domingo, 24 de septiembre de 2023

g.g. satanás

La amenísima lectura del nuevo libro de Pedro Porcel (Viñetas infernales: Cien años de cómic de terror en España. Desfiladero, 2023) me ha hecho recordar al actor infantil Ginés Gallego, el niño prodigio del cine español antes de que Antonio del Amo y Luis Lucia lo convirtieran en un parvulario.

 

Menudo, pecoso, pelirrojo, miope, con un frenillo que no le impide hablar como si fuera un personaje de Arniches, Ginesito es nieto de una portera de la calle Diego de León. Entusiasmado por la ingesta de cine americano, se presenta en los estudios Roptence, próximos a la comunidad en la que trabaja su abuela, a pedir trabajo. A Julio Flechner le hace gracia el desparpajo del mocoso y le da un papelito en ¿Y tú, quién eres? (1942), junto a Olvido Guzmán, “la Deanna Durbin española” y José Nieto. En esta película se gana el mote de “Satanás” por sus continuas travesuras.

 

Nieto se lo recomienda a Jerónimo Mihura para que haga un papelito de rapaz con ganas de meterse en bronca en Aventura (1942). Con los hermanos Mihura repetirá en Castillo de naipes (1943). Émulo de Mickey Rooney y de Jackie Cooper, unas veces con gafitas redondas y otras con ojos de miope, Ginesito fue reclamado por lo más granado de los cineastas del momento para encarnar a chavales locuaces y expresivos, “más listos que el hambre”, según convenía a la que se pasaba a principios de los años cuarenta.

 

Y así, Neville lo utiliza en Café de París (1942) en un papel que el chico domina: el del hijo de la portera que no recibe un ochavo de los bohemios cuando sube a felicitar las Pascuas.

 

No he podido ver Con los ojos del alma (Adolfo Aznar, 1943), El pozo de los enamorados (Jose H. Fan, 1943) ni la coproducción hispano-italiana Fiebre / Febbre (Primo Zeglio, 1943) —¿se conservará la versión transalpina?—, pero sí Lecciones de buen amor (Rafael Gil, 1944), en la que, como ya escribimos por aquí, Ginesito se empeña “más que nunca en ser el Mickey Rooney español”. También repite con Gil en El clavo (1944), aunque en ésta su intervención se cortó o debió ser poco más que una figuración porque no he conseguido localizarlo.


En Santander, la ciudad en llamas (Luis Marquina, 1944), sí: es el chaval que se encuentra tirado el bolso de la protagonista, interpretada por Guillermina Grin, y pretende quedarse con los cinco duros que tiene porque lo que uno se encuentra es de uno.

La celebridad local que le está proporcionado su carrera cinematográfica y la amistad con Adolfo López Rubio —nada que ver con Francisco y José— sirvieron para que surgiera la idea del gran negocio intermedial. López Rubio se lo llevó a su taller de ilustradores de Antón Martín, donde dibujantes neófitos dibujaban cual galeotes de cuatro de la tarde a dos de la mañana, después de haber cumplido con sus deberes matutinos. Ginés Gallego serviría de modelo vivo para la creación de una serie de tebeos de aventuras en formato cuadernillo, que es de suponer que hiciera las delicias de la chavalería de su tiempo. Los publica Ediciones Rialto en su colección Diamante Amarillo.

Al repasar sus enfrentamientos con los monstruos popularizados por las películas de la Universal, Porcel concluye:

Sus aventuras abordan, desde un prisma levemente humorístico, algunos de los lugares comunes del género con resultados invariablemente cándidos. [...] Una vez más se juega con personajes y elementos inmediatamente reconocibles por el público para ofrecer al lector emociones de segunda mano, acordes con el tiempo de saldo que le ha tocado vivir. [Pedro Porcel: Op. cit., pág. 107.]

Otro proyecto asociado a éste, según declaraba en una entrevista en 1944, era protagonizar Los golfillos para Adolfo López Rubio —¿una versión hispana de Men of Boys Town (La ciudad de los muchachos, Norman Taurog, 1941)?—, y de ahí marchar a Hollywood y trabajar con su ídolo Mickey Rooney, “de quien tanto tenemos que aprender todos los artistas juveniles del mundo”. [José Rico de Estasen: “Satanás, el niño prodigio del cine español”, en Primer Plano, núm. 182, 9 de abril de 1944.]

Pero los tebeos de Satanás sucumbenn a la censura nacional-católica. El capitoste del Averno no estaba nada bien visto en la España de cuartel y sacristía, así que 12 de mayo de 1944, el delegado nacional de Propaganda da curso a la siguiente orden:

Repetidas veces han aparecido en la prensa y revistas cinematográficas trabajos periodísticos referentes al niño Ginés Gallego, alias Satanás. Estimando a todas luces improcedente este seudónimo, te ruego curses las órdenes oportunas a todas las revistas cinematográficas y prensa española, prohibiendo el empleo de dicho seudónimo. [Reproducido por Spider: “Cuando Satanás fue el ídolo de los niños españoles”, en Agente Provocador.]

