, La vida en un bloc (1956), también figura como coproductora.

Nicomedes Rodríguez (Alberto Closas) es un médico rural metódico hasta la obsesión. Cuanto hace, diagnostica o receta queda consignado en un bloc. Pues bien, este hombre metódico ha decidido dar un paso transcendente: va a casarse con la romántica maestrita del pueblo, la señorita Gerarda (Elisa Montés). Pero comoquiera que también él podría casarse de blanco —tal es su grado de inocencia— aparte del número de hijos, de la profesión de los mismos y de algunos otros asuntos de menor enjundia, ha programado también una estancia de tres meses en Madrid previa a la ceremonia, porque “el que no la corre de soltero, la corre de casado”. De modo que, según el canon de la dramaturgia aristotélica, el segundo acto arranca con la llegada a la capital del ingenuo Nicomedes. Cuatro noches en Madrid en compañía de su amigo Abelardo (“Boliche”) se saldarán con otros tantos fracasos amatorios con nombre exótico: Lupe Tovar (Ana Mariscal), la apasionada cantante cubana que en realidad se llama Calixta y ha estado de fregona en la pensión del pueblo; la experimentada Margot (Mary Lamar), viuda dedicada a la prostitución que se aprovecha de su condición de médico; la dinámica Pili (Encarnita Fuentes) que lo tiene todo el día triscando peñas arriba con la familia al completo; y la enigmática Miss Fanny (Marta Mandel), médium del Mago Roberto (José Luis López Vázquez), que lee en su cerebro como en un libro abierto. Sin embargo, por sucesivos azares, Abelardo y el resto de la pandilla de golfos terminan considerándolo un tenorio irresistible para las mujeres. Nicomedes vuelve escarmentado al pueblo y se casa con Gerarda. Pero, si la ciudad con sus aventuras frustradas y su trasiego de whisky, le apabullaban, la rutina del matrimonio le aburre soberanamente. Así que, cumplido el primer año de matrimonio, Nicomedes decidirá regresar a la ciudad para dedicarse a no hacer absolutamente nada. Sin embargo, el azar juega una vez más sus cartas: se ha dejado olvidado en el pueblo el bloc en el que todo lo anota.

El estreno de la comedia en 1952 fue un auténtico éxito, aunque el ensayo general, según recuerda el protagonista y director de la compañía en sus memorias, fuera un disparate con presencia de la policía y todo. [Fernán-Gómez, Fernando: El tiempo amarillo: Memorias ampliadas (1921-1997). Madrid: Debate, 1998, págs. 412-415.] El caso es que Manuel J. Goyanes había contratado a Alberto Closas para que protagonizara Muerte de un ciclista / Gli egoisti (Juan Antonio Bardem, 1955), la anterior película de la productora, y a él se le encomendó el papel principal de La vida en un bloc. Fernán-Gómez se desquitará en la siguiente película de Lucia, Un marido de ida y vuelta (1957), basada en una comedia que Enrique Jardiel Poncela había estrenado al acabar la Guerra Civil. Ésta es la comedia que Noel Coward le habría plagiado a Jardiel cuando escribió Blithe Spirit. O sea, un espíritu burlón, que es lo que es este marido seriecísimo (Fernán-Gómez), fallecido cuando estaba disfrazado de torero para un baile de carnaval. Un torero con toda la barba, eso sí. El espíritu intentará impedir por todos los medios —incluso, los de ultratumba—, que la viuda (Emma Penella) y a quien creía su amigo (Fernando Rey), consumen su amor. Comedia de trucos, con fantasmas, de las mejores de Jardiel, que Lucia no ensucia demasiado en esta adaptación levemente puesta al día —el cochecito motorizado de la anfetamínica tía Etelvina (Matilde Muñoz Sampedro)—, dejando que el diálogo y las situaciones fluyan con la ligereza e inverosimilitud con que las concibió el comediógrafo. El protagonismo de Fernán-Gómez, que tuvo su primer reconocimiento teatral en Los ladrones somos gente honrada, está en absoluta sintonía con el espíritu de Jardiel.

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