domingo, 30 de julio de 2023

la buena caligrafía de josé maría forqué (y 17)

Forqué ya se había acercado a la televisión a principios de los sesenta. El 28 de noviembre de 1962 se emite en el espacio Hoy dirige... de TVE La pata de conejo (Leyenda gallega). Una década después recibe el encargo de realizar un programa breve a partir de un texto poético de Antonio Gala, El sombrerito (1970), para que concurra al Festival de Montreux.

En 1980 se embarca en la realización de Los siete pecados capitales, adaptación del best-seller de Fernando Díaz Plaja. Protagonizan la serie Jesús Puente y Juanjo Menéndez, pareja audiovisual de hecho en estos años. El primero encarna a un exiliado que regresa a España después de varios años en el extranjero y dicta una serie de conferencias en las que pretende diseccionar los defectos nacionales; el segundo es el director del Círculo donde el profesor expone sus teorías sobre la tolerancia y un antiguo amigo de juventud. La adaptación de Juan Miguel Lamet ilustra estas siete conferencias con toda clase de viñetas satíricas ambientadas en diversas épocas históricas y con simples gags que Forqué busca siempre integrar en el desarrollo argumental mediante la puesta en escena o el montaje, que firma Rosa Salgado. Pero la producción naufraga al llegar a las pantallas domésticas en octubre de 1980. A decir de algunos críticos, la erudición y las largas parrafadas del libro de Díaz Plaja han llegado a la pantalla doméstica sin apenas filtro dramático y el público pierde el interés después de los dos primeros capítulos, que ilustran la soberbia.

En 1981 es de los primeros a apuntarse a la publicitada “Operación 1.300 millones” de ayuda a la depauperada industria cinematográfica. TVE se ha comprometido a producir series de prestigio en soporte cinematográfico siguiendo la estela de la RAI y la BBC. Los tres primeros proyectos son el abortado Viriato de José Antonio de la Loma, la adaptación de Los gozos y las sombras de Gonzalo Torrente Ballester por parte de Rafael Moreno Alba, y el biopic televisivo de Ramón y Cajal que dirige Forqué a partir de un original de Santiago Loren. Son nueve capítulos de una hora de duración protagonizados por Adolfo Marsillach —que ya interpretó al premio Nobel español en Salto a la gloria (León Klimovsky, 1959)—, Verónica Forqué, Encarna Paso y Fernando Fernán-Gómez. La serie cuenta con un presupuesto de ciento cincuenta y ocho millones de pesetas y los mejores augurios: “La perfecta caracterización de los personajes y la excelente ambientación van a hacer, seguro, de la serie Ramón y Cajal una de las más importantes realizadas para televisión”. [Pedro Crespo: “TV: Ramón y Cajal y Los gozos y las sombras, a punto”, en ABC, 22 de julio de 1981, pág. 93.] La emisión arranca el 26 de enero de 1982 en la segunda cadena de TVE para pasar de nuevo, a partir del 15 de julio, a la primera, en una estrategia que pretende duplicar los ingresos publicitarios.

Declaraba entonces Forqué:

Es destacable que RTVE haya tomado conciencia sobre la importancia de trabajar personajes españoles, con series que pueden competir con las americanas y con muchas ventajas, porque al público le resultan más cercanos. El objetivo que intentamos con Ramón y Cajal era el de destacar un valor esencial del personaje, que era su verdad, su persistencia, esa tozudez aragonesa, y creo que en este caso hemos superado el listón. Nueve horas te permiten profundizar más en cada uno de los personajes, y a mí me es lo mismo el cine que la televisión, siempre que uno cuente con medios, pues lo importante son las imágenes. Quizá siga trabajando para RTVE: tenemos en proyecto hacer unos relatos de grandes autores galantes mediterráneos, cuentos humorísticos... Ya veremos. [“Adiós, don Ramón, hasta más ver”, en ABC, 30 de marzo de 1982, pág. 117.]

No habrá que esperar mucho porque en dieciocho meses ya están listos los trece episodios de El jardín de Venus (1983). Boccaccio y Guy de Maupassant van de la mano con María de Zayas y Braulio Foz, con una ambientación decididamente anacrónica, que busca sorprender al espectador. Forqué asegura que el tono es feminista porque los relatos presentan a las mujeres “como seres graciosos, listos y desvergonzados, frente a sus víctimas, que son siempre los hombres”. [Mercedes Rodríguez: “Crónica de Televisión”, en Diario de Burgos, 11 de octubre de 1983, pág. 29.]