Prosigue, sin embargo, con su carrera cinematográfica y se apunta también a proyectos teatrales en la Gran Compañía Infantil del Teatro de la Comedia, donde comparte cartel con los hermanos Quique y Francisco Camoiras, que se hacen llamara Quiqui y Paquito. Ginés Gallego interviene en la obra Andanzas de Michatillo o el nuevo gato con botas.


José Luis Sáenz de Heredia lo convoca para interpretar en El destino se disculpa (1945) el papel de botones en la gran productora a la que acuden los protagonistas (Rafael Durán y Fernando Fernán-Gómez) a buscar trabajo.

 

Y Neville repite con él en Domingo de Carnaval (1945). Es un arrapiezo del Rastro que se encarga de seguir, por indicación de las dos investigadoras amateur encarnadas por Conchita Montes y Julia Lajos, al villano Guillermo Marín. Del resultado de su actividad da cuenta a las dos mujeres a la entrada de una baile de máscaras.

 

Nada puedo decir de primera mano de La ciudad de los muñecos (José María Elorrieta, 1946) —posiblemente, su cometido de mayor envergadura—, cinta de problemática producción de cuyas maquetas y decorado se encargó Adolfo López Rubio. Habiendo tenido que renunciar definitivamente al sobrenombre de “Satanás” opta por el diminutivo “Ginesito”. De ahí que muchas veces actúe sin gafas, porque piensa que así ofrece una imagen menos adulta.

 

Tampoco he visto de Dos mujeres y un rostro (Adolfo Aznar, 1946), así que nuestra próxima escala en la filmografía del robaescenas infantil es El huésped de las tinieblas (1948). Dirige un Antonio del Amo que aún no se imagina que va a ser el inventor de Joselito. Es esta una película en las antípodas de las protagonizadas por “el pequeño ruiseñor”, en la que Ginesito aparece comiendo un bocadillo en el pescante de la diligencia que conduce a Gustavo Adolfo Bécquer al monasterio de Veruela.


Pareciera que la adolescencia va a ser el fin de su carrera cinematográfica, como ocurre tantas veces con los actores infantiles. Sin embargo, hecho ya un hombrecito con bigote, aunque de talla menuda, nos lo encontramos como espectador de un incidente callejero en Nadie lo sabrá (Ramón Torrado, 1953).

 

Hasta donde dan nuestras ya fatigadas pupilas, su última aparición en la pantalla habría tenido lugar en Felices Pascuas (Juan Antonio Bardem, 1954), como atribulado cliente de una peluquería en la que el barbero está más pendiente del gordo de la lotería que de lo que hace con la navaja.


Dejemos en suspenso la fatídica situación y regresemos al año 1947. Por entonces, la ignota marca Iglesias Films produce dos cortometrajes: Viaje improvisado y Solución acertada. Están protagonizados por el actor Ángel Acevedo y dirigidos por Ángel Fernández Iglesias. Los planes de la productora son ambiciosos. Por una parte, dar ese mismo año el salto al largometraje argumental con el mismo equipo, lo que no logrará hasta 1950 con Noche de celos, drama psicológico con intriga criminal dirigido por el titular de la compañía. Por otra, abrir una línea de documentales. Por último, poner en marcha una serie de cortometrajes cómicos protagonizada por Ginesito. Fernández Iglesias envía dos guiones a censura previa, Ginesito, rey de la tribu y Ginesito en la obra. Los títulos nos invitan a pensar que hubiera cierta continuidad con los tebeos de Ediciones Rialto, como seguro que la hubo en la obra infantil Ginesito contra Fu-Manchú, presentada en la primavera de 1946, todos los días a las cuatro de la tarde, en el madrileño cine Salamanca:

Es tanta la maestría de Ginesito y sus compañeros de fatigas, Merlín el diminuto y Merluzo, el caricato genial, que los niños ríen y gozan cada vez más, pues estos artífices de la gracia idean cada día nuevos trucos. [“Saloncillo: El éxito de Ginesito”, en Pueblo, 1 de junio de 1946, pág. 9.]

Filmografía:

¿Y tú, quién eres? (Julio Flechner, 1942)
Aventura (Jerónimo Mihura, 1942)
Café de París (Edgar Neville, 1942)
Fiebre / Febbre (Primo Zeglio, 1943)
Castillo de naipes (Jerónimo Mihura, 1943)
Con los ojos del alma (Adolfo Aznar, 1943)
El pozo de los enamorados (Jose H. Fan, 1943)
Santander, la ciudad en llamas (Luis Marquina, 1944)
Lecciones de buen amor (Rafael Gil, 1944)
El clavo (Rafael Gil, 1944)
El destino se disculpa (José Luis Sáenz de Heredia, 1945)
Domingo de Carnaval (Edgar Neville, 1945)
La ciudad de los muñecos (José María Elorrieta, 1946)
Dos mujeres y un rostro (Adolfo Aznar, 1946)
El huésped de las tinieblas (Antonio del Amo, 1948)
Nadie lo sabrá (Ramón Torrado, 1953)
Felices Pascuas (Juan Antonio Bardem, 1954)

La fotografía de Ginés Gallego y el anuncio de La ciudad de los muñecos proceden de la revista Primer Plano;  las portadas de los cuadernillos de la colección Diamante Amarillo, del blog Aquellos inolvidables tebeos; el resto, son capturas de las películas citadas.

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