Romanza final (Gayarre) (1986) es un biopic del tenor navarro protagonizado por José Carreras antes de que le diagnosticaran una leucemia y de lanzarse, junto a Luciano Pavarotti y Plácido Domingo, a la del arte lírico bajo marca comercial de “Los Tres Tenores”. Rodado sin la entonces casi preceptiva subvención del Ministerio de Cultura, pero con una aportación del gobierno de Navarra y los derechos de antena de TV3 y Euskal Telebista, los trescientos millones de pesetas del presupuesto estaba destinados a la realización de un largometraje y de una serie de cinco episodios que pretendía venderse a las televisiones de toda Europa. El formato para salas se estrenó en la primavera de 1986 en Madrid y, ya en octubre, en Barcelona, con la asistencia de Jordi Pujol y Joan Maragall. No es para menos teniendo en cuenta que Carreras protagonizaba la cinta y que cantaba un dueto con Montserrat Caballé, que también protagonizaba una pequeña escena. La película adolece, sin embargo de esta estructura episódica, de bruscas elipsis y de apariciones y desapariciones fulgurantes de determinados personajes, como los interpretados por Jesús Puente o Carlos Ballesteros, que delatan el complicado hilván de esta versión reducida. Sin embargo, de la otra, la televisiva, nunca más se supo. Tal como ha quedado para los restos, Romanza final queda lastrada por el envaramiento del tenor fuera del registro lírico y el carácter instrumental que tiene como “interés romántico” el personaje de Alicia (Aitana Sánchez Gijón / Sidne Rome, dobladas ambas por Verónica Forqué).

La serie Miguel Servet, la sangre y la ceniza (1989) supone el reencuentro de Forqué con Alfonso Sastre. El dramaturgo hace un alegato a favor de la libertad de expresión, que el realizador suscribe plenamente, al narrar la peripecia ante el Santo Oficio del científico aragonés. Juanjo Puigcorbé encarna a Servet y José Luis Pellicena a Calvino. Álvaro Forqué se encarga de la dirección de la segunda unidad, como ya hiciera en todas las series anteriores, tras haber debutado como meritorio en Una pareja... distinta (1974). Orfeo P.C., la productora familiar, se ha hecho cargo de sus primeros escarceos como director por cuenta propia: el cortometraje como productor Ojo, frágil (1981) y el largo El orden cómico (1985).

El testamento cinematográfico de José María Forqué, Nexus 2431 / Nexus (1994), es un auténtico disparate de producción orquestado por José Gutiérrez Maesso, con la británica Golden Pictures y los estudios Barrandov de Praga. Piquer pretendía hacer una película de espada y brujería en su propio estudio, pero a Maesso le surge la oportunidad de firmar la coproducción también con Checoslovaquia. Piquer se niega a viajar y Maesso le propone el proyecto a Forqué, que acepta con dos condiciones: reescribir el guión con su hijo Álvaro y que este se haga cargo una vez más de la segunda unidad. Como los checos están especializados en maquetas, el proceso incluye la redacción de un guión técnico, la elaboración de un meticuloso story-board, la construcción de todas las maquetas y decorados, el rodaje de dos unidades con actores en estudio y localizaciones naturales, el rodaje de maquetas y efectos visuales predigitales, una larguísima negociación en Checoslovaquia al pasar los estudios Barrandov a ser de propiedad privada, el triple proceso de postproducción y la negociación del reparto de los derechos mundiales. Como las ventas internacionales se prevén un bluff y no está dispuesto a renunciar a los sesenta millones que pone el Ministerio de Cultura, Maesso se queda con el mercado que luego le revende a Forqué por tres millones de pesetas. [Jesús García de Dueñas: José G. Maesso, el número 1. Badajoz: Festival Ibérico de Cine / Diputación Provincial de Badajoz, 2003, págs. 620-634.] En España, nunca se estrenará. La copia que ha estrenado la plataforma FlixOlé con motivo del centenario de Forqué tiene los títulos de cabecera en inglés y el rodillo de salida y el doblaje en español, realizado en los estudios Cinearte de Madrid.

Como suele ocurrir en estos casos, todo este barullo resulta mucho más interesante que la historia de Zhilya (Cristina Goyanes) y Ator (Jeremy Gilley), refugiados, tras la explosión del Sistema Solar, en el planeta Taron donde sobreviven gracias al scandium que les proporciona su monarca, Tarn (Oliver Tobias). Éste pretende casarse con Zhilya y Ator deberá evitarlo. Si hay alguien interesado en saber cómo sigue la cosa, pásese por La Abadía de Berzano.

En cuanto a la producción, Forqué viajó a finales de 1993 a sonorizar la película en Bristol, sede social de Golden Pictures. Desde allí escribió a Pascual Cebollada, que preparaba una nueva monografía sobre su obra:

Nunca había hecho una película de este género, No me parece lógico que me vaya sin hacerla. Tengo ahora un gran interés en el resultado. Sigo fiel a un viejo lema: “Lo intentare”.
Verónica va a empezar una nueva película. Álvaro, ya lo he dicho, viene a ayudarme y prepara otra, Carmen y yo estamos solos en casa, que ahora resulta excesiva. Nos acompaña Rufo, un perro yorkshire. El final del verano y los parques de Madrid están de color sepia por la sequía. Estas líneas parecen un epílogo. Hasta luego. [Ibidem, págs 621-622.]

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